Ante el Betis, sonríe el Atlético de siempre

No hay mal que cien años dure. El Atlético, que no había ganado ninguno de sus siete partidos fuera de casa en lo que va de curso, se estrenó con un convincente triunfo ante un equipo, el Betis, de mucho fútbol y poca pegada. Simeone y los suyos realizaron un viaje hacia atrás. Se convirtieron, por fin, en un equipo complicado de superar, no muy brillante, pero efectivo. El Atlético de siempre, que desespera al rival y que sabe dormir los partidos a pesar de jugársela con un repliegue tan intensivo frente a los verdiblancos. En ese fútbol de trincheras, el Betis se desesperó aunque lo intentara de mil maneras. El gol a los cuatro minutos de Giuliano le sentó como un tiro. No lo esperaba. Todo fue remar y remar para chocar con los centrales del Atlético, unos fiables Giménez y Le Normand, todo bajo la batuta de Koke, que parece un chaval. En última instancia, además, apareció Oblak para frustrar a los béticos, en especial en la segunda mitad, cuando Lo Celso capitaneó la embestida andaluza. Un partido de los de antes para este Atlético, que sale del marasmo para hacerse con la cuarta plaza en un duelo directo con este Betis que juega bien, pero al que le falta mucho colmillo en duelos de esta trascendencia. A Simeone se le da bien el equipo verdiblanco, con el que solo ha perdido dos veces desde que llegara al banquillo atlético en 2012.

A los cuatro minutos, un remate de Giuliano de volea después de un rebote se convirtió en el 0-1. Un escenario idílico para este equipo que llegó a Sevilla con dudas, goleado por el Arsenal, ante un rival en racha, que acumulaba ocho partidos sin perder. Simeone dio libertad a Baena e hizo algo interesante. Adelantó mucho a los extremos, Giuliano y Nico. En especial el primero fue un tormento para la defensa del Betis. Los de Pellegrini, a pesar del contratiempo, fueron fieles a su estilo. Tocar y tocar en busca del hueco ante el ya sabido paso atrás del Atlético. No sufrió demasiado el equipo rojiblanco, que incluso gozó de dos opciones claras al contragolpe. Una la salvó Pau López y la otra, tras otro jugadón de Giuliano, la tiró fuera Julián Alvarez.

El Betis lo intentó de todas las maneras, pero no tuvo ese talento que desequilibra cuando los partidos se ponen difíciles. Apenas le creó peligro al Atlético, que acabó el primer acto con un buen gol de Baena. El internacional recortó y marcó tras otro contragolpe mientras medio Betis reclamaba un penalti sobre Natan. No pareció suficiente el agarrón sobre el central bético como para decretar la pena máxima y el Atlético aprovechó para hacer el 0-2. El golpe fue duro para el Betis que, fiel a su filosofía, no renunció a ir a por el Atlético con paciencia, buen juego y, eso sí, una absoluta falta de eficacia.

El cambio de Lo Celso por Roca estaba cantado. El argentino, junto con Antony, impulsó la rebelión del Betis. Oblak estuvo muy certero en dos disparos del argentino y todavía el larguero repelió una gran falta de Abde. No era el partido del Betis. Simeone se dio el lujo de quitar a Baena y Julián después de que hicieran su trabajo. El partido acabó con el Atlético perdiendo tiempo en el campo del Betis, seguro de su botín, orgulloso de esa vuelta a los orígenes que le sirvió para estrenarse, por fin, a domicilio. Un equipo que supo vivir de los errores del Betis, sobre todo en el inicio y el final del primer tiempo, para llevarse una victoria con justicia. El Betis juega bien, pero no tiene pegada.