El Villarreal muere en la orilla

El equipo de Marcelino se queda al filo de una remontada histórica ante el Marsella (3-1)

Los jugadores del Villarreal aplauden al público tras la derrota.Pablo Morano (REUTERS)

Nada está escrito en el fútbol, que siempre muestra novedosas lecturas que alimentan pasiones. Con una desventaja de cuatro goles labrada en una aciaga velada en Marsella, el Villarreal se quedó al borde de una remontada histórica. Sucumbió en la orilla el cuadro que prepara Marcelino García Toral, que marcó tres goles, buscó y mereció el cuarto que hubiera llevado la eliminatoria a la prórroga y se desilu...

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Nada está escrito en el fútbol, que siempre muestra novedosas lecturas que alimentan pasiones. Con una desventaja de cuatro goles labrada en una aciaga velada en Marsella, el Villarreal se quedó al borde de una remontada histórica. Sucumbió en la orilla el cuadro que prepara Marcelino García Toral, que marcó tres goles, buscó y mereció el cuarto que hubiera llevado la eliminatoria a la prórroga y se desilusionó con un golpe postrero del Olympique. “Cabeza altísima”, concluyó el capitán amarillo Dani Parejo. El caso es que ningún equipo español estará en los cuartos de final de la Europa League.

El Villarreal entendió bien pronto que tenía motivos para creer porque encontró caminos hacia la portería del Olympique, que saltó al campo entre contemplativo y desprendido, con la vista en el reloj más que en la pelota. Cuatro goles de ventaja y noventa minutos para gestionarlos nunca puede parecer un mal plan, pero lo es si se bajan los brazos. El Villarreal olió la sangre y se vigorizó a partir de las buenas sensaciones que tuvo de inicio, de los duelos que ganaba Capoue en la medular o de las galopadas en las que Sorloth sometía a la zaga rival. Se impuso el equipo de Marcelino, que le dio ritmo al partido ante un oponente empeñado en pisar el freno.

Marcó Capoue apenas superada la media hora e hizo justicia porque el Villarreal había trabajado para ello, agresivo en la recuperación, hábil en la circulación bajo la batuta de Parejo, arriesgado atrás para trabajar en el alambre. El gol llegó tras una contra que culminó en un centro de Kiko Femenía a un área repleta de rematadores, una definición de la ambición amarilla. El segundo tanto, el que de la fe, pudo llegar antes del descanso. Lo hizo al regreso y ahí ya todo cambió. El Olympique entendió el lío en el que se había metido y trató de aumentar sus niveles de concentración. Ya era tarde porque el Villarreal se había desatado, con la mejor versión en mucho tiempo de Gerard Moreno.

Apenas el meta español Pau López sostuvo al Olympique, incapaz de defender con consistencia los centros al área, sin argumentos tampoco para estirarse y otear la meta defendida de Jorgensen, que entró en el once tras lesión de Reina en el calentamiento. Fue por ahí donde primero buscó soluciones el cuadro francés, que relevó a sus dos delanteros en el descanso para encontrar salidas del laberinto en el que se había metido. No acabó de encontrarlas y se abocó a correr tras el Villarreal, que encontró aliento con el segundo gol, un remate de Sorloth que se validó tras varios minutos de cotejo en el VAR. El estadio, con bastantes asientos amarillos por ocupar, fue un grito: “Sí se puede”.

Se podía porque el Marsella no supo defenderse y el Villarreal dominaba en su área. El gol de Mosquera fue la evidencia de que ese era el camino. Con diez minutos por jugar, que debieron ser más si no media un descuento rácano del colegiado, el milagro pareció próximo. Lo buscó Morales con un tiro lejano que desvió Pau López. Cada córner fue una agonía para el tembloroso Olympique, que sólo respiró al final gracias a una genialidad de Aubameyang que regaló la sentencia a Clauss.

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