Las Palmas frena al Atlético al toque
El atrevido equipo de García Pimienta somete al de Simeone, que solo reacciona en el tramo final con un gol de Morata tras haber encajado los tantos de Kirian y Benito
Con un partido sublime desde la posesión, la UD Las Palmas frenó al Atlético, que se presentaba en plena crecida y con posibilidades de alcanzar el liderato. Solo tuvo un arreón final digno el conjunto madrileño para recortar los goles de Kirian y Benito con un tanto de Morata. No tuvo un paso firme el equipo de Simeone, ni tampoco fue contundente cuando generó alguna ocasión a la contra con la que se sacudió el dominio de su atrevido rival.
Convencido de su versión más pelotera, se presentó el Atlétic...
Con un partido sublime desde la posesión, la UD Las Palmas frenó al Atlético, que se presentaba en plena crecida y con posibilidades de alcanzar el liderato. Solo tuvo un arreón final digno el conjunto madrileño para recortar los goles de Kirian y Benito con un tanto de Morata. No tuvo un paso firme el equipo de Simeone, ni tampoco fue contundente cuando generó alguna ocasión a la contra con la que se sacudió el dominio de su atrevido rival.
Convencido de su versión más pelotera, se presentó el Atlético al duelo dispuesto discutirle la posesión a la Unión Deportiva, al que García Pimienta mantiene fiel a la cultura sobona y cadenciosa del fútbol canario. La presencia de Barrios en el once de Simeone respondía a ese intento de batirse los equipos por gobernar el partido desde la pelota. Se riló demasiado pronto el Atlético de esa batalla. No se sintieron seguros los jugadores de Simeone para atraer la presión con el juego de pies de Oblak. Tampoco son escrupulosos para mudar de pelaje cuando la ocasión lo requiere. Así que le dejaron a la Unión Deportiva que ejerciera ese fútbol al pie, de toca y toca, de pase y pase hasta que alguien decide acelerar. Tiene futbolistas para ello. Kirian se empeñó en mostrar que es un ¡todocampista fino, capaz de llevar el peso del juego y de pisar área. Perrone es un metrónomo bajo el radar del City de Guardiola y el joven Moleiro, ya recuperado de su lesión, mostró que será uno de los talentos a seguir de aquí al final de temporada. Diez a la espalda, cintura y cambio de ritmo para acelerar y frenar. Un producto con toda la genética futbolera autóctona que pretendió amasar el juego y marcar ese ritmo paciente que su equipo trató de acelerar con la velocidad de Marvin.
Por momentos, el partido fue un duelo entre el extremo cedido por el Madrid y Riquelme. La espalda de este era la zona elegida por García Pimienta para meterle aceleración al juego. Intuyó debilidad de su rival por ahí y ordenó lanzar a Marvin. Esta fue la gran amenaza de un equipo que sintió que ante su monopolio del balón, el Atlético, en modo siderúrgico, no pestañeaba. Es más, sintieron los amarillos que en cualquier concesión los rojiblancos podían lastimarles. Y así fue. Bastó que Griezmann sacara el periscopio para poner a Riquelme a correr hasta plantarse ante Valles. Su zurdazo forzado dio en el talón del meta canario tras pasar entre sus piernas y no entró. Con nada, el Atlético había generado más peligro que la UD con el empacho de pelota que le dio una superioridad a la que le faltaba filo para dinamitar el sistema defensivo de su rival.
Con todo, la Unión Deportiva se fue al descanso con la sensación de haber destemplado a su rival. No tuvo ritmo ni con balón ni sin balón el Atlético en los primeros 45 minutos. Pareció adormecido por el bamboleo al que le sometió Las Palmas y no pareció despertarle la arenga de Simeone en el descanso. Encajó un gol nada más salir. Una pérdida de Griezmann en la izquierda la recogió Cardona sobre la línea de cal. Los jugadores rojiblancos se quedaron clavados pensando que la pelota había salido. Cardona dio un pase manso que Javi Muñoz dejó pasar entre sus piernas y Kirian enganchó un disparo raso, poco ajustado, pero que pilló a Oblak mal colocado.
La inmediata respuesta del Atlético corrió de parte de Riquelme. Volvió a pisar área y ligó a un regate y un disparo seco y raso que dio en el palo, rebotó en la cabeza de Valles y no entró. Esa embestida no produjo contagio alguno en los rojiblancos. Tanto que Simeone hizo un doble cambio inusual. Sentó a Koke y a Griezmann, sus dos líderes en el campo, para dar paso a Llorente y a Correa. Pareció una especie de mensaje al resto para comprobar si podían sacar el partido adelante sin sus dos grandes referentes en el campo. García Pimienta también movió piezas y reemplazó al esperanzador Moleiro por Benito. Este pareció cerrar el partido con un zurdazo ajustado que se coló por el palo que tapaba Oblak. La jugada nació de una mala entrega de Hermoso a Barrios que aprovechó Javi Muñoz para armar una minicontra que habilitó muy bien para Benito. Para entonces, Simeone también había sentado a De Paul, a Molina y Witsel.
Con apenas 20 minutos, el Atlético tuvo un ataque de orgullo. Morata cazó un centro de Riquelme para acortar distancias. Y pudo empatar después de un violento zapatazo de Barrios que repelió Valles. Morata, ávido, recogió el despeje corto, pero sin apenas ángulo estrelló la pelota en el larguero.
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