Andy Murray, el último estímulo para Djokovic
El campeón de 24 grandes anuncia al escocés como nuevo entrenador, apenas cuatro meses después de que se retirase, para lograr a los 37 años otro impulso
¿Qué puede ocurrir en medio de un sábado aparentemente tranquilo, en el que el foco se concentra en la recta final de la Copa Davis de Málaga cuando la temporada tenística está ya a punto de bajar la persiana? Un bombazo, ni más ni menos. El que depara el tenista más laureado de todos los tiempos, Novak Djokovic, necesitado de un último estímulo después de haber ganado todo lo habido y por haber, y que parece haber dado con él: se llama Andy Murray. Sí, Sir Murray. El escocés, retirado desde finales de julio, cuando finalizó su participación en los Juegos Olímpicos de París, será el próximo entrenador del serbio, que anunció el nexo por medio de sus redes sociales y con un mensaje cargado de humor, siguiendo la estela irónica dejada por el británico cuando colgó la raqueta. “De todas formas, nunca me gustó el tenis”, posteó el de Dunblane en su día. “De todos modos, nunca le gustó la jubilación”, transmite ahora Nole, de 37 años y ganador de 24 grandes.
No han transcurrido ni cuatro meses desde su retirada, pero Murray necesita del tenis de la misma forma que Djokovic precisaba de un golpe de tuerca para estimular de nuevo el apetito, toda vez que logró en París el último de sus sueños, ese oro olímpico que se le resistía, y que más allá de superar los 109 trofeos de Jimmy Connors —totaliza 99— y el 25 que le auparía por encima de la australiana Margaret Court en el terreno de los majors, parecía haber satisfecho más o menos el hambre de ganar. Error. La incorporación del escocés supone toda una declaración de intenciones y viene a suponer un verdadero golpe de efecto. Es decir, al balcánico no le basta con lo que tiene y se alía con un formidable competidor que seguramente pueda aportarle una nueva óptica en esta recta final de su carrera, ambos 37 años. Siempre mezclaron bien. En realidad, pocos enemigos se granjeó Murray, campeón tan gruñón como respetado. El único que tuteó al Big Three.
“Hemos jugado el uno contra el otro desde que éramos unos críos. Durante 25 años hemos sido grandes rivales y nos hemos empujado el uno al otro más allá de nuestros límites. Tuvimos algunas de las batallas más épicas de nuestro deporte”, explica Djokovic. “Nos llamaron Game Changers (Transformadores del Juego), Risk Takers (algo así como amantes del riesgo) o History Makers (Creadores de Historia). Pensé que nuestro relato podría haber terminado, pero aún nos queda un capítulo final. Es la hora de que uno de mis adversarios más duros se acerque a mi esquina. Bienvenido a bordo, entrenador, Andy Murray”, prorrogaba en el vídeo, salpicado de escenas y abrazos entre ambos, dos de los tenistas más incisivos que han existido desde el ángulo competitivo. Dos fieras. Un cóctel explosivo.
En total, Djokovic y Murray se enfrentaron 36 veces y prevaleció el primero (25-11). Sin embargo, el escocés logró llevarle casi siempre al límite, al igual que a Nadal y Federer. A sus espaldas quedan 46 trofeos, tres de ellos grandes, y la defensa del número uno durante 41 semanas (entre 2016 y 2017); también, una desagradable pelea con las lesiones y, sobre todo, con su cadera, que le obligó a pasar un par de veces por el quirófano. El británico compitió durante sus últimos años en el circuito con una cadera de titanio y enarboló siempre un extraordinario sentido táctico, amén de su férreo espíritu. Pocos estrategas como él en la era moderna. Padre de cuatro hijos, la dedicación de Murray hacia el tenis ha sido plena y ahora, sin haber tiempo apenas para saborear la retirada, se embarca en un atractivo proyecto con un hombre que durante el último curso ha jugado más que nunca a la carta: los Grand Slams y su país, las únicas razones que le mueven hoy día a Nole.
Por primera vez desde 2005, el serbio sellará el año sin haber ganado ningún título, pero a cambio, logró hacerse con el oro olímpico que tanto perseguía y tantos quebraderos de cabeza le originó. Es decir, misión más que cumplida para él, capaz de alcanzar la final de Wimbledon pese a haber pasado un mes antes por el quirófano para reparar el menisco que se rompió en Roland Garros. Antes, en Australia, cedió ante Jannik Sinner en las semifinales y en septiembre, pensando ya en tomarse un respiro, llegó al US Open sin fuelle y se despidió rápido, en la tercera ronda. Posteriormente renunció a París-Bercy y la Copa de Maestros, y ahora anuncia la nueva aventura, que añade otro nombre de relumbrón a su banquillo. Asociado históricamente al esloveno Marian Vajda, también contó con Boris Becker, Andre Agassi (de manera fugaz), Radek Stepanek y Goran Ivanisevic para que le asesoraran desde el box.
Ahora lo hará Murray y el tenis aguarda con entusiasmo a la respuesta de la fórmula. Queda por ver cómo combinan dos personalidades tan fuertes y si la tutela del escocés, fuego en la pista, puede aportarle un último plus al Djoker. En cualquier caso, la diversión parece garantizada. “Jugaba al tenis, ahora juego al golf”, reza su descripción en X. Y ahora, también, entrena a un ganador tan insaciable o más que él.