El Girona de Míchel, lejos del Madrid pero aferrado a Europa

El técnico reconoce su responsabilidad y pide a los jugadores que no bajen los brazos

Michel, tras la derrota del Girona en el Santiago Bernabéu.Mateo Villalba (Getty Images)

En el Girona reinaba la prudencia antes del partido contra el Real Madrid. No había manera de romper públicamente el guion en ninguno de los estamentos del club. Del vestuario al cuerpo técnico, pasando por los despachos, en la entidad rojiblanca solo se hablaba de Europa. No se mencionaba la Champions League –podrá convivir con el Manchester City en la competición europea siempre que demuestre que nadie del City Group toma deciciones en el club catalán y que no haya intercambios comercia...

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En el Girona reinaba la prudencia antes del partido contra el Real Madrid. No había manera de romper públicamente el guion en ninguno de los estamentos del club. Del vestuario al cuerpo técnico, pasando por los despachos, en la entidad rojiblanca solo se hablaba de Europa. No se mencionaba la Champions League –podrá convivir con el Manchester City en la competición europea siempre que demuestre que nadie del City Group toma deciciones en el club catalán y que no haya intercambios comerciales ni de jugadores–, mucho menos la posibilidad de levantar la Liga. Sin embargo, en el camerino del Girona el sueño del título crecía jornada tras jornada, siempre cerca de lo más alto de la tabla. Hasta que visitaron el Santiago Bernabéu. A la capital llegó con dos puntos menos que el equipo de Ancelotti y se fue con cinco menos. De nuevo, el Real Madrid desnudó la quimera rojiblanca.

“Si en algún momento se nos había pasado por la cabeza la ilusión de ganar la Liga, el Madrid nos la quitó”, explica unos de los futbolistas del Girona tras la paliza en Chamartín (4-0). Estaban avisados, en Montilivi ya habían sucumbido frente a Vinicius, Bellingham y compañía (0-3) en la primera vuelta. Un global de 0-7 frente a los muchachos de Carlo Ancelotti. No hubo mejor (peor) baño de realidad. “Nuestra liga no es esta”, reconoció Míchel.

Lo peor para el Girona no fue solamente que el Real Madrid advirtiera de que no tenía caché para conquistar Chamartín, sino que también le borrara sus señas de identidad. Los rojiblancos se caracterizan por controlar los partidos con la pelota –”es muy complicado quitarnos el balón”, aseguraba David López a este periódico–. En el Bernabéu, el cuero durmió en los pies de los blancos: 53,2% de posesión. El Girona, sin embargo, que suma los mismos goles que el Madrid en la Liga (52), se marchó de Chamartín sin disparar a puerta. Ninguno de los cinco remates del visitante necesitó la intervención de Lunin. En Montilivi, al menos, Kepa contó tres paradas. La estadística más dolorosa para Míchel estuvo en su defensa. El Girona ha recibido 29 goles en la Liga, siete se los estampó el Madrid: el 24%.

De hecho, la charla de Míchel con sus jugadores en el vestuario fue prácticamente calcada a la que minutos más tarde realizó en la sala de prensa del Bernabéu. “Nos dijo que era culpa suya, que nos había expuesto demasiado. Y que el Madrid es lo que es y sus jugadores valen lo que valen”, cuenta uno de los jugadores rojiblancos. “Intentamos jugarle de tú a tú y cuando ellos están al máximo rendimiento nosotros no llegamos. Creo que fue más mérito del Madrid que demérito nuestro. Mis jugadores dieron lo máximo, pero en los duelos ellos fueron muy superiores a nosotros”, explicó públicamente el entrenador del Girona, que, tras el duelo en Chamartín, para ahuyentar el desánimo, les dio dos días libres a sus jugadores.

Las lágrimas de Yan Couto en el Bernabéu encarnaron la frustración del Girona. “Sus compañeros se volcaron con él”, cuenta uno de los presentes en el vestuario del equipo en Chamartín. Hasta Vinicius se apiadó de su compatriota y consoló, junto a Rodrygo, al lateral rojiblanco. Los 21 años de Couto simbolizaron la falta de experiencia en un duelo de máxima tensión de un equipo que se había quedado sin sus estandartes en la zaga: Blind (llegó a la quinta amarilla ante la Real Sociedad) y David López (lesionado).

El liderazgo del Girona, en cualquier caso, se resume en Míchel. Y el técnico también vio el partido lejos del campo en el Santiago Bernabéu. Suspendido, el carismático entrenador, que representa mucho más que la pizarra, tuvo que ver el encuentro en un palco. El Girona comienza a olvidarse del título de Liga, pero quiere mantener viva la lucha por los puestos de Champions. “Nuestra Liga es Athletic, Real Sociedad, Betis, Valencia... no podemos estar en la del Madrid, Barça y Atlético. Ellos son tres transatlánticos”, recordó el preparador madrileño.

Es justamente el mensaje en el que insistió Míchel en el vestuario. “No nos podemos caer”, subrayó. La prueba del algodón será el lunes 19 contra el Athletic en San Mamés. Eso sí, que nadie hable de Champions. Sin la ilusión del título, el discurso se aferra a Europa.

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