Real Madrid RMA
5
Kylian Mbappe 36', Vinicius Junior 47', Endrick 107', 118', Federico Valverde 111'
Celta CEL
2
Jonathan Bamba 82', Marcos Alonso 90' (p)
Finalizado

El Madrid escapa de su propio enredo ante el Celta

Endrick termina de rescatar en la prórroga al equipo de Ancelotti, que se desconectó tras ir 2-0 y permitió al rival remontar para rematarlo luego y pasar a cuartos

Endrick, Valverde y Rodrygo celebran el gol del uruguayo al Celta, el cuarto del Madrid.Juan Medina (REUTERS)

Cuando el Real Madrid parecía haber salido contra el Celta del hoyo al que había caído en el terrible clásico de Arabia, se tiró de nuevo dentro, cavó un poco más, rozó el ahogo, pisó el fondo y volvió a escapar del agujero en la prórroga rumbo a los cuartos de final de la Copa del Rey. Sigue desconcertado, pero aún está vivo, después de representar una versión aún más loca de las locas noches del Bernabéu en la que regresó del ostracismo Endrick para voltear la noche.

RMAReal Madrid
5
Andrii Lunin, Fran García (Jude Bellingham, min. 91), Antonio Rüdiger, Raúl Asencio, Lucas Vázquez, Aurélien Tchouaméni, Luka Modric (Federico Valverde, min. 78), Dani Ceballos (Eduardo Camavinga, min. 69), Brahim Díaz (Arda Güler, min. 69), Kylian Mbappé (Endrick, min. 78) y Vinícius Júnior (Rodrygo, min. 105)
CELCelta
2
Iván Villar, Óscar Mingueza, Marcos Alonso, Carl Starfelt, Javi Rodríguez (Javier Manquillo, min. 94), Sergio Carreira (Franco Cervi, min. 74), Williot Swedberg (Pablo Durán, min. 55), Ilaix Moriba, Fran Beltrán (Hugo Sotelo, min. 55), Hugo Álvarez (Jonathan Bamba, min. 66) y Borja Iglesias (Fernando López, min. 74)
Goles 1-0 min. 36: Kylian Mbappe. 2-0 min. 47: Vinicius Junior. 2-1 min. 82: Jonathan Bamba. 2-2 min. 90: Marcos Alonso. 3-2 min. 107: Endrick. 4-2 min. 111: Federico Valverde. 5-2 min. 118: Endrick
Arbitro José Luis Munuera Montero
Tarjetas amarillas Raúl Asencio (min. 90), Iván Villar (min. 95), Marcos Alonso (min. 100), Carl Starfelt (min. 100), Endrick (min. 108), Borja Iglesias (min. 110)

Antes del desenlace liberador en el segundo tramo del tiempo extra, había atravesado todos los mundos emocionales y de juego imaginables. Hubo muchos partidos en uno. Superó un tramo de duelo y enfado de su gente, otro de resurgimiento progresivo con el impulso de Mbappé y uno incluso recreativo. En ese punto, ya con 2-0 y una buena colección de buenas ocasiones para más, después de un paseíllo de aplausos para los cambios, Camavinga, que había concedido un penalti a Gavi en Yeda, dio un mal pase en la salida y rescató al Celta, que no había bajado los brazos, aunque las butacas ya habían empezado a vaciarse. Se perdieron la película clásica del Bernabéu, pero al revés: el Madrid, remontado cuando parecía que ya no había más. En realidad, el Madrid se remontó a sí mismo con un penalti de Asencio que permitió el empate. Como si hubiera olvidado las frustraciones que ha provocado a otros, como si persiguiera demostrar que podía empeorar el desastre de Yeda, pero por otro camino.

Y eso que sabía cómo estaba su gente, con ganas de desahogo ya desde las presentaciones por megafonía. Tchouameni empezó a coleccionar silbidos antes de empezar, más que Lucas Vázquez, Vinicius y Ancelotti. El italiano introdujo seis cambios respecto al clásico de la final, pero mantuvo a los más señalados, sobre todo el francés, aunque lo situó como pivote. Y allí dejó un partido muy notable, tal vez su mejor función del año. Su lugar al lado de Rüdiger lo ocupó Asencio, el más celebrado, atento y contundente al corte. Pero hasta eso se dio la vuelta cuando derribó a Bamba a cinco segundos del minuto 90 y Marcos Alonso abrió con su gol el paso a una prórroga insólita.

El camino hasta ese punto fue, por supuesto, retorcido. El Madrid mostró de salida cierta enmienda en la actitud. Iba a buscar muy arriba al Celta, que tenía dificultades para encontrar a Fran Beltrán e Ilaix Moriba para avanzar. El Real los fue cegando poco a poco hasta convertir la noche en un monólogo. Pero un monólogo tedioso. Estaban Modric y Ceballos en el campo, pero ni así hilaba el Madrid algo parecido a un propósito. Iba a un lado, regresaba, y no dejaba un rasguño en la zaga del Celta. A mediados de enero, el Madrid es un equipo a la espera de un fogonazo, por rara que sea la manera en que prenda. Pocas más extrañas que las del 1-0, que empezó en el área de Lunin. Vinicius recuperó un balón en la frontal, pero se entretuvo y la pelota acabó suelta atravesando de lado a lado hacia el lugar al que corría Swedberg. Allí se le cruzó Lunin, que fue al suelo y le dejó protestando en la hierba porque le tocó los pies con las manos. Pero el árbitro no apreció penalti y la vida tenía que seguir. Ya hablaría el VAR.

Mbappé ya volaba hacia la otra portería. Se enganchó a la pelota en el centro del campo y atravesó hasta Iván Villar. Aunque antes de alcanzarlo se le cruzó Javi Rodríguez. Lo burló y reventó la red. Otra carrera de 50 metros del francés que terminó en gol, como en Yeda. El Real a la estela de la inspiración de Mbappé, de nuevo el más brillante del grupo. El francés escogió el momento justo para darle el balón a Brahim al borde del fuera de juego, y desde ahí el malagueño lanzó a Vinicius al espacio. Solo ante el portero, el brasileño no falló.

El Madrid empezó a divertirse, incluso con destellos de fantasía, hasta que le asaltó el apagón y se perdió de nuevo. Pero al fondo del caos, aún late la llama del desmelene absurdo. Apareció Endrick y reventó la red desde la frontal. Y luego Valverde aún desde más lejos. Y al final de nuevo el chico brasileño que llevaba tiempo extraviado y de tacón terminó de rescatar del extravío al Madrid para depositarlo en los cuartos.

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