España – Inglaterra: Un partido para la eternidad
La selección, que ha superado enredos dentro y fuera del campo, y ha hecho de la unión la fuerza y del balón su arma en el césped, disputa la final del Mundial ante las inglesas como bandera de un deporte al alza
Desde que se pusieron las botas y explicaron que el derecho a jugar no se negocia, por más que se llevaran bofetadas en forma de vituperios y agravios, las futbolistas han ido derribando fronteras y barreras, demoliendo prejuicios y machismos, desmontando pensamientos arcaicos alrededor del deporte que con el paso de los años sacan los colores a la sociedad. Porque la pelota es universal y porque...
Desde que se pusieron las botas y explicaron que el derecho a jugar no se negocia, por más que se llevaran bofetadas en forma de vituperios y agravios, las futbolistas han ido derribando fronteras y barreras, demoliendo prejuicios y machismos, desmontando pensamientos arcaicos alrededor del deporte que con el paso de los años sacan los colores a la sociedad. Porque la pelota es universal y porque el pase y el gol no entienden de sexo ni condición alguna. Hace tiempo que así se relata con equipos como el Barça, el Lyon, el Wolfsburgo y el Chelsea, entre otros, con una Champions que a cada curso reúne a más figuras y aficionados. También las ligas inglesa y española van al alza —siempre acompañadas de la estadounidense y la francesa—, siembra que ha resultado en la final del Mundial (12.00, La1).
Un España - Inglaterra que ya es un partido para la eternidad porque ninguna tiene la estrella en el escudo, esa que se han ido poniendo EE UU (cuatro), Alemania (dos), Noruega y Japón. Esta Copa del Mundo será, en cualquier caso, la constatación de la eclosión y profesionalización del fútbol jugado por mujeres. El balón también es de las chicas.
No ha sido sencillo para España plantarse en Sídney. Ni para el seleccionador Jorge Vilda, que se mantuvo en pie —validado por la federación—, cuando el pasado septiembre 15 jugadoras decidieron renunciar a ser convocables, disconformes con la gestión y profesionalidad que les envolvía, también con el técnico. La respuesta fue clara. La Federación cerró filas en torno al seleccionador. Y explicó que quien quisiera volver tendría las puertas abiertas. Las mejoras, además, han ido llegando después de que se pasara en cinco años de tres a 27 millones de presupuesto. En estos años se ha pretendido plasmar con la absoluta lo que en las categorías inferiores se repetía por definición, triunfo tras triunfo: siete Eurocopas y tres Mundiales en cinco años.
Ahora es el turno de las mayores, de un fútbol que se oficializó en España en 1983 y que contó con su primera liga en 1988. Corta historia. Como la de España en los mundiales femeninos: este es el tercero para ellas de los nueve que se han disputado.
Enfrente estarán las Lionesses, selección que ya apeó a España en los cuartos de la última Eurocopa. “El año pasado les pasamos por encima, pero el resultado es lo que cuenta. Sé lo que sintió Inglaterra y lo que tiene de nuevo delante”, resolvió Vilda, que entiende que se batirán a un conjunto que le discutirá el balón y las ofensivas, que tiene mordiente y gobierno de las áreas. No le falta razón: España (84,2%) e Inglaterra (83,7%) tienen la mejor precisión en pases de todo el Mundial; también son los más precisos para pasar el balón ante la presión rival (La Roja 77,5%; las inglesas 74,6%). “Será una batalla táctica y técnica. Eso no va a cambiar. Pero es que tampoco es día de cambios. Tenemos que ser nosotros. Presionar y atacar como sabemos, unido a la lucha”.
Recogió el testigo la seleccionadora inglesa Sarina Wiegman, que ya llevó a Países Bajos al subcampeonato mundial en 2019 y a Inglaterra al éxito en el pasado Europeo: “España es un gran equipo que tiene una alineación estupenda. Es un conjunto dinámico que siempre juega a la ofensiva y que lo ha hecho muy bien durante el torneo. Aunque no ha cambiado mucho de lo que he visto en el pasado”. Paredes, sin embargo, le llevó la contraria: “Este equipo ha cambiado de mentalidad, ha mejorado en lo físico, en el entendimiento del juego, en sumar experiencias… Y la mezcla de juventud y veteranía, que es una combinación muy buena, nos ha llevado a tener confianza. Eso, unido al trabajo, nos brinda la oportunidad de jugar la final”. Por lo que Wiegman admitió: “Sí, España será un desafío. Pero nosotros también lo seremos para España”.
“El fútbol no nos pertenecía”
Pase lo que pase, en cualquier caso, será el triunfo del fútbol femenino. Heroínas las inglesas, que tras conquistar la Eurocopa y después de muchas horas de diálogo entre las jugadoras, la Asociación de Fútbol (FA) y las instituciones, lograron que el Gobierno anunciara una inversión mastodóntica en el deporte escolar: casi 700 millones para que todas las niñas del país reciban un mínimo de dos horas de educación física semanales que garanticen el igual acceso a todos los deportes, incluido el fútbol, y que se fomente la práctica deportiva femenina.
En España también se está dando el cambio, pues el país se ha volcado con el equipo —sobrarán las pantallas gigantes en las ciudades para seguir la final—, ahora futbolistas de renombre y modelos para las nuevas generaciones. “España siempre ha sido un país de fútbol. Pero a nosotras se nos hacía sentir que no era nuestro lugar; nos ponían pegas, nos decían que no nos pertenecía”, reflexionó en voz alta Paredes; “la generación anterior a la mía fue la que hizo más fuerza. Fueron cabezotas y desde entonces se ha ido empujando para que se invierta en nuestro deporte. Si esta final sirve para que sepan que este lugar también es nuestro, que se puede y que podemos ser referentes, pues eso también es historia y nos hace felices”.
Llegaron 32 selecciones a Australia y Nueva Zelanda, y quedan dos. Inglaterra no ha desplegado el mejor fútbol, con apuros ante Haití de inicio (1-0), contra Nigeria en cuartos (0-0 y 4-2 en los penaltis), sin poder contar con las lesionadas Beth Mead, Fran Kirby o la capitana Leah Williamson. Pero tiene una mentalidad de hierro, un juego eléctrico, y futbolistas que bailan con la pelota como las azulgrana Bronze y Walsh, además de Bright, Greenwood, Russo y James. Delante estará la España de Vilda y Aitana, siempre de juego reconocible —incluso cuando cayó ante Japón por cuatro goles; no perdió la esencia, pero sí la compostura—, que ya ha pasado de ser un proyecto a una realidad, que nunca había logrado superar una eliminatoria en un gran torneo hasta ahora. “Este grupo ha superado adversidades muy complejas, ha sido capaz de estar unido desde el principio, trabajando. Ganó a Suecia por primera vez en la historia, se levantó tras el partido con Japón, y ha creado un equipo que va a jugar la final del Mundial”, expuso Vilda, que antes de irse, remató: “¡Vamos España!”. Un equipo, varias generaciones, un país y, al fin, un deporte mundial.