Maternidad y deporte, una lucha por la conciliación

En los Juegos de Tokio tuve que decidir entre asistir a la cita y poner en riesgo la lactancia de mi hijo de once meses o renunciar a la competición y tirar por la borda todo el trabajo hecho

La entrenadora Yareimi Vazquez, a la izquierda, junto a la gimnasta Hillary Heron, a la derecha, de Panamá, con su hija Aitana en la Villa Olímpica.Maja Hitij (Getty Images)

Siempre había imaginado que ser madre era una de las cosas más bonitas del mundo. Cuando di a luz a mi primer hijo hace ya cuatro años, descubrí que estaba en lo cierto: sin duda, la experiencia más especial que he vivido nunca, pero a la vez una tarea difícil y un aprendizaje constante.

Justo después de dar a luz, me planteé uno de los retos más ambiciosos, por no decir el que más, que me he propuesto como deportista: ...

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Siempre había imaginado que ser madre era una de las cosas más bonitas del mundo. Cuando di a luz a mi primer hijo hace ya cuatro años, descubrí que estaba en lo cierto: sin duda, la experiencia más especial que he vivido nunca, pero a la vez una tarea difícil y un aprendizaje constante.

Justo después de dar a luz, me planteé uno de los retos más ambiciosos, por no decir el que más, que me he propuesto como deportista: llegar a competir en menos de un año a los Juegos Olímpicos de Tokio. Fue un camino arduo que culminó de una manera que no hubiera deseado. El comité organizador puso muchas dificultades para que pudiera llevar a mi hijo conmigo. Eran unas condiciones inviables para mí, pero también para mi familia y equipo. Tuve entonces que decidir entre asistir a los Juegos y poner en riesgo la lactancia de mi hijo de once meses o renunciar a ellos y tirar por la borda todo el trabajo hecho.

Desde ese momento, entendí que ninguna deportista debía renunciar a ser mamá y ninguna madre debía renunciar a ser deportista de élite. Me vi en la necesidad de reivindicar mi situación, y también la de otras muchas compañeras, y luchar por que ninguna mujer deportista tenga que renunciar al sueño de ser madre, si lo desea.

Gracias a vivir la maternidad en primera persona, he podido comprender el difícil y largo camino que tenemos por delante, no solo las deportistas, sino todas aquellas mujeres que deciden ser madres y deben conciliar la vida laboral con la familiar. Me siento afortunada de poder dedicar parte de mi tiempo a luchar por esta causa.

Después de los Juegos empecé a trabajar para intentar cambiar y mejorar la conciliación en el deporte. El primer paso fue crear, en 2022, la Comisión de Maternidad y Deporte del Comité Olímpico Español. Decidimos las medidas más básicas que debían aplicarse con urgencia. Uno de los ejemplos esenciales, sin ir más lejos, poder viajar con el bebé a las competiciones. Sobre todo, a las de larga estancia, como los Juegos, donde puedes llegar a estar casi un mes fuera de casa. En ello, por supuesto, va implícito que se proporcionen, en dichas competiciones, escuelas infantiles y salas de lactancia para que las deportistas puedan conciliar su vida familiar y profesional. Estas, y varias medidas más, fueron enviadas al Comité Olímpico Internacional a inicios del presente año para intentar que se implementaran en París.

Me enorgullece pensar que, gracias a nuestro trabajo y el de muchos otros deportistas y equipos técnicos alrededor del mundo, estos son los primeros Juegos en los que se han implementado estas medidas reales y efectivas. Hace unos días, Pau Gasol, miembro de la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Internacional y quien me ayudó a trasladar todo este trabajo al COI, me envió orgulloso fotos hechas por él mismo de la sala de lactancia y la escuela infantil y no pude sentir mayor satisfacción.

Es bonito pensar que en la delegación española hay varias madres que pueden aprovechar estas ventajas y centrarse en sus objetivos: Ana Peleteiro, Maialen Chourraut o Teresa Portela, por ejemplo. Saber que van a poder pasar tiempo con sus bebés, además de una ventaja física, también supone un beneficio emocional y mental para las y los deportistas. Estas pautas también favorecen a los papás deportistas que deseen aprovecharlas.

Soy consciente de que mi camino hacia Tokio como madre fue desde una posición privilegiada. Sé que dispongo de un altavoz y unos recursos que no todo el mundo tiene y que también cuento con un entorno que me ha ayudado y empujado siempre que lo he necesitado. Cuando empecé todo esto el objetivo era claro: garantizar que las actuales deportistas madres, así como la generación futura de deportistas que quieran serlo, no tengan que elegir entre sus carreras y el deseo de formar una familia. Echando la vista atrás, al igual que mi preparación para los JJ OO de Tokio, el camino no ha sido fácil. Está claro que todo lo que se ha conseguido hasta la fecha supone un avance impensable hace unos pocos años y, en mi opinión, muy necesario. Por suerte, cada vez más estamentos y federaciones están reconociendo estas necesidades y, consecuentemente, adaptando sus políticas para crear entornos más inclusivos para las deportistas mamás. Todavía queda mucho por recorrer, pero esta es la dirección correcta.

Esta semana estaré en París apoyando a la selección de natación artística. Me hace especial ilusión ver a mis compañeras competir, así como ver a nuestra delegación en la villa y poder darles ánimos. Pero también estoy deseando ver todos los avances que se han implementado en estos Juegos de París y que lucharemos para que también se adopten en otras competiciones.

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