El Bournemouth ahoga al Liverpool y el árbitro le devuelve el aire

Mo Salah se fue ovacionado. Acababa de meter dos goles para el 0-2 definitivo y el grupo de hinchas del Liverpool desplazados al Vitality Stadium de Bournemouth estaban felices. Pero la hinchada local no dejaba de cantar: “¡El árbitro es un scouser!”. El árbitro es de Liverpool, coreaban, señalando a Darren England. Esto no es común en Inglaterra. La indignación se propagó en las redes sociales. Ningún hincha inglés olvidará que este sábado el Bournemouth sacó al Liverpool del partido a base de presión y dinamismo mientras England, nombre inolvidable, le devolvió a la competición a fuerza de silbatazos. Así también se ganan campeonatos. De momento, tras su escandaloso paso por la costa sureña de Inglaterra, el Liverpool, que venía de empatar dos partidos de cuatro en liga, da un estirón en la clasificación con 56 puntos en 23 partidos. Nueve puntos más que el Arsenal y 14 más que el City.

La designación de Darren England para pitar el Bournemouth-Liverpool llamó la atención. England no pitaba al Liverpool desde el 30 de septiembre de 2023, cuando una investigación interna del comité inglés de árbitros, el Professional Game Match Officials Limited (PGMOL), dictaminó que había cometido un “significativo error humano” al invalidar un gol legal al Liverpool. Fue contra el Tottenham y el tanto, de Luis Díaz, fue anulado por el juez de línea por un fuera de juego que England, en la sala VOR, convalidó sin revisar. Las imágenes, sin embargo, revelaron que Díaz estaba en posición legal. Tras una investigación, PGMOL mandó a England a la nevera. Nunca más se aproximó a partidos del Liverpool. Hasta este sábado.

England dio la impresión de hacer un intento desesperado por resarcirse. Hostigado por el Bournemouth, que salió a presionarlo a su campo, el Liverpool se vio en la misma clase de dificultades que viene encontrando en los últimos meses. Si MacAllister y sus compañeros no perdieron el sitio y la fe, fue gracias a una serie de decisiones arbitrales alevosas, desproporcionadas, o simplemente erradas, que a la hora de juzgar circunstancias parecidas condenaban siempre al Bornemouth. Comenzando por el penalti pitado a Cook por correr detrás de Gakpo. Sucedió en el minuto 30. Gakpo se tropezó solo y cayó en el área mientras Cook lo perseguía. Las imágenes no aclararon nada pero la sala VOR dictaminó que hubo contacto. El contraste entre la evidencia y la sentencia resultó incomprensible. Salah metió el 0-1 y el Liverpool aflojó la soga que le apretaba el cuello.

Andoni Iraola hizo un ejercicio de autocontención para evitar la expulsión. El entrenador vasco del Bournemouth fue amonestado con cartulina amarilla por protestar. No solo el penalti. En el mediocampo saltó a la vista el agravio. Cuando un jugador del Bournemouth robaba un balón con contacto físico, England señalaba falta. Si el que robaba el balón en el cuerpo a cuerpo era uno del Liverpool, la jugada se dejaba correr. Así hasta que el partido se rompió y Salah, en un contragolpe en el minuto 75, metió el 0-2 con un delicado toque al segundo palo. Fue el gol 21º del egipcio en esta Premier, que lidera como cañonero por delante de Haaland, que colecciona 18. Fue el fin de la disputa en el Vitality Stadium.

El Bournemouth, que va camino de batir el récord de puntos del club en la Premier, se quedó a las puertas de Europa. Un punto le habría igualado al City en la cuarta posición, con derecho a Champions. El 0-2 le relega al séptimo puesto con 40 puntos, por detrás de Chelsea (40), Newcastle y City (41), Forest y Arsenal (47), y Liverpool (56).