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La comida de directivas devuelve algo de calma a la tensa relación entre Barça y Athletic

La recuperación del ritual previo al partido contrasta con la tensión acumulada a raíz del caso Nico Williams, que regresa a Barcelona tras su renovación por los rojiblancos hasta 2035

La celebración de la comida de directivas, ausente en los últimos enfrentamientos entre Barça y Athletic, devuelve un soplo de calma a la relación entre ambos clubes. Durante meses, ambas entidades han encadenado reproches públicos y decisiones que han alimentado un clima de desconfianza creciente: desde las protestas originadas por el Caso Negreira ...

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La celebración de la comida de directivas, ausente en los últimos enfrentamientos entre Barça y Athletic, devuelve un soplo de calma a la relación entre ambos clubes. Durante meses, ambas entidades han encadenado reproches públicos y decisiones que han alimentado un clima de desconfianza creciente: desde las protestas originadas por el Caso Negreira hasta la crispación por el caso Nico Williams, pasando por cánticos ofensivos y desencuentros institucionales que parecían haber roto definitivamente un vínculo históricamente respetuoso. En ese escenario, la reanudación del ritual protocolario previo al partido, acto que se celebrará en el palco del Spotify Camp Nou, aparece como un gesto mínimo pero simbólico, una tregua que no resuelve la fractura, pero que introduce un matiz de distensión en una relación atrapada en una dinámica de desgaste continuo.

La comida institucional convivirá, no obstante, con un foco de tensión vivo: la decisión del Barça de no poner a la venta entradas para la afición del Athletic. El club azulgrana alega motivos de seguridad vinculados al regreso al Spotify Camp Nou, donde todavía no existe un circuito de accesos que garantice la separación de hinchadas. Pero la explicación no ha rebajado el malestar en el entorno rojiblanco, especialmente entre los 468 socios que se habían apuntado al sorteo organizado por el Athletic cuando todavía se daba por hecho que el duelo se disputaría en el Estadio Olímpico de Montjuïc. Aquella previsión —con entradas fijadas en 30 euros— ha dejado ahora una sensación de agravio difícil de desactivar, ya que el cambio de escenario ha echado por tierra la ilusión de aquellos afortunados que pretendían viajar con su equipo.

Así las cosas, aunque la comida institucional supone un gesto de cortesía, ambos clubes afrontan el duelo con la certeza de que cualquier gesto, dentro o fuera del campo, puede volver a encender una relación que lleva dos años al borde del cortocircuito, con una distancia entre ambas juntas directivas más que evidente. En el último duelo en Barcelona, Jon Uriarte, presidente del Athletic Club, viajó directamente al encuentro para evitar la comida previa con Joan Laporta. En la vuelta no se celebró comida de directivas. La actitud del presidente culé en todo el asunto Nico Williams, hablando abiertamente del futbolista y bromeando sobre su fichaje con aficionados culés pese a tener contrato con el Athletic, no gustó en el seno de la entidad rojiblanca. Aquello molestó mucho. “Las normas son para todos y se tienen que cumplir”, contraatacó Uriarte en Arabia Saudí en pleno debate sobre las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor por el Barça.

Nico Williams será uno de los nombres propios del partido. Habrá que ver cómo le recibe la afición blaugrana, que ya le pitó la temporada pasada en el Estadio Olímpico de Montjuïc. Fue algo que le dolió y que no entendió el jugador, que regresa a Barcelona con ganas de reivindicarse. Ernesto Valverde decidirá si lo alinea en el once titular o si, por los problemas de pubalgia que viene arrastrando y que le están impidiendo rendir a su mejor nivel, arranca en el banquillo y sí sea de la partida frente al Slavia de Praga, en el partido de Champions League del próximo miércoles (21.00, Movistar LC).

Los aficionados culés no solo se acordaron de Nico en Barcelona. También lo hicieron en Bilbao al grito de “Nico es culé”, entonando dicho cántico cada vez que el menor de los Williams realizaba una buena acción. Incluso lo cantaron mientras la afición local despedía a Óscar de Marcos en los últimos minutos del partido, algo que molestó mucho a la afición athleticzale.

En este contexto cargado de susceptibilidades, el partido se presenta no solo como un examen futbolístico, sino también como una nueva prueba de convivencia entre dos clubes cuya relación se ha ido deteriorando con el paso de los años. Desde que San Mamés alzara la voz en marzo de 2023 con la primera gran protesta por el Caso Negreira, la brecha no ha dejado de agrandarse entre reproches, cánticos ofensivos, frialdad institucional y polémicas en torno a la figura de Nico Williams.

Así las cosas, el gesto de compartir mesa antes del partido no oculta que las posiciones siguen alejadas y que las heridas continúan abiertas tanto en los despachos como en la grada. Barça y Athletic llegan al encuentro conscientes de que la tensión sigue latente y de que la relación institucional necesita algo más que una comida de directivas para volver a la normalidad que un día la caracterizó.

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