Alberto Ginés: “Mi oro es un milagro, necesito instalaciones con urgencia”
El escalador que consiguió la medalla de oro en Tokio reclama más ayudas públicas para poder prepararse de cara a los siguientes Juegos Olímpicos
A falta de dos competidores en la vía de dificultad, Alberto Ginés era oro olímpico en escalada. Las cámaras se centraron en su figura esperando un estallido de alegría que nunca llegó. Tan solo dibujó una sonrisa tímida mientras, a su lado, sus dos compañeros de podio daban saltos. “No soy mucho de expresar mis emociones y, además, no estaba seguro de haber ganado así que me contuve por miedo a hacer el ridículo”, explica Ginés...
A falta de dos competidores en la vía de dificultad, Alberto Ginés era oro olímpico en escalada. Las cámaras se centraron en su figura esperando un estallido de alegría que nunca llegó. Tan solo dibujó una sonrisa tímida mientras, a su lado, sus dos compañeros de podio daban saltos. “No soy mucho de expresar mis emociones y, además, no estaba seguro de haber ganado así que me contuve por miedo a hacer el ridículo”, explica Ginés en conversación telefónica. En su camino hacia el oro, el escalador de Cáceres, de 18 años, no solo agradece la ayuda de su entrenador y seleccionador nacional, David Maciá, sino la del psicólogo del CAR de Sant Cugat, Josep Font, quien le dio las claves para manejar la presión.
Pregunta. ¿Cómo explica el oro logrado en Tokio, usted que estaba convencido de que la medalla era imposible?
Respuesta. Lo cierto es que no sé muy bien cómo explicar este resultado. Hasta que no compites no puedes dar nada por perdido, pero la calidad inmensa de mis rivales y mi breve recorrido en la élite nos hacían pensar que el resto iban a estar mucho mejor preparados. En Tokio he sabido manejar muy bien los nervios, convenciéndome a mí mismo de que era un día como otro cualquiera de competición en el que no me jugaba nada extraordinario: tenía que hacer lo que hago siempre solo que en un escenario diferente. Creo que esto me ayudó mucho.
P. ¿Por qué pensaba que lograr una medalla era imposible?
R. Presuponía que mis rivales iban a estar más fuertes que nunca. Hace apenas nada veía vídeos de Adam Ondra o de Jakob Schubert, soñando ser como ellos, y de la noche a la mañana me encuentro compitiendo a su lado, dos leyendas de la escalada de dificultad. Es fácil creer que no eres tan bueno como ellos: hace apenas cuatro años todos eran mis ídolos y no es fácil asumir mi nueva realidad. Afortunadamente, ahora muchos de ellos son muy buenos amigos, lo que da un aire de normalidad a nuestros enfrentamientos. De hecho, de no haber ganado yo me hubiese gustado que lo hiciese Alex Megos [alemán]. No he podido hablar con Ondra, pero imagino que el hecho de haberse quedado sin medalla ha debido ser un palo para él. En 2019, antes del preolímpico, me invitó a entrenar con él en su casa y fue como vivir el sueño de un chaval que entrena con su ídolo. Lo agradecí muchísimo [Megos y Ondra son los únicos escaladores que en roca han sido capaces de alcanzar el 9 c de dificultad].
Entrenar el bloque en España es muy complicado porque no existen instalaciones adecuadas
P. Durante la aproximación a los Juegos trabajó usted mucho la velocidad y la cuerda en detrimento del bloque. ¿Por qué?
R. En la velocidad tenía mucho margen de mejora y entrenar el bloque en España es muy complicado porque no existen instalaciones adecuadas y además el bloque es un poco aleatorio: te pueden tocar bloques que se te den bien o algunos que no seas capaz de hacerlos. Apostarlo todo a mejorar el bloque era arriesgado. Fue la decisión acertada porque es lo que me ha dado la victoria.
P. En París 2024 habrá dos sets de medallas: unas para la velocidad, y otras para la combinada de bloque y dificultad. ¿Se le complican las opciones de medalla?
R. Ahora mismo sí que lo veo complicado porque necesito con urgencia unas instalaciones de bloque de primer nivel en el CAR de Sant Cugat para poder preparar esta disciplina muy a fondo.
P. ¿Eso es responsabilidad de las instancias públicas?
R. Sí, porque una iniciativa privada no sacaría rédito de semejante inversión. Un rocódromo de alto rendimiento no sirve para el público normal. Necesitamos una subvención pública.
La ausencia de infraestructuras en España nos obliga a un peregrinaje agotador
P. ¿Su oro es un milagro teniendo en cuenta los numerosos viajes a Pamplona, a Austria y a otros países del arco alpino para entrenarse?
R. Lo cierto es que sí. La ausencia de infraestructuras en España nos obliga a un peregrinaje agotador: es cansancio y pérdida de tiempo en reposo. Luego, otro problema es que en Sant Cugat prácticamente entreno solo, aunque tengo unos amigos, pero necesitaría escaladores fuertes como Mikel Linazisoro para poder entrenar mejor, superarme, y él lo mismo. Creo que el equipo español de escalada debería poder entrenarse en un mismo espacio, que podría ser el CAR de Sant Cugat. Además, para que mi medalla no sea un caso aislado hacen falta años de trabajo y si queremos más medallas en el futuro hay que empezar a trabajar desde ahora mismo y pensando no solo en París, sino en 2028.
P. Nathaniel Coleman, segundo en Tokio, ya es una leyenda en Estados Unidos y solo en contratos de publicidad tendrá la vida resuelta. Usted ya forma parte del poderoso equipo Black Diamond, pero también precisará ayudas de anunciantes no relacionados con la escalada…
R. La intención es que pueda vivir de esto, y no sé si he recibido alguna oferta en este sentido, pero espero que algo llegue porque como cualquier atleta necesito una estabilidad económica para poder llevar una vida dedicada al máximo rendimiento en mi especialidad, la escalada. De todas formas, deseo seguir estudiando y poder hacer Fisioterapia.
P. Este último año, ¿cuántos días ha escalado en roca?
R. Creo que ninguno. No tengo tiempo y la roca no es compatible con la competición, que se desarrolla en estructuras artificiales. Ahora me voy 15 días a Céüse [una escuela de escalada deportiva en roca, en Francia] con mis amigos y mi padre, pero es una excepción porque en septiembre tengo Mundial y prueba de la Copa del Mundo.
P. ¿Quedan lejos esos años en los que iba a escalar con su padre?
R. Los recuerdo con enorme cariño, pero ahora tengo que estar centrado en la competición porque es lo que más me motiva. A la roca regresaré, seguro, siempre que me motive.
P. ¿Cómo ha cambiado su vida en apenas un año?
R. Sí que ha cambiado, mucho. Todo lo que hago tiene más presencia en los medios, tengo que cuidar mucho lo que digo y hago porque todo tiene más repercusión. Ahora trabajo en equipo con una agencia, Lymbus, que son los que gestionan mis contratos y mis relaciones con la prensa. Es una ayuda porque así puedo centrarme en los entrenamientos y me quitan un peso de encima muy grande. Antes, a veces cerraba entrevistas y después ni me acordaba.
P. Parece que gran parte de su éxito tiene que ver con el trabajo de David Maciá, ¿es así?
R. Es así al 100%. Mi relación es extraordinaria: entreno con él desde que tenía 11 años y nos entendemos muy bien. Sé lo que piensa y él sabe cómo pienso yo y si tengo un mal día me suaviza la sesión de entrenamiento y si me ve más motivado me hace apretar un poco más.
Seguiría escalando aunque no compitiese, aunque no pudiese vivir de ello
P. ¿Qué significa para usted escalar?
R. Es mi vida. Escalo desde los tres años. Seguiría escalando aunque no compitiese, aunque no pudiese vivir de ello. Creo que nunca dejaré de escalar mientras la motivación siga a mi lado.
P. ¿Trabaja con el psicólogo Josep Font en el CAR de Sant Cugat?
R. Sí, lo cierto es que meses atrás la cabeza me estaba jugando malas pasadas en las competiciones y su ayuda me resultó inestimable. Llegó un momento en el que los nervios me hacían fallar en competiciones en las que debería haber logrado un buen resultado y afronté el problema con la ayuda de Josep.
P. ¿Ha seguido el caso de Simone Biles?
R. Sí, y a mí la presión ya me ha jugado malas pasadas sin ser nadie conocido. Al final los problemas de salud mental son tan importantes como el resto de lesiones.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter especial sobre los Juegos de Tokio