Un genio llamado Lamine Yamal decide ante el Mallorca
El desequilibrio del extremo azulgrana, autor de un golazo, y el temple de Pau Cubarsí, sostienen a un Barcelona desfigurado y apesadumbrado por un penalti fallado por Gündogan ante un rocoso rival
Hay jugadas que valen un partido, como la que se marcó Lamine Yamal para abatir a Rajkovic, cuando el Barcelona no encontraba la manera de rendir al Mallorca. El extremo se paró en el costado derecho, muy cerca del pico del área, se perfiló hacia dentro y con el interior del pie puso la pelota en la escuadra ante el asombro de Montjuïc. Vivió el Barça de dos juveniles, Yama...
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Hay jugadas que valen un partido, como la que se marcó Lamine Yamal para abatir a Rajkovic, cuando el Barcelona no encontraba la manera de rendir al Mallorca. El extremo se paró en el costado derecho, muy cerca del pico del área, se perfiló hacia dentro y con el interior del pie puso la pelota en la escuadra ante el asombro de Montjuïc. Vivió el Barça de dos juveniles, Yamal y Cubarsí, genial el delantero en el área contraria e imponente el defensa en la propia, futbolistas sobresalientes en un equipo desfigurado que divaga por la Liga desde el diván de la Champions, a la espera del Nápoles. La virguería del delantero iluminó un partido oscuro y pesaroso por las circunstancias y también por la robustez del Mallorca.
No era fácil cuadrar la alineación por las lesiones, la sanción de Araujo, el gatillazo de San Mamés y por las exigencias de la cita del martes contra el Nápoles y del domingo frente al Atlético. El contexto daba para muchas cábalas, ninguna en cualquier caso contemplaba la titularidad de Marc Guiu por delante de Vitor Roque en el puesto de Lewandowski, apercibido de sanción el polaco antes de viajar al Metropolitano. Jugaba el Barça con cuatro atacantes, un solo centrocampista (Gündogan) y tres juveniles: Cubarsí, Yamal y Guiu. Un equipo raro, con algún jugador fuera de su demarcación natural, frente a un rival muy vertebrado con tres centrales, tres medio centros y dos delanteros: Larin y Muriqi.
El físico del Mallorca no intimidó a los jóvenes del Barça. El nombre de Cubarsí ya resuena en Montjuïc —”¡Sí, sí, Cubarsí!”, canta la grada— y Marc Guiu se batió como un jabato ante un marcador duro de pelar como Raíllo. Todavía no entraba en juego, en cambio, Lamine. Los azulgrana avanzaban de forma agrupada y tejían el juego con una buena frecuencia de pases sin desarmar al Mallorca, un equipo que acostumbra a ocupar muy bien los espacios, un muro ante Rajkovic. Al Barça le faltaba regate, desequilibrio y sorpresa, hasta que Yamal habilitó con un toque a Raphinha, siempre mejor en el desmarque que en el remate, derribado en su carrera por Copete.
Ausente Lewandowski, el penalti fue ejecutado de mala manera por Gündogan y rechazado por Rajkovic. La jugada, que provocó también la lesión de Raphinha, alborotó un encuentro que no había tenido jugadas de mérito ni más ocasión que el fallo de Gündogan. Aunque nadie acertaba en el tiro, las llegadas empezaron a sucederse en las dos porterías, especialmente en la de Ter Stegen, desafiado reiteradamente por Larin. Las rápidas transiciones del Mallorca forzaban los esforzados repliegues del Barcelona. No estaba a gusto el equipo dirigido por Óscar Hernández en ausencia del sancionado Xavi. La hinchada se impacientó y se llegó al descanso con algunos pitos en Montjuïc.
La última jugada fue una entrada de Yamal a Muriqi en el área que ni el árbitro ni el Var revisaron, a pesar de las quejas del delantero del Mallorca. Las repetidas contras de los muchachos de Aguirre tenían más peligro que las embestidas del Barça. A falta de atacantes, los mejores azulgrana eran los defensas, nada nuevo si se repasa el partido de San Mamés. Ni Gündogan ni João Félix marcaban diferencias, al tiempo que Cubarsí aguantaba firme ante Muriqi y Larin. No hubo nada más que contar en mucho tiempo, excepto un zurdazo de Lamine al larguero en una acción invalidada por Villanueva. No les quedó más remedio a Óscar y Xavi que arriesgar y dar salida a Lewandowski y Vitor Roque.
La rueda de cambios despabiló al Barcelona. El equipo tuvo más presencia y agresividad, y encontró la finura y la precesión necesaria para desequilbrar el encuentro en la zurda de Lamine. El extremo recibió de Lewandowski, frenó, se ganó el espacio para armar el tiro con un recorte sobre Dani Rodríguez y cruzó una rosca perfecta e imparable a la derecha de Rajkovic. Las apariciones de Yamal y el temple de Cubarsí resolvieron el partido que se complicaron celebridades como Gündogan o João Félix.
A falta de calidad, de fluidez y control, el desenlace y la trama ayudaron a recordar cuanto menos viejos tiempos en el Barcelona. Volvió a ganar por 1-0, el resultado que le permitió conquistar la pasada Liga, a partir de Ter Stegen y Lewandowski. Ahora deciden Cubarsí y Yamal.
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