Marcel Granollers se agranda de la mano de Horacio Zeballos y conquista Roland Garros
El español, de 39 años, celebra su primer ‘major’ tras cinco intentos frustrados. Aliado con el argentino, redondea un expediente en el que brillan 30 títulos
Sonríe el presente a Marcel Granollers y su socio, Horacio Zeballos, coronados por fin en un gran escenario después de seis intentonas por parte del tenista español, la cuarta de la mano del argentino. Brincan y chocan el pecho los dos en el distinguido marco de la Chatrier, después de imponerse por 6-0, 6-7(5) y 7-5 (tras 2h 22m) a la dupla británica formada por Joe Salisbury y Neil Skupski. Redondea el barcelonés, pues, un expediente extraordinario, con títulos de todos los colores —250, 500, miles y el maestro, además de la Copa Davis— y uno tan representativo como el de París. No acertó a hacerlo en 2014, entonces aliado con Marc López, pero sí lo festeja ahora, a los 39 años y cuando la noche ya abraza con fuerza la ciudad. Se cierra un círculo.
Lo consiguen Granollers y Zeballos (40) después de una buena dosis de suspense, porque parecían tenerlo más que controlado —hasta la fecha, solo se había registrado un rosco (6-0) en las finales de dobles, en 1991— y posteriormente, todo ha ido complicándose. Inferiores en el desempate de la segunda manga, se rehacen en la tercera y sortean un instante de máxima tensión con esa bola de break (5-5) que finalmente desbaratan. Ahí se crece el argentino, “iluminado”, bromea él, por la placa de Rafael Nadal que luce a un costado de la red; por ahí, la meteórica llegada, raqueta metida a tiempo y el manotazo.
“No es un golpe que uno practique, hay que tener un poco de suerte”, transmite con humildad. Después de ese magnífico golpe por el lateral ha rematado el éxito Granollers agrandándose un en un par de acciones fundamentales. Ahora sí, por fin, París es de ellos. Por fin, un major a la buchaca. “Ahora peso diez kilos menos…”, afirma el catalán. “Lo he jugado con el corazón. La tarde anterior le das muchas vueltas a la cabeza y vas a tres mil revoluciones, porque es inevitable, y sale por ahí el diablillo que te habla… Pero lo hemos conseguido y sabe muy bien”, prorroga ante los reporteros, coronada ya una carrera fabulosa: 30 trofeos, entre ellos el de la maestría, y una huella en el territorio sacro del tenis español: Roland Garros.
Con la muesca, Granollers se une a Manolo Santana (1963, mano a mano con Roy Emerson), Emilio Sánchez Vicario (1988 con Andrés Gómez y dos años más tarde con Sergio Casal) y el dúo formado por Feliciano y Marc López (2016). Y eso que empezó este 2025 de mala manera, con una lesión en el pectoral que le(s) impidió competir a última hora en Melbourne. “Se lo agradezco, sentí su apoyo. Al final, el dobles se trata de esto”, expresa feliz a la par que vacío. Se percibe el desgaste anímico derivado de la segunda mitad del pulso, sobre un fino alambre todo. Pero no lo podían dejar escapar, dice Zeballos: “Habíamos hecho ya tres semifinales aquí…”.
Y, cuenta el zurdo de Mar del Plata, para sobreponerse a ese tipo de circunstancias contó con una asesoría especial. No es mala la procedencia: “Les pedí consejo a McEnroe, a Charly [Alcaraz], a Tim Henman… Y Charly me dijo: “Andá ganála. No te dejes nada”. Eje capital en este último capítulo, el argentino incide en que ambos venían “trabajando durísimo” y al final han alcanzado la recompensa: bingo en París. Por delante vislumbran ahora Wimbledon, a tres semanas vista y donde se quedaron a un solo paso del triunfo, dos veces: finales en 2021 y 2023. “Pero ahora, voy a disfrutar esto por varios días…”, desliza Zeballos. Dejan huella los dos: llueve y brillan dos hombres felices bajo el techo.