El Alavés de Giuliano Simeone hunde más al Atlético

El hijo del entrenador rojiblanco es clave en la victoria de un Alavés que fue muy superior a su rival

Los jugadores del Alavés celebran el segundo gol, ante un Griezmann cabizbajo.Juan Manuel Serrano Arce (Getty Images)

Desfigurado por el Alavés, el Atlético cayó en Mendizorroza gracias a dos golazos de Benavidez y Luis Rioja y la victoria en la pizarra de Luis García sobre Diego Pablo Simeone. Fue más concreto y claro en su propuesta el equipo local, que tiene la salvación a tiro de piedra. Supo cómo atascar a su rival y cómo ejecutarlo. Lo que para el Atlético debía de ser una ocasión para poner tierra de por medio con el Athletic en la lucha por un puesto en la próxima Champions terminó por convertir el partido entre ambos del próximo sábado en una final.

Golpeados por la eliminación en Dortmund, los futbolistas del Atlético no parecieron estar preparados para un partido de rompe y rasga. Se estancaron en el arranque de pierna dura con el que se abrió el encuentro. Un chorreo de faltas a granel por parte de un equipo y otro. Ese inicio ya avisó al equipo de Simeone que la tarde no pintaba agradable. Tocaba fútbol áspero y no se sintió cómodo el Atlético. Era un duelo para gladiadores y el jefe de los del Alavés pareció Giuliano Simeone. El hijo del Cholo, caído a la izquierda, mostraba lo que pedía el partido. Agresividad en los duelos y rapidez para las segundas jugadas. El vástago mostrándole al padre lo que sus futbolistas no le daban. Guridi, Gorosabel, Benavidez y Kike García estaban en la misma onda de Simeone junior. Ganadores de casi todos los duelos, redujeron a la mediocridad la nómina de jugadores que desplegó el preparador argentino. Destemplados y superados los tres centrocampistas, Koke, De Paul y Barrios y desconectados Correa y Griezmann, su equipo no sabía ni a qué tenía que jugar, ni contra qué, ni contra quién. El Alavés concretó su gobierno del partido con un gol que volvió a evidenciar que la solidez defensiva del Atlético se ha desintegrado este curso.

Carlos Benavidez del Alavés, celebra su gol, este domingo durante el partido contra el Atlético.Juan Manuel Serrano Arce (Getty Images)

Un simple saque largo del portero rival puede ser suficiente para doblar el sistema defensivo colchonero. Eso hizo Siviera. Su patada larga se la ganó Kike García a Nahuel Molina en la frontal del área y la peinada le cayó a Giuliano Simeone. Su centro atrás fue mal despejado y la pelota le cayó a Benavidez en las inmediaciones de la medialuna. Desde allí, el mediocentro uruguayo ejecutó un milimétrico pase a la red. Con el interior de su bota derecha dibujó una curva que se coló junto a la base del poste izquierdo de Oblak. La jugada más primaria puede generar un roto a un equipo arrugado durante todo el curso fuera de casa.

De seguido, con el Atlético aún aturdido por el gol recibido, una pérdida de Lino, girándose en las inmediaciones del área pudo suponer el segundo tanto del Alavés. La rápida transición terminó en las botas de Giuliano Simeone en el punto de penalti. El disparo se le fue alto al chico, en lo que hubiera sido un parricidio deportivo en toda regla. No levantó cabeza el Atlético en todo lo que restaba del primer tiempo. Ni jugó ni amenazó con una jugada potable a Siviera. Fue un equipo descosido, en el que los remiendos que fue introduciendo Simeone en el segundo acto tampoco surtieron demasiado efecto, El Alavés siguió a lo suyo, presionando arriba sabedor de la dificultad que encontraba el Atlético para dar dos pases seguidos. Los futbolistas de Luis García tenían más claro cómo progresar hacia campo contrario. Directos y al espacio, aprovechando el atolondramiento y el desnorte de su rival. Cada galopada de Giuliano Simeone era jaleada con júbilo por una grada que sentía que el partido no se le podía escapar. Solo lo hizo peligrar una incursión de Nahuel Molina culminada con un centro atrás enganchado por Lino. El remate del brasileño lo atajó Siviera sobre la línea de gol. El meta del conjunto babazorro hizo otra parada de mérito en un disparo cruzado de Correa. Tiró de piernas y antebrazo para abortar la última ocasión de la que dispuso el Atlético. Lo siguiente fue ya la sentencia del partido. Una contra de libro, llevada hasta la línea de fondo. Desde allí, Carlos Vicente puso una rosca templada que la esperaba libre de marca Luis Rioja. El violento zambombazo de volea reventó la escuadra de Oblak para dibujar uno de los mejores goles de la temporada. Y el tanto 63 que encaja el meta esloveno en lo que va de curso en todas las competiciones.

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