Crítica:EL CINE EN LA PEQUEÑA PANTALLA

'La fiera de mi niña', buena comedia

Estamos, sin duda, ante una de las mejores comedias de Howard Hawks. Con guión de Dudley Nichols, uno de los perseguidos por el senador McCarthy, pudo decepcionar a quienes donfiaban ver una sátira cruel de la vida norteamericana y se encontraron sólo con una divertida sarta de disparates que no correspondían a la inmediata realidad. La propia Katharine Hepburn que realiza aquí uno de sus mejores trabajos, se sintió decepcionada al ver La fiera de mi niña (Bringing up baby, 1938) al cabo del tiempo; así lo contó George Cukor en Film Ideal para insistir en su teoría de la brevedad...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Estamos, sin duda, ante una de las mejores comedias de Howard Hawks. Con guión de Dudley Nichols, uno de los perseguidos por el senador McCarthy, pudo decepcionar a quienes donfiaban ver una sátira cruel de la vida norteamericana y se encontraron sólo con una divertida sarta de disparates que no correspondían a la inmediata realidad. La propia Katharine Hepburn que realiza aquí uno de sus mejores trabajos, se sintió decepcionada al ver La fiera de mi niña (Bringing up baby, 1938) al cabo del tiempo; así lo contó George Cukor en Film Ideal para insistir en su teoría de la brevedad del valor de las películas. Pero no acertó en la anécdota, puesto que en La fiera de mi niña se concentra buena parte de los mejores gags del cine norteamericano desde los tiempos del burlesque.Se suceden las peripecias con una imaginación inusitada, fundamentalmente en la primera parte de la película, hasta la aparición del comisario de policía (que interpreta Walter Catlett), que, por su inverosimilitud, está a punto de reducir a 10 inútil el divertido absurdo anterior. Las secuencias de los trajes rotos o la preocupación de Cary Grant por los viajes del perro que ha enterrado el sagrado hueso que él espera para recomponer el esqueleto de un diplodocus son antológicas en la comedia norteamericana.

El argumento no tiene mayor trascendencia. El tímido director de un museo confía en tener el millón de dólares que una altruista anciana quiere legar a una obra social, pero topa con una enloquecida heredera que trastorna sus planes, complicándole la vida hasta el disparate. El amor que al final surge entre ellos es la única compesación a los desvaríos que obligan a pasar del diplodocus original, a un simple perro, y de él, a un leopardo amaestrado que llega a confundirse con otro felino asesino, complicando las situaciones con la complicidad del espectador, que en todo momento conoce las claves que interpretan justamente los equívocos.

La inteligencia del guionista fue secundada por la de los intérpretes, hasta el punto de que en La fiera de mi niña da la impresión de que el director no tuvo que preocuparse más que en dejarlos en paz; hay, no obstante, un serio, trabajo secreto que imprime el ritmo que transformó la película en una de las mejores de su género, aunque fuera estrenada después de la época en que estas farsas estaban de moda. El éxito que Katharine Hepburn logró con esta película fue impresionante, aunque no le permitiera interpretar posteriormente la misma cantidad de películas que su colega Cary Grant, más comedido. Si bien ambos coinciden en el siguiente título de sus filmografías, Holiday, dirigidos por Cukor, Grant interpretó seis títulos más antes de reencontrar a Katharine Hepburn en Historias de Filadefia, que es, sin embargo, la obra que sigue a Holiday en el repertorio de la actriz.

La fiera de mi niña se emite hoy, a las 21.50 horas, por la primera cadena.