España no tiene fin: campeona de la Nations League medio año después de ganar el Mundial

La selección conquista la Liga de las Naciones con Aitana al frente después de rebajar a una Francia que nada pudo replicar ante el fútbol de posición y posesión rival

Jennifer Hermoso sostiene sonriente el trofeo con sus compañeras celebrando la victoria en la final de la Nations League.Foto: ALEJANDRO RUESGA | Vídeo: EPV

Hace tiempo que la federación española decidió apostar por una identidad, por un fútbol reconocible que pasaba por la posesión del balón y por el juego de posición, también por una presión tan enérgica como adelantada y por sacar el esférico limpio desde la raíz. La idea pretendía hacer frente a equipos mucho más físicos y por entonces profesionales, refugiados en las segundas jugadas y en las individualidades. El paso del tiempo, la paciencia y la creencia en el manual, sin embargo, hizo buena la propuesta de España, ya con las mismas condiciones que las demás, aunque con más fútbol. Mucho más. Por eso se conquistó el pasado Mundial y por eso se ha llevado la Liga de las Naciones, también el pase olímpico y, de paso, el aplauso y el reconocimiento del planeta balón. En la final de La Cartuja, además, se registró un récord de asistencia en un partido de la selección en España: 32.657 espectadores.

El exdelantero inglés Gary Lineker dejó un epítome para la posteridad en el Mundial de Italia 1990 tras caer contra la Mannschaft en semifinales: “El fútbol es un deporte en el que juegan 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania”. No ocurre lo mismo en el fútbol practicado por mujeres, pues a la monarquía de Estados Unidos y la oligarquía compartida por los países nórdicos —sí, también Alemania— le ha seguido la soberanía de España, que también hace bueno el axioma de que al fútbol juegan dos equipos y la pelota nunca es para el rival. Lo padeció Países Bajos en la semifinal y, con Aitana al frente y también en el área rival, lo sufrió Francia en la final.

Las jugadoras de España, tras recibir el trofeo de campeonas de la Liga de Naciones, en la Cartuja de Sevilla. Alejandro Ruesga
Jennifer Hermoso levantan la copa junto a sus compañeras. Alejandro Ruesga
Las jugadoras de la selección festejan su victoria tras el partido.Alejandro Ruesga
Las jugadoras de Francia, desde la izquierda, Maëlle Lakrar, Eugénie Le Sommer y Grace Geyoro abandonan el terreno de juego tras caer ante España.Julio Muñoz (EFE)
Las jugadoras de la selección española celebran su victoria tras el partido.Alejandro Ruesga
Mariona Caldentey anota el segundo gol de la selección española. Jon Nazca (REUTERS)
Irene Paredes se dispone a golpear de cabeza durante el partido.Alejandro Ruesga
La defensa de la selección española Olga Carmona, en posesión del balón.Alejandro Ruesga
La seleccionadora de España, Montse Tomé (a la derecha), durante la final de la Liga de Naciones Femenina entre España y Francia, este miércoles en el Estadio de La Cartuja en Sevilla.Julio Munoz (EFE)
Aitana Bonmati anota gol ante la selección de Francia.Jon Nazca (REUTERS)
Aitana Bonmati celebra el primer gol con sus compañeras. Alejandro Ruesga
Athenea del Castillo cae al suelo durante una jugada con Sakina Karchaoui.Jon Nazca (REUTERS)
Irene Paredes y Laia Codina ante Griedge Mbock, durante una jugada.Jon Nazca (REUTERS)
La seleccionadora de España, Montse Tomé, durante la final de la Liga de Naciones Femenina entre España y Francia.Julio Munoz (EFE)
Marie-Antoinette Katoto de Francia golpea el balón ante Ona Batlle.David Ramos (Getty Images)
La delantera de la selección española Salma Paralluelo (a la izquierda) disputa el balón ante Sakina Karchaoui (a la derecha), defensa de Francia.Julio Munoz (EFE)
Athenea del Castillo (a la izquierda) pelea por el balón con Sakina Karchaoui.Jon Nazca (REUTERS)
Herve Renard, seleccionador de Francia, da instrucciones a sus jugadoras. David Ramos (Getty Images)
Desde la izquierda, Pilar Alegría, ministra de Educación; Pedro Rocha, presidente de la Federación Española de Fútbol; Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, y Philippe Diallo, presidente de la Federación Francesa de Fútbol, en el estadio de la Cartuja durante el partido.Jon Nazca (REUTERS)
Las jugadoras de la selección posan para la foto de familia antes del partido. Alejandro Ruesga
Las jugadoras de la selección, momentos antes del partido. Marcelo del Pozo (REUTERS)
Aficionados de la selección española animan antes de la final de la Liga de Naciones Femenina entre España y Francia, este miércoles en el Estadio de La Cartuja en Sevilla. Julio Munoz (EFE)

El equipo de Hervé Renard, sabio de las selecciones que decidió probar fortuna con el balón con coleta, se define por el rigor táctico, basado en el físico, duro en defensa y eléctrico en las transiciones. Un bloque granítico que apenas ofrece fisuras, que si roba el esférico sale escopetado a la contra, chorros de fútbol que descascarillan a cualquiera. O casi. Porque no pudo con España, tan cruyffista como es su modelo de juego, tan obediente con esa frase de Johan que resumía su librillo: “Si tienes la pelota, no es preciso que defiendas, porque sólo hay una pelota...”. Y con la selección siempre tiene el color rojo.

Resulta que a Francia no le quemaba el balón, pero no sabía qué hacer con él, repetido el gatillazo de tratar de sacarlo jugado desde atrás, enredado por la presión agobiante de España, tan alta como intensa y bien ejecutada. Por lo que no le quedó otra que buscar el pase que saltara líneas de presión, una especie de pelotazo orientado que siempre acababa en la cabeza de Paredes y de ahí a los pies de sus compañeras. Y con el esférico entre las botas, quarterback y palanca que mueve al mundo, no hay nadie mejor que Aitana, que es la más inteligente (y estudiosa), la que tiene la Redonda en el entrecejo y el partido en la cabeza, siempre con principios de tortícolis porque no para de girar el cuello para un lado y retorcerlo para el otro, haciéndose un croquis mental de dónde están las suyas y las rivales. Y sin Tere Abelleira en el tapete, todavía falta de ritmo por lesión, Aitana dio un par de pasos hacia atrás porque entendió que se le requería más en la sala de máquinas que en el área rival.

Aitana levantaba la mirada y hacía jugar a las demás, pases equidistantes a ambos lados: con Athenea subrayándose por la derecha, aunque Bacha era una pareja de baile de cintura flexible y turbos por piernas; con Mariona tirándose hacia dentro para dar espacio a Olga Carmona por la izquierda, siempre tan profunda, pisando la línea de fondo como Pedro por su casa. Un centro suyo lo cazó Salma, que no acabó en diana de chiripa.

Aitana Bonmatí y Olga Carmona celebran el primer gol.Alejandro Ruesga

Pero a España le sobraba un toque, apenas llegaban las rupturas desde la segunda línea y no se daba el pase definitivo, carentes de ingenio —que no de pie— las futbolistas. Por lo que las jugadas a balón parado eran un tesoro y un remedio, una argucia que por poco no hace buena Paredes a la salida de un córner. Lo mismo que pretendió Aleixandri antes del entreacto, testarazo que le guiño el ojo al poste. Aunque por entonces, Aitana ya había dicho la suya, capaz de ser el inicio y el punto final del juego colectivo, pues acudió desde atrás a un centro lateral de Carmona para enviar el balón a la red, para dejar grogui a Francia.

Pretendieron las Bleues dar un giro al envite, presión y línea defensiva más alta, alas abiertas y balones a Le Sommer para que desde ahí se significara el equipo. Fue un suspiro, una idea que pronto se tornó en chisgarabís. Porque España volvió a amasar el balón, tuya-mía, bandas abiertas y centros puntuales. En esta ocasión, fue de Athenea y el remate y el gol fue de Mariona, la más pilla.

Con el esférico controlado y Francia apesadumbrada —de nada sirvieron los cambios de Renard—, España se alimentó del ambiente, de los vítores y, por qué no, de ser las mejores. Y es que estas futbolistas no han abierto el camino porque otras llegaron antes y, a pesar de llevarse el rechazo y el escepticismo en el mejor de los casos, supieron luchar contra lo que parecía imposible; pero sí que, con carácter y tesón, también con la pelota entre los pies, han sabido hacerlo transitable. No solo eso, pues lo han adornado con laureles. Porque estas mujeres no sueñan sino que cumplen fantasías. Porque no son guerreras ni Barbies, son futbolistas; y, como demostraron anoche, son las mejores de Europa y del mundo.

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