Estados Unidos no puede con Musovic, la meta que lo paró todo, y cae eliminada en el Mundial

La portera de Suecia suma hasta 11 paradas durante el partido para desdibujar al equipo norteamericano, apeado por primera vez en su historia antes de semifinales

Musovic se tira al suelo para atrapar el balón ante Sophie Smith.ASANKA BRENDON RATNAYAKE (REUTERS)

Hortig se colocó los brazos en jarra y, enfrente de Naeher, le retó con la mirada para alargar el suspense del séptimo penalti para Suecia, el que de meterlo le otorgaría el triunfo y eliminaría a Estados Unidos, cuatro veces ganadora del Mundial -la mitad del total-, nunca fuera del podio. Un par de pasos y chut a la derecha, donde Naeher puso el guante pero se le dobló la muñeca, lo suficiente para que la bola fuera a la portería. Aunque la norteamericana, de ref...

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Hortig se colocó los brazos en jarra y, enfrente de Naeher, le retó con la mirada para alargar el suspense del séptimo penalti para Suecia, el que de meterlo le otorgaría el triunfo y eliminaría a Estados Unidos, cuatro veces ganadora del Mundial -la mitad del total-, nunca fuera del podio. Un par de pasos y chut a la derecha, donde Naeher puso el guante pero se le dobló la muñeca, lo suficiente para que la bola fuera a la portería. Aunque la norteamericana, de reflejos felinos, la sacó. ¿O no? Eso protestaba Hurtig, eso reclamaba saber la colegiada. Hasta que el VAR dictó sentencia: gol y victoria sueca, castigo para Estados Unidos y gloria para la guardameta Zecira Musovic, un molinillo de brazos que escupió todos los disparos rivales, una gigante con guantes. Por eso todas las compañeras fueron a abrazarle al acabar la rueda de los lanzamientos desde los 11 metros, llorera incontenible de la verdadera protagonista del encuentro.

Jugó Estados Unidos volcada al ataque, arrinconando a Suecia, recordando esa versión de equipo campeón que no había descorchado todavía en el Mundial. Pero se topó con Musovic, que se desempeña habitualmente en el Chelsea. Lo intentó Trinity Rodman con persistencia, un torbellino por la derecha que rompía tantas líneas como caderas. Lo mismo pretendió por el otro costado Sophie Smith, irregular aunque de quiebros eléctricos. Y también probó fortuna Horan, que llegaba desde atrás para sorprender a todos menos a Musovic. Manos aquí y allá, estiradas para la videoteca -11 realizó durante el duelo- y gritos de confianza, también palmadas de las compañeras que observaban ojipláticas el show de las manoplas.

Extrañó que el técnico Vlatko Andonovski sacara del campo a Rodman, la mejor hasta el momento y pusiera a una Williams que, claro, tampoco derribó el muro de Musovic. Nadie podía con ella y si algo fallaba, como en ese remate de Horan de cabeza, acudía el larguero para repeler el esférico. Incluso Alex Morgan apareció en los compases finales para conectar un testarazo, para comprobar que la portera sueca de raíces serbias -sus padres abandonaron el país por la Guerra de los Balcanes en los años 90- sacaría todos los balones. Cosa que se permitió recordarles en la prórroga. Remate de izquierda de Morgan; zapatazo de Williams; chut de Smith… Más paradas, más festejos, más abrazos. Por lo que se llegó a la tanda de los penaltis. Fue entonces cuando Musovic repasó con el preparador de las guardametas por dónde lanzaban habitualmente las rivales y, de tan concentrados que estaban en la tarea, la portero se perdió el coro de todas las jugadoras suecas, el discurso de unión. Pero eso a ella no le hacía falta porque en cada ocasión que una compañera acudía al punto de cal, les entregaba la bola en la mano y les decía alguna palabra, las justas para sacarles una sonrisa, para destensarles.

No paró penalti alguno Musovic, aliada con los tobillos torcidos de Rapinoe y Smith, también con el poste en el último de Ohara. Después actuó el VAR y determinó que Hurtig había logrado el gol, que la pelota había entrado por milímetros pero por completo, que Suecia estaba en cuartos y Estados Unidos en las alcantarillas. Fue entonces cuando todas las jugadoras abrazaron a Musovic, que se puso a llorar sin remisión. Había sido el bastión sueco, la gigante con guantes. Así que esta arquera graduada en Economía, de perfil creativo porque cocina pan de masa madre y también pinta, con voz en las redes porque se posiciona en contra de la guerra o tira de humor cuando le lanzan comentarios machistas, dentro de unos días volverá a ajustarse los guantes del mismo modo que se llevará una bolsa con el botellín de agua y una toalla blanca a la portería, como suele. “Un día me convertiré en la mejor portera del mundo”, señaló con 19 años, cuando todavía jugaba en Suecia. No se sabe si lo conseguirá, pero lo que está claro es que con ella alcanzó para eliminar por primera vez a Estados Unidos antes de una semifinal.

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