El Girona ejerce de líder y se impone al Celta

Un buen gol de Portu resolvió un partido que deja en una posición delicada al equipo de Vigo

Portu celebra su tanto frente al Celta en Balaídos.Salvador Sas (EFE)

El Girona no solo sabe jugar muy bien sino que ha aprendido también a ganar partidos difíciles como el de Vigo. Jugó como se exige a un líder acreditado y no provisional de la Liga. Marcó un gol precioso y las ocasiones que concedió fueron resueltas por el excelente portero Gazzaniga. El Celta se quedó a mitad de camino entre atacar y defender y una parte de la hinchada acabó por pedir la salida de Benítez. Los gallegos tenían la esperanza de que el Girona acusaría la eliminación de la Copa en Mallorca. Los rojiblancos, sin embargo, respondieron con un triunfo indiscutible que demuestra la confianza en su fútbol y la fe en el plan de Míchel. Aunque aparentemente no están pendientes del marcador, supieron liquidar también una cita con un solo gol de margen, 0-1.

El Girona tomó la pelota desde el inicio y acampó en campo del Celta. Aunque el mal estado del césped invitaba a no perder la pelota y a insistir en pases de seguridad, el equipo blanquirrojo tocaba bien y aceleraba en cuanto ganaba los costados para poner buenos centros para Dovbyk o para las llegadas de futbolistas como Portu, titular por delante de un convaleciente Iván Martín. Así llegó el gol: Miguel profundizó por la izquierda y sirvió el balón para la entrada de Portu, cuyo control fue tan precioso y preciso que le permitió eliminar a dos defensas y batir cómodamente a Guaita, finalmente abatido cuando había sido doblemente exigido por Dobvyk.

El fútbol fluía en el Girona ante un Celta muy reactivo hasta el gol de Portu. Benítez montó una alineación con tres centrales y tres delanteros, aparentemente más fuerte en las áreas y dispuesta para contragolpear, inspirada seguramente en el plan de partido de Aguirre en Mallorca. Los futbolistas celestes, sin embargo, aguardaban al contrario, no presionaban, tan lejos de la portería de Gazzaniga como cerca de la de Guaita. Dobvyk, además, maniobraba muy bien y el equipo no solo encontraba fácilmente situaciones de superioridad en la divisoria sino que apenas daba tiempo, espacio y balón al Celta, muy respetuoso con el Girona.

El gol despabiló en cualquier caso al plantel de Benítez y del control blanquirrojo se pasó a un ir y venir que comprometió por momentos a Gazzaniga. El portero estuvo brillante antes y después de que acertara Portu. Douvikas y Larsen dispusieron de dos ocasiones para empatar después que Tsygankov no hubiera acertado en un tiro franco para poner el 0-2. El Girona perdió finura y envalentonó al Celta. Míchel se sulfuró especialmente cuando Yan Couto y Arnau no se entendieron para dar salida al esférico y propiciaron un mano a mano de Douvikas con Gazzaniga.

No se corrigió el Girona en el descanso, errático cuando pretendía tirar la línea de pase, y por el contrario el Celta fue un poco más intenso y directo, agrandado por el ánimo de Balaídos. Al grupo de Míchel parecía que le podía la fatiga y no ajustaba la presión ni daba ritmo al encuentro para suerte de un rival especialmente necesitado de puntos y de futbolistas desequilibrantes, como fue en su día Aspas. La incertidumbre duró muy poco y al técnico del Girona le salió muy bien juntar como central a Arnal con Blind en un momento en que las lesiones condicionan las formaciones del líder de la Liga.

No chutaba el Celta y por el contrario el Girona recondujo la situación de forma progresiva hasta obligar a Benítez a quitar a un zaguero para cargar un ataque inofensivo para la tranquilidad de Gazzaniga. Ante la falta de aire y frescura para intentar cerrar el partido, no había más alternativa en el bando catalán que administrar el gol de Portu, procurar no distraerse, y menos equivocarse en el área de Gazzaniga.

El portero se esmeró en un último tiro de Ristic y el Girona pudo cantar una victoria tan decisiva para la autoestima como para merecer el respeto de los adversarios, incluido el Madrid. El sueño continúa aunque Míchel no quiere hablar de la clasificación para la Champions y menos del título hasta que falten 10 jornadas para acabar la Liga. La ambición del equipo es indiscutible así como su determinación para aprender de sus dos únicas caídas: ante el Madrid en la Liga y contra el Mallorca en la Copa. No se espantó el Girona y, desde la solidez y el sentido de equipo, volvió a jugar de cara y no de espaldas a la portería rival para recuperar la cabeza de la Liga.

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