Javier Clemente, la ilusión de un título

El joven entrenador del Athlétic de Bilbao ha logrado a sus 33 años hacer rugir de nuevo a los 'leones' de San Mamés

"El Athlétic debe resucitar, debe recuperar su identidad y volver a ser temido. Nunca saldremos a por un empate, en ningún campo. Esos son mis propósitos". Estas frases las pronunció hace dos años Javier Clemente, el entrenador más joven de la Primera División de fútbol. Dicen de él que es audaz, optimista, temerario y fanfarrón, pero con él los leones han vuelto a rugir.

Javier Clemente Lázaro, 33 años, natural de Baracaldo, estaba destinado a ser uno de los grandes del fútbol español. Iba, con su dorsal número 10 ala espalda, para estrella. Con Chechu Rojo formaba el ala izquierda del...

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"El Athlétic debe resucitar, debe recuperar su identidad y volver a ser temido. Nunca saldremos a por un empate, en ningún campo. Esos son mis propósitos". Estas frases las pronunció hace dos años Javier Clemente, el entrenador más joven de la Primera División de fútbol. Dicen de él que es audaz, optimista, temerario y fanfarrón, pero con él los leones han vuelto a rugir.

Javier Clemente Lázaro, 33 años, natural de Baracaldo, estaba destinado a ser uno de los grandes del fútbol español. Iba, con su dorsal número 10 ala espalda, para estrella. Con Chechu Rojo formaba el ala izquierda del Athlétic, un ala de seda. En Bilbao le apodaban el Bobby Charlton vasco. Miguel Muñoz, actual seleccionador español, dijo de él que había sido "el jugador más inteligente y de mayor calidad salido en España en 25 años".La buena estrella se le apagó el 23 de noviembre de 1969, en Sabadell. En el campo de la Creu Alta sufrió una fuerte entrada de Marañón, que le produjo fractura de tibia y peroné. Contaba 19 años de edad y comenzaba un largo peregrinar por los quirófanos. Le practicaron cinco intervenciones quirúrgicas y llegó a jugar algún partido con el Athlétic, pero su forma física iba a remolque de su calidad. A pesar de los comentarios y los ánimos que siempre le había ofrecido la incondicional -afición bilbaína, Javier Clemente decidió colgar las botas. Javier Clemente, no obstante, debió dudar algún tiempo. Los seguidores bilbainos querían retenerle; incluso organizaron una campaña, a base de pegatinas, que proclamaban: "Clemente, el diez del Athletic". El 19 de agosto de 1975, el club le tributó un partido de homenaje. Había disputado 56 partidos con el equipo: 47 de Liga y nueve de Copa.

Javier Clemente suele afirmar que nunca se sintió frustrado por su retirada. Quizá porque ínmediatamente comenzó su brillante carrera de entrenador y porque tenía una inmensa fe en sí mismo cuando decía que tarde o temprano sería el técnico del Athlétic. Él reconoce que "soy ambicioso, en el sentido noble de la expresión".

Después de cambiar la camiseta número 10 por el banquillo, Javier Clemente entrenó al Arenas de Guecho y lo ascendió a Tercera División; pasó al Basconia, que ascendió a Segunda B, categoría que perdería al año siguiente, y se hizo cargo del Athlétic juvenil y se proclamó campeón de Copa.

En julio de 1981, a sus 31 años de edad, firmó como entrenador del Athlétic de Bilbao. Se convertía en el entrenador más joven de Primera División y en el punto de mira de la profesión, en la que proliferan los técnicos entrados en años. Sus primeras declaraciones eran programáticas: "Creo que hemos perdido nuestra identidad. El Athlétic ha buscado aquí y allá, ha copiado a unos y a otros, ha traído entrenadores de fuera y ha acabado por perder su propio estilo. Nuestra identidad y nuestro estilo es lo que quiero recuperar".

Javier Clemente halló sus fuentes en el fútbol inglés. Durante la temporada que entrenó al Athlétic juvenil estuvo algunas semanas estudiando los métodos de entrenamiento y el peculiar estilo de juego del Ipswich Town. Siempre había admirado los sistemas del fútbol inglés, y ahora tenía la posibilidad de ponerlos en práctica con sus jugadores. Así lo creyó y así lo hizo. Primero, con el Athlétic juvenil, y luego, con el Atlilétic de Bilbao. "Quiero furia y garra" dice, "la garra de los tiempos de aquellos monstruos" (se refiere a los Gaínza, Zarra, Panizo), "y que cuando vayamos por ahí se nos espere con respeto y temor".

Su primer año como entrenador del Athlétic le supuso un primer triunfo. Cuarto clasificado, el equipo accedió a un puesto en el torneo de la UEFA. Le eliminó el Ferencvaros, pero comenzaba a fructificar su fe en sí mismo y en unos jugadores con una media de edad que no sobrepasaba los 23 años. A sus órdenes tenía a jugadores que él promovió del Athlétic juvenil al equipo mayor: De la Fuente, Cedrún, Urtubi, Endika, Sola y Noriega. Comenzaba a romperse la racha de aquellos "años de producción floja", es decir, que los equipos inferiores aportán pocos jugadores de calidad al primer equipo.

Como entrenador tenía que hacer frente además a un hecho insólito en la Primera División: debía dar órdenes a hombres con los que se había alineado en su época de jugador, y que en algún caso, como en el de Chechu, Rojo, tenían más años que él. Él asegura que esta circunstancia nunca fue un problema serio, porque "la autoridad no es cuestión de edad. La autoridad es justicia. Aquí no hace falta más que sentido común. El jugador sabe si eres serio o no y si tienes razón o no".

A Javier Clemente no le cabe el gozo en el cuerpo. Su trabajo ha propiciado que el Athlétic (los leones) vuelva a rugir. Este histórico equipo, asentado en la catedral del fútbol (San Mamés), no conocía el triunfo en el Campeonato de Liga desde 1956, una friolera de 27 años.

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