Crítica:

Cambios y previsiones en los musicales

Una vez más y fruto de esas periódicas reestructuraciones que asaltan a la estructura televisiva, los programas musicales cambian, se idean y, a lo mejor, se emiten.Lo nuevo y que ya está en antena es aquello de Canciones para una vida que, realizada en Barcelona, pretende, ya se verá con qué fortuna, recoger aquellas canciones y artistas que en los sesenta llenaban las ondas con su arte o su desdicha.

También ha comenzado Estrellas de la ópera, que contará con todos (o casi) nuestros divos. Pero esto no es lo más importante. Sin que casi nadie se entere y con el cambio de...

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Una vez más y fruto de esas periódicas reestructuraciones que asaltan a la estructura televisiva, los programas musicales cambian, se idean y, a lo mejor, se emiten.Lo nuevo y que ya está en antena es aquello de Canciones para una vida que, realizada en Barcelona, pretende, ya se verá con qué fortuna, recoger aquellas canciones y artistas que en los sesenta llenaban las ondas con su arte o su desdicha.

También ha comenzado Estrellas de la ópera, que contará con todos (o casi) nuestros divos. Pero esto no es lo más importante. Sin que casi nadie se entere y con el cambio de emisión, 300 millones se va a convertir en el programa musical estrella de nuestra pantalla. Para ello tendrá preferencia (y medios) en la contratación de artistas populares, sean o no hispanohablantes. Esto podría estar muy bien, pero es que los tiros parecen ir por donde Canciones para una vida: volvernos a poner a los cantantes de siempre, pasados y pesados que vienen por enésima vez a demostrarnos que no se justifica lo que cobran.

Un proyecto que se ha quedado por ahora en los cajones es el que presentó Diego Galán y que iba a consistir en una especie de historia comparativa entre el cabaret de ayer y de hoy. Ocurría, sin embargo, que junto a las películas de Judy Garland habría que traer para actuar en vivo a Liza Minnelli y esto ya era demasiado (dinero) para las imprevisibles arcas de TVE. De forma y manera que el programa espera en estado de hibernación la llegada de calores que lo saquen de su letargo.

Aún más: se prepara un programa de jazz que sería realizado en Barcelona, otro de música contemporánea y, otro más, de flamenco. La necesidad de todos ellos es más que obvia. La cuestión está ahora en saber qué planteamientos seguirán, qué presupuesto tendrán y en qué esquina de la programación irán a caer.

Otro caso es el de Pop-grama, como se sabe, el único que en el circuito nacional trata de aproximarse al rock y al rollo, superando trabajosamente las dificultades inherentes a la casa.

El caso es que Pop-grama ha sido víctima en estos últimos tiempos de miles de rumores que presagiaban su desaparición a partir del próximo mes de septiembre. Ramón Caballé, subjefe de musicales de TVE, explicaba que no, que no era eso, sino que se iba a tratar de animar el programa, de darle la especie de inyección de moral y de imaginación que necesita todo programa con mucho tiempo en antena. Lo que no pudo explicar, porque aún es pronto y casi siempre se improvisa, es en qué va a consistir esa animación. Esperemos que no resulte fatal para un programa tan sufrido y baqueteado.