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Cata Coll: “Es mucho peor estar 90 minutos sin tocar el balón que tener que parar un penalti”

La portera del Barcelona y de la selección española analiza su gran actuación en el clásico y antes del partido ante el Chelsea para hablar de la actualidad deportiva, de su personalidad y juego

Con la puntualidad por bandera, llega antes de tiempo. Convierte la entrevista en una charla distendida: interpela, pregunta y ríe. Dentro del campo muestra el mismo descaro y desparpajo que en la grada. “Soy extrovertida, alegre, hago bromas y pico a la gente”, sonríe Cata Coll (Pórtul, Mallo...

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Con la puntualidad por bandera, llega antes de tiempo. Convierte la entrevista en una charla distendida: interpela, pregunta y ríe. Dentro del campo muestra el mismo descaro y desparpajo que en la grada. “Soy extrovertida, alegre, hago bromas y pico a la gente”, sonríe Cata Coll (Pórtul, Mallorca; 24 años). Su carácter la ha catapultado a ser una de las mejores porteras del mundo, titular indiscutible en el Barcelona y en la selección española desde hace dos años. Campeona del mundo y de Europa, su vitrina es intachable. Destaca por sus paradas; pero sus regates a las delanteras la hacen inconfundible. “Mi juego es arriesgado, no lo niego. Pero es lo que me define. Para eso me hice portera: para sentir que detrás de ti no hay nadie”, confiesa. La adrenalina y el vértigo le apasionan; la crítica le impulsa.

- ¿Han vuelto a colgar tweets con críticas en el vestuario?

- Antes del Madrid hubo alguno.

Y Cata, confesa antimadridista, sonríe. Para las azulgranas, fue motor de ambición antes del clásico del sábado. “Era un partido que necesitábamos a nivel de juego y sensaciones. Fue el mejor Madrid al que me he enfrentado. Creo que el resultado no es real”, explica. Durante el encuentro, hasta cuatro goles fueron anulados, en los que intervino el VAR low cost implementado este año. “Es el principio y habrá que tener paciencia, ¿pero hasta cuándo? Siento que se pierde mucho tiempo. Cuando empezó, en algún partido se añadieron 16 minutos; es como jugar una prórroga”, se queja Cata. La mallorquina, el sábado, fue absoluta protagonista: sus paradas en uno contra uno, y en un disparo desde los once metros a Caroline Weir, salvaron el 4-0 del encuentro.

Sobre la polémica sobre si fue penalti o no, Cata lo tiene claro: “Yo lo paré porque no era penalti. Lo he visto muchas veces. Creo que yo no la toco, Ona [Batlle] un poco y [Athenea] se deja caer”. No fue el único litigo de la acción: se comentó que no estaba sobre la línea de gol. “Vi la repetición, porque me sorprende, ya que casi nunca me adelanto. Los comentaristas dijeron que estaba adelantada. No sé si la norma se sabe: si estoy saltando, pero sobre la línea, no hay que repetirlo. Me reí en mi casa. Siempre veo los partidos repetidos para zanjarlos. Todo eso de que hice yo el penalti, de que si estaba adelantada… me lo apunto, y al siguiente partido”, comparte Cata.

Su personalidad, carismática, divaga entre la tranquilidad y la garra. Capaz de dormir 10 horas o echarse una siesta antes de una gran cita, es incapaz de estar quieta durante una hora en casa. Pero bajo palos, su serenidad sale por sus poros. Fantasea con chutar un penalti, y se siente relajada cuando tiene que pararlo. “¿Qué tengo que perder?”, pregunta. “Nada”, responde inmediatamente. “Tú esperas que la meta. Y si el portero lo para, es un paradón. Pero lo normal no es pararlo: el que chuta va dos segundos antes que tú, porque sabe dónde va a tirar”, explica. No siempre lo ha relativizado con tanta sencillez, y ha necesitado trabajo psicológico para mejorar. “Sentía la responsabilidad de pararlo para el equipo. Y claro que lo quiero parar. Pero no me responsabilizo de si lo meten o no. Tiene más que perder el que chuta que no el que para”, concluye.

Emocionalmente, le ha ayudado un gesto: el de simular que fuma tras una parada. “Si hacía una buena jugada, mi excitación subía tanto que luego cometía errores por ese exceso. Con mi psicólogo pactamos que haría el gesto cada vez que hiciera una buena acción, porque me la fumaba, y ya no existía”, comparte Cata. “Los futbolistas tenemos una fachada jugando, porque te sientes indestructible”, añade.

Pero también existen debilidades. “Contar mis problemas, a mi gente, amigos, pareja… me cuesta. Cuando me pasa algo me encierro y me siento más débil por contarlo”, explica Cata. Sobre el campo, la flaqueza es otra: “Cuando hay partidos que no toco el balón 90 minutos es muy duro. Es una debilidad, porque me aburro mucho. Pienso en que me tengo que concentrar, y no puedo. Me pongo a pensar en qué haré mañana, miro la grada si alguien ha venido a verme… Cuesta mucho estar concentrada 90 minutos sin hacer nada. Para mí eso es mucho peor que parar un penalti o hacer un uno contra uno”.

Su ambición, y la del equipo, se canaliza en este jueves, en el partido ante el Chelsea en la liguilla de la Champions, donde el Barcelona reina primero. Viejo conocido, Cata lo considera un “clásico”. Pero habrá una gran ausencia: Hannah Hampton, la portera rival, lesionada. “Me apetecía jugar contra ella”, interrumpe Cata. ¿Por qué? “¿Tú qué crees?“.

No se refería a una revancha personal después de que Hampton se llevase el trofeo Yashin en la gala del Balón del Oro a mejor portera del mundo por encima de ella a pesar de ganar por 8-2 en el global de las semifinales. “Es una porteraza, de las mejores del mundo. Hizo muy buena Eurocopa: si no fuera por ella, Inglaterra no hubiese llegado a la final. Y con el Chelsea hace temporadas muy buenas. Se lo merecía”, comparte Cata. Y sonríe, como si llevase meses esperando a tener un micrófono enfrente. Hampton, en un podcast inglés, aseguró que, durante la tanda de penaltis de la final, la azulgrana tenía apuntes en su botella, y que la agarró y la lanzó al público, burlándose de ella. “Me hizo gracia. No entiendo por qué lo dice: hay cámaras. Si mientes te van a pillar. Se ve que la botella está ahí a mi lado. Y acaba el partido, cojo mi toalla, mi botella y me voy. Quedó retratada”.

Más allá de la polémica, Cata respeta el nivel del Chelsea, partido que vaticina como duro. Pero aún más confía en su equipo, en la ambición y en La Masia. Y ella se ha ganado a pulso que sus compañeras se encomienden a ella.

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