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El Barcelona encuentra en el Johan un pequeño refugio

Un total de 5.862 culés, con más mayoría local y familiar de lo habitual en Montjuïc, vio a su equipo debutar en casa esta temporada en una noche atípica pero tranquila tras la imposibilidad de jugar en el Spotify Camp Nou

Tan solo 5.862 personas llenaron el Estadi Johan Cruyff en el primer partido oficial del Barça en casa. Tampoco hubo hueco para muchas más. Tras el exilio de la afición culé a Montjuïc, el Barcelona salió de la Ciudad Condal por primera vez en su historia en un partido ofic...

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Tan solo 5.862 personas llenaron el Estadi Johan Cruyff en el primer partido oficial del Barça en casa. Tampoco hubo hueco para muchas más. Tras el exilio de la afición culé a Montjuïc, el Barcelona salió de la Ciudad Condal por primera vez en su historia en un partido oficial por el retraso de las obras y permisos del Spotify Camp Nou. Una situación atípica para los jugadores, que salieron a calentar mirando a las gradas. Pero sobre todo para los aficionados. Algunos confesaban su enfado; otros, más comprensivos, se resignaban a esperar al Camp Nou. En general, se compartía una ilusión: la de ver al equipo por primera vez en casa este curso.

La mayoría respondía en catalán o castellano. Familias y jóvenes locales fueron los que mayoritariamente llenaron las gradas, imagen diferente a la de Montjuïc, donde el inglés era el idioma predominante en las colas del lavabo. Y a pesar de que se realizó un sorteo entre los 16.151 socios abonados de las dos últimas temporadas para conseguir las entradas, algunos turistas explicaban que las habían obtenido en reventa o gracias a conocidos. Otros habían comprado alguno de los 475 asientos VIP —sillas normales de plástico con una funda negras detrás de los banquillos— que partían de unos 600 euros y no tardaron en rondar los 1.000. “Menos palcos; el club es de los socios”, gritó uno de los aficionados hacia la directiva. Aun así, el Johan no se llenó, y aunque el ambiente terminó más animado, en ocasiones fue eclipsado por los cánticos de la esquina valencianista con 290 entradas reservadas.

“Está lejos, eh”, coincidían unos cuantos aficionados sobre el Johan Cruyff, feudo del femenino y filial inaugurado en 2019 sustituyendo al Miniestadi de la corona de la Ciudad Deportiva Joan Gamper en Sant Joan Despí, a unos 25 minutos en coche del Camp Nou y a 45 en transporte público. Algunos acudieron en taxi, explicaban; otros utilizaron el refuerzo de buses lanzadera y de Renfe desde Barcelona. Más valientes fueron los que llegaron en coche: tres horas y media antes del partido ya era imposible encontrar un hueco libre.

Y más complicaron lo tuvieron con las colas al salir, con taxis rodeando el estadio para recoger a los aficionados. También fue un rompecabezas para el Barcelona colocar a la prensa. En total, 240 periodistas fueron acreditados: 30 de prensa escrita, otros 30 fotógrafos y 40 para las radios. El resto, televisiones con derechos. También la seguridad y los servicios del estadio se multiplicaron en comparación a otros días de partido, sobre todo centrados en colocar a los espectadores, poco habituados al estadio, en sus respectivos asientos. La noche fue tranquila, y transcurrió sin incidencias, dando fin a una situación atípica, aunque quizás, no extraordinaria. El Barcelona vuelve a jugar en casa el próximo fin de semana contra el Getafe. El Johan quizás podría volver a ser una opción.

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