París no será el final

París 2024 (Bruguera) es el libro que Ibáñez no pudo terminar y es, también, una ventana abierta al proceso de creación del dibujante

Portada del libro París 2024.

Con cada gran cita deportiva, una dosis extra del talento de Francisco Ibáñez. Los seguidores del genial dibujante esperaban cada dos veranos una nueva entrega de las aventuras en tebeo de los detectives Mortadelo y Filemón. Los agentes de la T.I.A (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) se desplazaban al país anfitrión para proteger de alguna amenaza los Juegos Olímpicos o el ...

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Con cada gran cita deportiva, una dosis extra del talento de Francisco Ibáñez. Los seguidores del genial dibujante esperaban cada dos veranos una nueva entrega de las aventuras en tebeo de los detectives Mortadelo y Filemón. Los agentes de la T.I.A (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) se desplazaban al país anfitrión para proteger de alguna amenaza los Juegos Olímpicos o el Mundial de turno. Su singular y adictiva incompetencia, guiada por el enorme talento y originalidad de su creador, convertían cada peripecia en una lectura divertida y ágil, en la que el absurdo dominaba el relato, llevando al lector a la sonrisa o hasta la carcajada, independientemente de la edad. Porque muchas infancias pasaron a la edad adulta y siguieron leyendo las historias de Ibáñez. Porque muchos niños se siguen incorporando hoy al universo del autor, que falleció en julio de 2023.

París 2024 (Bruguera) es el libro que Ibáñez no pudo terminar y es, también, una ventana abierta al proceso de creación del dibujante. La línea con la que marcaba el espacio que debían ocupar los textos en cada viñeta; las páginas mecanografiadas con el guion y en la que las palabras subrayadas y en mayúsculas indicaban las onomatopeyas que tendrían un mayor tamaño de texto; los primeros trazos del lápiz, que ayudaban a ordenar cada escena; y esa página 20, que con esas viñetas puras que ya nunca se terminarán, con ese último esbozo de Mortadelo y Filemón, abren al lector la puerta de la historia del cómic. Una oportunidad única -tal y como indican Arturo Pérez-Reverte en el prólogo y Jordi Canyissà en el epílogo- de adentrarse en el universo íntimo que había entre Ibáñez y sus personajes.

Un motivo para la emoción y el agradecimiento por tantos buenos ratos y tantas risas. Una razón para regresar a alguna de las más de 12.000 páginas de aventuras y reencontrarse o descubrir detalles. Un argumento para presentarle a alguien este mundo guasón en el que el autor se ríe de todo y de todos. París 2024 podrá ser el último libro de Ibáñez. Pero en ningún caso el final de una historia compartida con millones de lectores.

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