Empate a épica entre Atlético y Getafe
Los de Simeone, que con un jugador menos ganaban 3-1 a falta de veinte minutos, ceden las tablas ante un buen Getafe liderado por Borja Mayoral, autor de dos tantos, y un desequilibrante Greenwood
Cuando parecía que el Atlético había resuelto un partido que se le puso cuesta arriba por la expulsión de Savic antes del descanso, un buen Getafe, un desequilibrante Greenwood y un Borja Mayoral en plan depredador con dos tantos le descolgaron de la cabeza de la tabla. Desperdició el equipo de Simeone el 3-1 que lucía en el marcador a falta de 20 y el Metropolitano era una fiesta que festejaba el récord de 21 victorias consecutivas y que Griezmann, con su doblete, igualara a Luis Ara...
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Cuando parecía que el Atlético había resuelto un partido que se le puso cuesta arriba por la expulsión de Savic antes del descanso, un buen Getafe, un desequilibrante Greenwood y un Borja Mayoral en plan depredador con dos tantos le descolgaron de la cabeza de la tabla. Desperdició el equipo de Simeone el 3-1 que lucía en el marcador a falta de 20 y el Metropolitano era una fiesta que festejaba el récord de 21 victorias consecutivas y que Griezmann, con su doblete, igualara a Luis Aragonés como máximo goleador de la historia del club con 173 tantos. Unas manos de Riquelme a punto de cumplirse el minuto 90 y un gol anterior de Óscar Rodríguez establecieron el empate a tres definitivo. El partido fue trepidante, con dos equipos entregados a su ambición de ganar cuando sintieron que podían. El Atlético tuvo la épica de rozar la victoria con un jugador menos y el Getafe la de igualar esa desventaja de dos goles cuando parecía abocado a la derrota.
Un equipo huesudo este Getafe de Bordalás. Bien anclado, agresivo y atrevido para marcar la raya de su defensa en la línea del centro del campo. Y con buenos peloteros que lo alejan de ser solo un equipo metálico. Maksimovic y Milla para barrer y asear el juego y Greenwood para abrillantarlo con su elegante zancada y sus recursos. Hermoso se tragó algunos de ellos en la banda. Como un recorte engañoso hacia un lado para salir por el otro que clavó al central rojiblanco o una bicicleta en el área en el segundo tiempo. A la amenazante presencia de Borja Mayoral y Latasa por el frente de ataque se suma la posición de falso extremo de Jaime Mata. Ahí ha encontrado Bordalás a un jornalero que lo mismo ayuda al lateral, que peina los balones largos o tira centros y diagonales. La suma de esos buenos argumentos fue demasiado para este Atlético que confirmaba la zozobra que le embarga en los últimos partidos. No resultaban las dos grandes modificaciones introducidas por Simeone. Lino como interior por delante de Riquelme y Memphis como pareja de Griezmann en vez de Morata. El brasileño extrañó esa posición que debe combinar la arquitectura básica con la que marca diferencias. Se le apreció incómodo recibiendo de espaldas porque es un encarador nato. Producía una sensación de embotamiento y montonera en el corazón del juego de los rojiblancos. También fue significativa la suplencia de Nahuel Molina que no ha acabado de encontrar el punto al juego en lo que va de curso.
Frente a la sensación de que el Getafe era el que tenía más claro a qué y cómo jugar, el Atlético se manejaba a tirones. Casi siempre protagonizados por la profundidad de Riquelme las pocas ocasiones que sus compañeros lograban hacerle llegar la pelota. En una de ellas le dio para probar un golpeo combado que aterrizó en la parte superior del larguero de Soria. Una migaja de calidad en medio del gobierno del partido que ejercía el Getafe. Si algo le faltó al equipo de Bordalás fue finura en el último tercio para agrandar su sensación de superioridad.
Pintaba feo el partido para el Atlético y más cuando antes de cumplirse los primeros 40 minutos de juego. Savic le soltó el codo en la cara a Jaime Mata en una disputa y vio la segunda amarilla. El montenegrino ya había visto una por una entrada con la suela por delante a Jaime Mata. La expulsión, en parte, fue una bendición para el Atlético por el movimiento que le obligó a ordenar a Simeone. Sentó a Memphis para que Azpilicueta volviera a completar una línea de tres centrales, retrasó a Lino para que retomara el carril izquierdo y mandó a Riquelme al derecho. De repente, todo pareció más natural en el Atlético. Y de esa naturalidad nació una jugada fluida que acabó con una apertura de Llorente a Riquelme. Este soltó una comba que cazó Griezmann a bote pronto adelantándose a los centrales del Getafe. Cuando más se había oscurecido el paisaje para el Atlético se le aclaró al borde del descanso ante la incredulidad de los jugadores del Getafe y de su entrenador, que no daba crédito en el palco desde el que siguió el partido por estar sancionado.
Bordalás debió pensar que a su equipo le había faltado carácter y que necesitaría jerarquía y contundencia atrás en su búsqueda del empate y sentó a Iglesias para meter al gladiador Damián Suárez. No pretendió el Atlético hacer un ejercicio de defensa a ultranza de su ventaja, pero se vio acorralado por el ímpetu del Getafe y los destellos de Greenwood. El inglés durmió en el lateral del área un preciso cambio de orientación de Milla y le cosió al control un zurriagazo que Oblak apenas pudo repeler hacia el centro del área. Allí dibujó Borja Mayoral una parábola certera con la cabeza que superó por alto al meta esloveno. El empate digirió Simeone con un cambio ofensivo. Metió a Morata por De Paul. Y no tardó el delantero centro en reivindicarse. Llorente, cuyo despliegue físico en el centro del campo enterró la sensación de que el Atlético jugaba con uno menos, puso una rosca tocadísima. Un caramelo para que lo reventara Morata con un frentazo picado. Otro tanto que fue un sopapo para el Getafe, que había amenazado mucho con el repertorio y los golpeos de Greenwood.
Todavía recibiría otro mandoble el Getafe cuando Damián Suárez le soltó la mano a Hermoso en el área. Penalti previa revisión del VAR que aprovechó Griezmann para igualar a Luis Aragonés con 173 tantos como el máximo goleador de la historia del Atlético. Dos paradas antológicas de Oblak precedieron al gol de Óscar Rodríguez y al penalti con el que Borja Mayoral descolgó al Atlético.
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