Cuando despedirse es bonito

Este fin de semana hemos tenido unas cuantas despedidas: Alex Morgan, Luis Suárez o las leyendas del Borussia Dortmund. Son ejemplos de terminar bien, de terminar donde quieres

Alex Morgan aplaude a la grada después del partido del San Diego Wave FC contra Carolina del Norte en pasado 8 de septiembre de 2024.Meg Oliphant (Getty Images)

Incluso cuando es necesario, decir adiós es complicado. Nos hemos creído que son más difíciles los inicios que los finales porque las mariposas de la debutante parecen más complicadas de controlar que las de una veterana. Puede ser. Pero todos los que cuelgan las botas cuentan que no hay vértigo más grande que el de no saber qué hacer cuando dejes de hacer lo que llevas décadas haciendo.

Se necesita valor para soltar y se agradece una despedida cariñosa. Este fin de semana hemos tenido unas cuantas: la de Alex Morgan, Luis Suárez o las leyendas del Borussia Dortmund. Las tres exploraron...

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Incluso cuando es necesario, decir adiós es complicado. Nos hemos creído que son más difíciles los inicios que los finales porque las mariposas de la debutante parecen más complicadas de controlar que las de una veterana. Puede ser. Pero todos los que cuelgan las botas cuentan que no hay vértigo más grande que el de no saber qué hacer cuando dejes de hacer lo que llevas décadas haciendo.

Se necesita valor para soltar y se agradece una despedida cariñosa. Este fin de semana hemos tenido unas cuantas: la de Alex Morgan, Luis Suárez o las leyendas del Borussia Dortmund. Las tres exploraron formatos diferentes pero todas coincidieron en rendirse en aplausos y muestras de respeto a quien se despide, agradeciéndole el legado que deja en el deporte, en su país o en el club.

En San Diego, Alex Morgan jugó su último partido como profesional. En un vídeo había comunicado que se retiraba: volvía a estar embarazada y quería colgar las botas después de 15 años de carrera. Su adiós lo celebraron 26.516 personas y aunque su equipo perdió y ella incluso falló un penalti, fue una despedida simbólica.

La iconografía ayuda a escribir la historia y el soccer no se cansa de ampliar su imaginario. Morgan fue sustituida en el minuto 13, su dorsal, justo cuando su equipo acababa de empatar. Con el balón en el centro y rodeada de sus compañeras, se descalzó y se retiró del campo ovacionada y con las botas en la mano. ¡Qué imagen! Al final del partido recibió un ramo de flores de manos de su hija Charlie, de cuatro años. ¡Otra fotaza! “Dice que quiere ser futbolista profesional. Es algo que ahora una niña puede soñar. Me siento orgullosa de haber dejado un fútbol femenino mejor del que encontré”, decía, consciente de su legado. Morgan se retira habiendo conseguido que haya igualdad salarial en su selección y habiéndose asegurado que la NWSL tiene un plan de protección para casos de abusos. ¡Ah! Y con una veintena de títulos, más de 200 goles, 50 asistencias y 400 partidos.

Otro goleador que se despidió fue Luis Suárez, que puso la piel de gallina a 60.000 personas en el Centenario de Montevideo. Lágrimas, abrazos, obsequios, vídeos de goles –los 69 que marcó– y mensajes de cariño de Neymar y Messi para cerrar una etapa histórica con la selección uruguaya. Da igual el tiempo que lleves imaginando que te vas, que cuando llega el momento, te rompes. Suárez no dejó de llorar en ningún momento. Darlo todo una vez más, darlo todo hasta el último día.

Eso hicieron Jakub Blaszczykowski y Lukasz Piszczek en Dortmund, donde el Borussia aprovechó el parón por selecciones para retirarles con honores. Lo especial del homenaje es que ya no estaban jugando en el club. Lo dejaron en 2015 y 2021, pero su recuerdo era tan fresco que hubo llenazo en el Signal Iduna Park. 81.365 fans se lo pasaron en grande en un partido benéfico con Klopp en el banquillo y con leyendas en el verde como Subotic, el actual entrenador Nuri Sahin o Mats Hummels, que se sumó a la despedida.

Terminar bien. Terminar donde quieres. Eso se imagina Carolina Marín, que hace unos días confesaba que no quiere que una lesión le retire, que quiere acabar el partido. Visualiza un final deportivo donde lo ha ganado todo: en una pista de bádminton. Con unas lágrimas distintas a las que la despedían de los Juegos en París. ¡Qué imagen tan dura! Ojalá tenga esa suerte y pueda despedirse bonito.

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