Crítica:

"RTVE les desea un feliz año"

Es costumbre que la televisión del mundo, y entre ellas -antes- también la española, reserven para fin de año lo más sonado de la programación y del presupuesto. Pero Miguel Martín, director de la nuestra con el propósito de convertirla en la peor de Europa, ha sancionado el año televisual con un improvisado musical de siete incorruptibles y austeros millones de pesetas con los saldos de F. Arias-Salgado, su director general.En la junta de programación, ala hora de preparar el fin de año, estudiaron concienzudamente la forma de aplicar venganza a la desagradecida audiencia. Los musicales son, ...

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Es costumbre que la televisión del mundo, y entre ellas -antes- también la española, reserven para fin de año lo más sonado de la programación y del presupuesto. Pero Miguel Martín, director de la nuestra con el propósito de convertirla en la peor de Europa, ha sancionado el año televisual con un improvisado musical de siete incorruptibles y austeros millones de pesetas con los saldos de F. Arias-Salgado, su director general.En la junta de programación, ala hora de preparar el fin de año, estudiaron concienzudamente la forma de aplicar venganza a la desagradecida audiencia. Los musicales son, después de los informativos, los peores programas que tiene y produce TVE. De ahí la antología discotequera, a increíbles precios de rebajas, de Cantares, 300 millones y Aplauso, para salvar la integridad nacional telehispanoamericana de Prado del Rey.

Como le cantaría el chileno Bigote Arrocet a Miguel Martín, esta televisión es «tuyita» y de los «tuyitos». La dirección no reclasifica el personal, pero esta Nochevieja ha quedado reclasificada y homologada a perpetuidad. Se frustró la secreta esperanza de que esta vez iban a despedirse TVE y sus ejecutivos. El despedido fue el año. Aunque no se sabe exactamente qué año, tal era el colorido y tipología del programa.

Marisa Abad, la locutora, anunció las casi cuatro horas como si se tratase de un programa en directo y para despistados. Llegaron a tiempo el «gracias, Señor» de Iberia y los «felices momentos» de Nescafé. Pero el personal se quedó con la boca abierta, uvas en mano, esperando las doce del reloj de Puerta del Sol. Las campanadas se oyeron hasta en Londres vía Radio Nacional. Pero la línea de sonido de TVE falló. Mala suerte tienen esos excelentes «profesionales». Y el primer minuto del año 1979 se lo repartieron Isabel Tenaille («RTVE les desea un feliz año nuevo») y los niños de milupa. Lo demás estaba convenientemente enlatado. Con play-back hasta en los números de la «gran orquesta ligera de TVE» (que el día 18, ante la huelga, tuvo que abandonar el plató y desplazarse a los estudios privados de Kirios para grabar el sonido). Sin embargo, Kiko Ledgard -quien aprovechó la ocasión para bautizar profesionalmente a su hija Adelaida en tan infeliz noche-, Lauren Postigo, Guadalupe Enríquez y José Luis Uribarri, encuadernados en el chromakey, se obstinaron en hacer creer a la audiencia que se trataba de un fantástico en directo.

En el fondo están convencidos de que tenemos la televisión que nos merecemos y que la audiencia traga lo que le echen. F. García de la Vega, sus colegas en la realización y demás personal técnico, no se atrevieron a dejar constancia de sus nombres en los rótulos de crédito. TVE nos desea un feliz año que saldrá por casi 30.000 millones de pesetas si se cumplen los pronósticos de la sagrada enferma. Una enfermedad que con 30.000 millones se merece la eutanasia.

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