Aitana Bonmatí: “No podemos comparar Inglaterra y España. Aquí ni quieren ni creen”
La mejor jugadora del mundo conversa con EL PAÍS sobre su vida personal y el momento del fútbol femenino en la previa de la semifinal de Champions entre el Barcelona y el Chelsea
Dicen que para ser la mejor del mundo, primero hay que creerse la mejor del mundo. El problema es que, muchas veces, en el camino entre creerlo y serlo hay de todo. “Gracias a la ambición soy la jugadora que soy hoy”, cuenta Aitana Bonmatí (Barcelona, 26 años), ganadora de todos los premios individuales posibles, ahora también nominada a los Premios Laureus que se entregarán el próximo lunes. “Sin embargo”, aclara, “también he sufrido mucho; he dejado d...
Dicen que para ser la mejor del mundo, primero hay que creerse la mejor del mundo. El problema es que, muchas veces, en el camino entre creerlo y serlo hay de todo. “Gracias a la ambición soy la jugadora que soy hoy”, cuenta Aitana Bonmatí (Barcelona, 26 años), ganadora de todos los premios individuales posibles, ahora también nominada a los Premios Laureus que se entregarán el próximo lunes. “Sin embargo”, aclara, “también he sufrido mucho; he dejado de disfrutar de muchos momentos por querer más, por no estar satisfecha por mi rendimiento”. Cercana, pero tímida. En ocasiones reflexiva, en otras impulsiva. Tan divertida como revoltosa, la personalidad de Aitana está llena de matices. Aparece sonriente en la sala de prensa del Johan Cruyff, en la víspera de la semifinal de la Champions ante el Chelsea. Se acaricia la oreja mientras desvía la mirada. Pero se relaja, tan cómoda que hasta se anima a cantar Arráncamelo, del rapero argentino WOS. “Últimamente, con más experiencia y edad, puedo disfrutar más. También he aprendido a relativizar. No todos los días son redondos”, cuenta. “¿Qué significa estar en paz? Hacer aquello que te apetece en todo momento y ser coherente contigo misma”.
Pregunta. ¿El Balón de Oro la acercó a esta paz de la que habla?
Respuesta. Sigo siendo igual de ambiciosa. Cuando un partido no me ha ido del todo bien, me sigue fastidiando. Me siguen doliendo las cosas. Soy muy autoexigente a pesar de todo lo que he conseguido. Pero no quiero vivir con un tormento en la cabeza que no me deje vivir. El fútbol es una parte muy importante de mi vida, sin embargo, hay otras cosas que me hacen feliz.
P. Por ejemplo.
R. Conectar con mi gente de Ribes [Sant Pere de Ribes, su pueblo a 40km de Barcelona]. Sentir que las cosas no han cambiado. Me gusta mucho viajar, porque me ayuda a desconectar, a vivir experiencias nuevas y a conocer culturas. Eso me llena muchísimo. También tocar la guitarra y el piano, que son cosas que hacía de pequeña. Me conecta con la infancia. Siempre, cuando nos reuníamos con la familia en Navidad, yo tocaba alguna canción que me había aprendido. Me gusta leer. Es un momento de concentración máxima, en el que nada más te está interfiriendo. Y soy muy curiosa, siempre quiero saber el porqué de las cosas. Me viene de mis padres. Me han aportado mucha cultura y conocimiento.
P. ¿Cómo han llevado sus padres todo su éxito?
R. Son personas muy normales, muy humildes. A la gala del Balón de Oro vinieron casi obligados. No les gusta toda esta parafernalia. Prefieren mantenerse al margen. Me han dado mucha tranquilidad, nunca me han presionado. Obviamente, sienten orgullo por una hija que ha triunfado en lo que más le gusta. Ellos han visto cómo lo he luchado toda mi vida, han formado parte del camino. Recuerdo cómo mi padre cogía el tren y el bus y venía a las tantas de la noche. Creo que es un orgullo para ellos, aunque no lo hablemos mucho.
P. ¿Es ese su refugio?
R. Pueden haber cambiado muchas cosas por la repercusión, pero lo más importante es que yo, personalmente, no lo he hecho. No he dejado de hacer las cosas de siempre, mis costumbres, mi gente. Sigo viviendo en Ribes, mi pueblo de toda la vida. Allí siento paz. Puedo quedar con mis amigos, ver a mi familia… hacer cosas de persona normal, ahí es donde yo me siento más tranquila.
P. ¿De qué habla con sus amigos?
R. Les tengo prohibido hablar de fútbol. Con mis amigos y mi familia no quiero hablar de fútbol, de mi fútbol. Esto es mi trabajo, y necesito mi tiempo de desconexión. Hablamos de todo un poco. El otro día estábamos analizando el nuevo disco de Oques Grasses.
P. Se ampara mucho en la normalidad.
R. Siempre he tenido muy claro que soy la misma, y que nada me cambiará. Porque en el momento en que deje de ser yo misma se perderán muchas cosas y no disfrutaré tanto de lo que estoy haciendo.
P. Usted sigue siendo la misma, pero la mirada de su entorno sí ha cambiado.
R. ¿Cómo me ve la gente?
P. ¿Cómo la mejor jugadora del mundo?
R. Me han dado un premio, pero sigo siendo la misma persona. Hay un cambio a nivel de repercusión social, sobre todo en Cataluña, que vaya donde vaya me suelen reconocer. Eso lo he notado mucho.
P. ¿Y le gusta?
R. Me he acostumbrado. Ni me gusta, ni no me gusta. Lo acepto, es parte de la profesión. El año pasado fui reconocida como mejor jugadora del mundo, y entiendo que esto lleva una repercusión muy grande. Lo cojo con responsabilidad, demostrando que sigo en un alto nivel. Sí que es cierto que hay momentos que me gustaría tener mucha más intimidad. También es bueno que pase, antes era impensable. He vivido esos años en que el fútbol femenino era dejado de lado. Ahora estamos viviendo esta realidad que es gratificante y emocionante.
P. ¿Hacia dónde va el fútbol femenino?
R. No lo sé. Supongo que depende mucho de dónde.
P. ¿A qué se refiere?
R. Parece que en algunos países va genial, pero en otros todavía estamos estancadas. Nosotras podemos ponerlo todo de nuestra parte, seguir siendo profesionales y seguir ganando. Pero si las instituciones no quieren apostar, no quieren que esto continúe progresando o no le ven futuro, no va a pasar nada más. No podemos comparar Inglaterra y España. Allí quieren y creen. Aquí ni quieren ni creen. Así que estamos estancadas. El Barça, sin embargo, está fuera de toda esta problemática. No somos pioneras solo a nivel estatal, sino a nivel mundial. Pero si al Barça no le acompañas de una liga profesional como Dios manda, al final es solo un club el que tira del carro.
P. ¿Lo dice por el Madrid?
R. No, digo que el Barça es el único club en España que merece mucho crédito por todo lo que ha hecho por el fútbol femenino.
P. ¿Puede terminar en una fuga de talento?
R. Habría que empezar a tenerlo en cuenta, sobre todo si las otras ligas son más atractivas y ofrecen nuevos retos. No solo es un tema económico, sino también de motivación. Jugar en estadios llenos, por ejemplo. Me sorprende que suceda todo esto en España, que tiene al dos veces campeón de Europa, que es el Barça, y que tiene a la selección campeona del mundo. Es un poco incongruente todo. Se puede convertir en una realidad que las jugadoras jóvenes vean que cada vez hay más oportunidades y motivación fuera. Y es una cosa preocupante.
P. ¿Piensa en marcharse fuera?
R. Tengo un año más de contrato en el club, soy muy culé y llevo 12 años en el Barça. Jugar aquí es un orgullo. Pero soy una persona que nunca, en general, le cierro las puertas a nada. Me dejo guiar mucho por las sensaciones del momento.
P. ¿Ya se imagina ganando la tercera Champions?
R. Sí, ¿por qué no? Al final es el objetivo que nos planteamos a principio de temporada, el que nos hace más ilusión. Ahora estamos en semifinales. Sabemos que el Chelsea será un rival complicado. Siempre digo que estos partidos son los que gusta jugar, los partidos por los cuales soy futbolista. El objetivo es llegar a la final y ganarla, pero no me gustaría mirar más allá de los próximos dos partidos.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.