El Alavés no sabe rematar a un Valencia trémulo
El equipo de Baraja deja de ser el colista gracias al empate sobre la bocina de Dani Gómez
El Valencia salió vivo de un partido que tenía perdido gracias a la candidez del Alavés, que no supo rematar a un equipo que acusó los nervios por su agónica temporada. El optimista dirá que este empate le permite el equipo de Baraja abandonar la posición de colista de la Liga al acabar el año, pero el pesimista se marchó de Mestalla tras ver uno de los peores encuentros del Valencia, que, eso sí, consigue al menos encadenar dos partidos seguidos sin perder.
El Alavés se encontró un chollo en Mestalla. Un Valencia torpe y asustado al que se le enredan las piernas. Un rival que parece jugar con las botas cambiadas. El hasta entonces colista ofreció su peor imagen de la temporada, que ya es decir. La plantilla blanquinegra ha entrado en pánico y eso no ayuda. La apuesta de Rubén Baraja por Luis Rioja en el lateral izquierdo, además, facilitó que el Alavés encontrara la puerta de entrada al área en una buena combinación, primero vertical y luego horizontal, que acabó en un agujero en el centro del área, como en cada partido del Valencia. En esta ocasión, lo aprovechó Carlos Martín para adelantar a su equipo.
Otro apagón de una defensa demasiado enclenque. El Alavés pudo haber hecho sangre en una primera parte calamitosa del Valencia. No hizo falta ni ejercer una presión excesiva para que los centrocampistas perdieran el balón. Tiembla el pie de los once del Pipo Baraja y el runrún de la grada aviva el miedo. Nadie sabía el camino hasta Hugo Duro, perdido y sin alternativas por las inmediaciones del área rival.
La suerte de este Valencia con taquicardia es que el Alavés tampoco es el equipo con más filo de la Liga. Eso salvó al equipo de Baraja porque autografió un primer periodo caótico que desesperó a los casi 40.000 aficionados que se niegan a rendirse, a dejar a la deriva a este equipo anárquico. Aunque el Alavés lo tuvo todo de cara, pero los reflejos del guardameta Dimitrievski evitaron el segundo gol tras una gran volea de Stoichkov.
La hinchada está desesperada. Unos cuantos lo demostraron durante la semana en una junta de accionistas suspendida por los incidentes que se produjeron. La tensión se reavivó ayer desde una grada cada vez más moteada con los famosos carteles amarillos que le piden a Peter Lim que libere a una entidad histórica en crisis. Una historia que ya viene de lejos. Así, los aficionados dedicaron los primeros minutos a increpar a la directiva, pero el pésimo rendimiento de su equipo acabó por atrapar su indignación. Ya hace tiempo que todo el mundo en Mestalla sabe que el descenso es mucho más que una amenaza o un mal augurio.
El Valencia, y lo palpó un Alavés que se mantiene en la orilla de los puestos de descenso, es un puzle hecho de piezas que no encajan. El conjunto valenciano lo mismo perdía el balón en un córner sacado en corto como Javi Guerra se tropezaba varias veces con un compañero. Es un equipo perdido, desorientado, al que Baraja no logra gobernar por más semanas que pasen.
Pero el futbol muchas veces ofrece sorpresas y esta vez llegó con un penalti incomprensible de Owono, que agarró de una pierna a Diego López dentro del área cuando el balón ya se iba hacia fuera. Este error le ofreció a Luis Rioja la oportunidad de redimirse con el gol de penalti que igualaba el encuentro.
El gol del sevillano estimuló a sus compañeros, que se lanzaron hacia el área de un Owono muy nervioso. La entrada de Pepelu lubricó el juego en la zona media y cuando más entonado estaba el Valencia, Mosquera cometió un penalti, después de otra jugada del Alavés por la banda derecha, que parecía sentenciar Jordán con un lanzamiento impecable.
Pero aún quedaban más volteretas en un final loco en el que Dani Gómez cazó un balón en el área para igualar el pulso, para que el Valencia rascara el empate.