El Barça se queda a mitad de camino
Los azulgrana mejoran en Europa y acaban por conceder el empate por su falta de efectividad ante un Nápoles revivido por Calzona y encumbrado por Osimhen
El Barça se agotó antes de tiempo cuando había despertado del letargo de la Liga con la fanfarria de la Champions. Ante un rival menor que estrenaba entrenador y es noveno en su liga como el Nápoles, el equipo de Xavi concedió un empate agridulce porque al final se temió por la derrota después de aspirar al inicio a una clara victoria en el campo de Maradona. La dejadez de cada día dio paso a una actuación seria en el regreso tres años después de regresar a una eliminatoria de octavos en la Copa de Europa. Aunque limitaron las concesiones y las mejores ocasiones fueron suyas, a los barcelonist...
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El Barça se agotó antes de tiempo cuando había despertado del letargo de la Liga con la fanfarria de la Champions. Ante un rival menor que estrenaba entrenador y es noveno en su liga como el Nápoles, el equipo de Xavi concedió un empate agridulce porque al final se temió por la derrota después de aspirar al inicio a una clara victoria en el campo de Maradona. La dejadez de cada día dio paso a una actuación seria en el regreso tres años después de regresar a una eliminatoria de octavos en la Copa de Europa. Aunque limitaron las concesiones y las mejores ocasiones fueron suyas, a los barcelonistas les faltó pegada, madurez y grandeza para abatir a un Nápoles que prácticamente marcó en el único tiro entre los tres palos de Ter Stegen.
Xavi temía más a Osimhen y Kvaratskhelia que al Nápoles y empató Osimhen. El técnico reforzó las vigilancias defensivas con la alineación de tres centrales, con Iñigo Martínez y sin Cubarsí, mientras Christensen continuaba de pestillo en el medio centro, un paso por detrás de los tres volantes creativos: Gündogan, De Jong y Pedri. Jugadores de experiencia para negociar un buen resultado de cara a Montjuïc. No es el azulgrana un equipo todavía seguro sino que necesita ganar confianza a partir de la posesión, del control y también de la presión para conectar con el desequilibrante Yamal.
El Nápoles se replegaba ante la aplicada propuesta del Barça muy bien urdida alrededor de Gündogan. No se sabe mucho de Calzona salvo que tiene mucho cuidado con el repliegue por más que sus equipos se despliegan a partir de un clásico 4-3-3. La pelota y el ritmo de partido quedaron a merced del Barcelona y por tanto del acierto o del error de los jugadores de Xavi. Las llegadas de Cancelo y los disparos de Yamal, Lewandowski y Gündogan se sucedieron ante un resolutivo Meret. A los azulgrana solo les faltaba precisión para rematar su buen despliegue después de reducir a Osimhen y Kvaratskhelia con la defensa de Koundé, pendiente del georgiano como lateral, y de Araujo.
El juego sin balón de los azulgrana era más efectivo que de costumbre y cuando mediaba alguna pérdida intervenían los medios con una falta táctica, especialmente Christensen. Los equipos italianos, y también el Nápoles, saben jugar muy bien con el 0-0, un marcador que acabó por desesperar a los barcelonistas, que poco a poco perdieron intensidad y cedieron el campo y el balón para pasar a proteger ordenadamente a Ter Stegen. Los azulgrana acabaron por desconectar en el descanso y el Nápoles reapareció de forma valiente para satisfacción de la hinchada del estadio Maradona. Ahora era el Barcelona el que contraatacaba con Yamal cuando se soltaba del acoso del plantel de Calzona.
El gol llegó en el momento en que el fútbol azulgrana tuvo continuidad con la aparición del eslabón definitivo que es Pedri. El último pase del canario habilitó a Lewandoski. El polaco controló el balón, se giró y cruzó a la red de Meret. La efectividad del ariete, que marcó por cuarto partido consecutivo para sumar su gol 18, ha reactivado en febrero al equipo de Xavi. El 0-1 activó la rueda de cambios ante la sorpresa de la afición cuando Calzona quitó a Kvaratskhelia, negado por Koundé. El Nápoles, sin embargo, tomó la iniciativa desde la agresividad y el Barcelona se puso nervioso, como si deseara que el partido se acabara, necesitado de la intervención de Xavi. No le dio tiempo porque igualó Osimhen.
El nigeriano, recién llegado de la Copa de África, impuso su físico ante Íñigo Martínez y se dio la vuelta para batir a Ter Stegen. Un tiro y un gol en la cuenta de un Nápoles revivido por la mano de Calzona.
No quedaba ni rastro de los azulgrana que habían dominado la contienda hasta el 0-1. Los italianos, en cambio, eran más equipo, más solidarios y físicos, sin sus individualidades, sustituido también Osimhen. El Barça no paró de conceder saques de esquina en un sufrido final de partido en el portal de Ter Stegen.
La tensión defensiva y la concentración pusieron a salvo a un equipo que no sabe descansar con la pelota ni rematar en la última opurtunidad de Gündogan.Aunque el empate puede parecer un buen resultado, no es niguna garanía para la vuelta por el caracter desconcertante y poco fiable de un Barça mejorado en Europa y rezagado en la Liga.
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