

La jerarquía de Koke y Griezmann templa al Atlético para derrotar al Villarreal
Los rojiblancos logran su primer triunfo ante el Villarreal con goles de Barrios y el debutante Nico González
En el día de las peñas, el Atlético se presentó en el Metropolitano en el alambre, mellado por contabilizar solo dos puntos, el peor arranque de la era Simeone. En el ambiente flotaba que un traspié podía provocar la mayor pitada que el preparador argentino ha podido escuchar en sus catorce años en el banquillo rojiblanco. El rival, el Villarreal de Marcelino, siempre molesto y con un inicio invicto de competición con el lustre de siete puntos sobre nueve.
A ese escenario peliagudo se sobrepuso el Atlético con un triunfo necesario y un fútbol por momentos atractivo. Barrios y su último fichaje Nico González, con dos buenos goles culminaron el juego de un equipo más vivo y preciso. Formó Simeone con aliños de jerarquía. Koke y Griezmann, los dos veteranos aparcados en el banquillo en el inicio del curso. Ante la ausencia de los lesionados Almada y Baena, la presencia de Griezmann en el once estaba más que cantada, la de Koke no tanto. Los dos estuvieron imperiales para templar y dirigir a un equipo necesitado de futbolistas con cicatrices.
También tuvieron que ver las trazas de futbolista ya hecho de Nico González para que el último fichaje jugara de inicio. El decepcionante inicio de temporada ha situado al Atlético en lo que Simeone define como “momentos para hombres”, jugadores para competir sin que se les encoja el pie ni se les nuble la cabeza. El zurdo argentino enseñó primero más piernas que desborde para terminar entonándose y conectar un buen cabezazo que le agrandó su carta de presentación.
El Atlético se arrancó bravo, con buena velocidad de balón, vertical y la intención de presionar la salida del Villarreal. Bajo ese plan los rojiblancos acogotaron a los futbolistas de Marcelino, pero también comprobaron que cualquier desajuste en la presión por no ganar los duelos en las disputas y en los uno contra uno abría el campo para las transiciones del Villarreal. Los pivotes Parejo y Thomas, que regresaba para medirse a su maestro Koke, lanzaron un par de pullas verticales para que las explotaran el habilidoso y potente Pépé, el exquisito Moleiro y el astifino Mikautadze. Asumió ese riesgo Simeone y obtuvo recompensa rápido, Antes de que se cumplieran los primeros diez minutos Giuliano incomodó una cesión hacia atrás de Cardona que acabó en Julián Alvarez, el argentino limpió de tacón la jugada para la llegada desde atrás de Barrios. El canterano buscó el contrapié de Luiz Junior para engañarle.
Barrios está pletórico de físico y mejoró jugadas cuando caía a posiciones interiores. Simeone suele decir que eso de robar arriba y presionar le gusta a los jugadores de talento porque quitan y enseguida están disparando a puerta. A su Atlético siempre le ha ido mejor cuando juega con las revoluciones altas que cuando debe temporizar y mascar los ataques. Era la cuarta vez que el Atlético se ponía por delante en el marcador en lo que va de campeonato y también se repitió, como ante Espanyol, Elche y Alavés la posibilidad de aumentar la ventaja nada más marcar,
Giuliano culminó con un derechazo mordido y cruzado una combinación eléctrica y precisa. Mejoró el Atlético mucho respecto a las entregas rápidas y los apoyos para romper al rival respecto a los tres primeros encuentros. Con todo, se encontró con el único error de Koke en todo el partido. Un pase atrás que dejó a Moleiro frente a Oblak. Al canario se le fue por medio palmo su intento de ajustar su remate. El propio Moleiro le volvió a faltar tino después de burlar con la cintura a Llorente en el área. Esta vez no fue lastimado el Atlético tras adelantarse en el marcador. El Villarreal se mantuvo amenazante, con Pépé en noche de driblador imparable también de francotirador para reventar en la cruceta un libre directo con el intermedio ya marcado en el reloj. Se fue aliviado el Atlético y regresó un tanto sometido por el Villarreal. Fue el momento de Llorente para culminar una cabalgada con una rosca que encontró una de las grandes virtudes de Nico González, el remate de cabeza. Su testarazo reventó las redes de Luiz Junior y cerraba un partido que ya era un todo o nada para Simeone y su Atlético.