Elaine Thompson, la nueva diosa de la velocidad, hacia su segundo oro
La jamaicana domina las semifinales de los 200m, donde brillan dos namibias vetadas en los 400m
Llueve a mares y cuando para la humedad revuelta convierte en irrespirable el aire de Tokio, el de su Estadio Olímpico, tan perfectamente cerrado que ni una gota de brisa se cuela, si no es la generada por ventiladores gigantes en los pasillos. En la pista no hay ventiladores, sino un generador de velocidad vuelta tras vuelta de los 5.000m, y un tifón llamado Sifan Hassan, la neerlandesa que gana los 5.000m, cómoda, tranquila, justo doce horas después de ganar bajo el sol que quema de la mañana una serie de 1.500m en la que concedió una ventaja de 30 metros (involuntariamente, se había caído) ...
Llueve a mares y cuando para la humedad revuelta convierte en irrespirable el aire de Tokio, el de su Estadio Olímpico, tan perfectamente cerrado que ni una gota de brisa se cuela, si no es la generada por ventiladores gigantes en los pasillos. En la pista no hay ventiladores, sino un generador de velocidad vuelta tras vuelta de los 5.000m, y un tifón llamado Sifan Hassan, la neerlandesa que gana los 5.000m, cómoda, tranquila, justo doce horas después de ganar bajo el sol que quema de la mañana una serie de 1.500m en la que concedió una ventaja de 30 metros (involuntariamente, se había caído) a sus rivales, entre ellas, la española Esther Guerrero, cuando solo quedaban 300m (la catalana quedó eliminada; pasó a semifinales la soriana Marta Pérez, con la mejor marca de su vida, 4m 4,76s).
Al día siguiente de que un italiano ganara los 100m, una portorriqueña poderosa, Jessica Camacho (12,37s), de 24 años, gana los 100m vallas, un predio estadounidense habitualmente (primer oro del atletismo de la isla caribeña); un griego gana la longitud (y priva a Cuba de un sucesor del Iván Pedroso campeón olímpico el año 2000), y un marroquí gigantesco, Soufiane el Bakkali, de 25 años, se impone en los 3.000m obstáculos, la prueba nacional de los kenianos, ganadores del oro siempre desde México 68 salvo cuando no participaron por boicot, en 1976 y 1980. Y los velocistas estadounidenses están secos de victorias.
La geopolítica tradicional del deporte anda enloquecida excepto en un territorio, el de la velocidad femenina, posada jamaicana, en la que el dominio de la diosa de los 100m, Elaine Thompson, vistas las semifinales de los 200m, parece que no tendrá freno. A menos que dos adolescentes namibias, ambas de 18 años, Beatrice Masilingi y, sobre todo, Christine Mboma, se lo impidan en la final de este martes (14.50).
Ambas atletas casi niñas marcaron durante la temporada algunas de las mejores marcas mundiales de los 400m: 48,54s Mboma, séptima mejor marca de la historia; 49,53s Masilingi. Serían favoritas para la distancia en Tokio si la federación internacional no las hubiera vetado aplicándoles el código antiSemenya: aquellas mujeres cuyo nivel de testosterona natural, producida por su organismo, sea superior a 10 nanogramos por mililitro no podrán participar en carreras de entre 400m y una milla. Aparentemente, solo en ese arco de distancias, justamente las favoritas de la sudafricana, doble campeona olímpica de los 800m, las mujeres hiperandrogénicas cuentan con una ventaja injusta. Si la burundesa Francine Niyonsaba demostró en las semifinales de 5.000m, de las que fue descalificada, que su talento poco tiene que ver con la testosterona, las dos jóvenes namibias, recicladas en el 200m, demostraron que su talento, sea la distancia que sea, es tremendo.
Sobre todo Mboma, que saliendo mal, corriendo desacompasada, acelera en la recta y adelanta hasta a la favorita estadounidense Gabby Thomas, y no sabe ni lanzarse con el pecho hacia la última línea, sino que la atraviesa sin más. Solo dos atletas bajaron de los 22s. Una es Thompson, que corrió una semifinal de fuego, 21,66s, igualando su mejor marca, y la otra Mboma, que corriendo en su estela llegó en 21,97s, su mejor marca de siempre y nuevo récord mundial juvenil.
La niña de Banana Ground, el pueblo rodeado de bananeros hasta donde se pierde la vista en el que creció Thomson, persigue un logro que solo Usain Bolt ha conseguido, ganar en dos Juegos seguidos las dos pruebas de velocidad, 100m y 200m. Bolt lo hizo tres veces (2008, 2012 y 2016). Thompson, en Río, y está a 200m de repetir en Tokio. Sería la primera mujer. Ninguna de las más grandes de la historia lo ha hecho. Ni Florence Griffith Joyner, la que en Seúl 88 ganó 100m y 200m acompañados de récords mundiales imposibles y aún increíbles (10,49s y 21,34s), repitió. Tampoco Fanny Blankers Koen (Londres 48), Marjorie Jackson (Helsinki 52), Betty Cuthbert (Melbourne 56), Wilma Rudolph (Roma 60) o Renate Stecher (Múnich 72), reinas de unos únicos Juegos.
Lo que será imposible es la reactivación del Código Jamaica 123, un nuevo barrido del podio de velocidad como en los 100m de Pekín 2008 y Tokio 2020. La tercera de los 100m, Shericka Jackson, que llegaba con un tiempo de 21,86s, fatigada, cayó en la primera serie. ¿Su tiempo? 23,26s, más lento que el de la joven debutante española Jael Bestue, que aunque fue eliminada mejoró al menos su marca personal con 23,19s.
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