Riquelme afila al Atlético

El canterano brilla y encarrila la victoria ante el Alavés al culminar una gran jugada colectiva que ejemplifica el buen fútbol desplegado por los rojiblancos

Riquelme celebra su gol, el primero del Atlético (2-1) ante el Alavés.ISABEL INFANTES (REUTERS)

Un Atlético grácil, colectivo y brillante con la pelota pasó por encima del Alavés para lograr su decimocuarta victoria consecutiva en casa, otra marca histórica para grabar en la era Simeone, que ya había registrado ese guarismo entre las temporadas 2011-12 y 2012-13. El tanto final de Guevara no refleja la diferencia de juego. Con más puntería, el Atlético habría goleado.

Desde el triunfo en el derbi, para imponerse, los futbolistas de Simeone habían sido más eficaces que bonitos de ver. Anoche recupe...

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Un Atlético grácil, colectivo y brillante con la pelota pasó por encima del Alavés para lograr su decimocuarta victoria consecutiva en casa, otra marca histórica para grabar en la era Simeone, que ya había registrado ese guarismo entre las temporadas 2011-12 y 2012-13. El tanto final de Guevara no refleja la diferencia de juego. Con más puntería, el Atlético habría goleado.

Desde el triunfo en el derbi, para imponerse, los futbolistas de Simeone habían sido más eficaces que bonitos de ver. Anoche recuperaron juego. Nada como el primer gol para describir el partido redondo de los rojiblancos. También como ejemplo de la evolución de un entrenador más convencido que nunca de que tiene futbolistas para jugar al pie desde atrás si el partido lo pide. Nacido de una falta sacada en la frontal del área de Oblak, en ese primer tanto coral, el balón pasó por la bota de ocho jugadores rojiblancos. Solo Hermoso, Saúl y Witsel no participaron en una secuencia que en ningún caso pasó de más de tres toques. La jugada fue embrionada en el costado derecho y acabada por el izquierdo. La definición de Riquelme certificó la joya que maneja Simeone. El chico durmió la pelota con el pecho y cuando bajó, clavó a Gorosabel con esa arrancada en corto que su entrenador predica que es un potosí. Si por la rapidez de la ejecución, y por el poco espacio que necesitó Riquelme para armar el zurdazo seco y duro con el que fundió a Siviera, fue un gol propio de un jugador de fútbol sala, la jugada fue de academia.

Se esperaba con expectación a Samu Omorodion, el tanque juvenil que el Atlético le birló al Granada este verano, pero el que hizo el partido suyo desde el inicio fue Riquelme. La de carrilero no es su posición, pero en partidos como el de ayer Simeone permite que sea más extremo que lateral. Juega a pierna cambiada para irse hacia dentro y buscar puerta o centros cerrados. Cuando se va por fuera, muestra que es el jugador más rápido del equipo. La zurda no es su pierna buena, pero le da para templar balones. Uno de ellos, lo cabeceó alto Morata, apenas un par de minutos después de que el propio Riquelme exigiera a Siviera con un derechazo sin apenas ángulo.

La versión del Atlético fue tan completa que apenas hubo señales del Alavés, sometido y entregado a que Samu Omorodion le ganara la espalda a Witsel en una pelota larga. El belga se le anticipó bien en las disputas aéreas y le aguantó cuando le quiso encarar. Con 19 años, cuando menos se le aprecia al chico que su potencia para atacar los espacios y su rocosidad en los forcejeos le pueden abrir un hueco en el Atlético.

Línea por línea la superioridad del Atlético fue aplastante. Sus centrales se plantaron en campo contrario para armar primeros pases y también para frenar cualquier intento de contra. El centro del campo estuvo también lúcido. De Paul sigue en esa línea de aglutinar cada vez más juego y jerarquía. Koke le escoltó pulcro y aseado, y Saúl dio trabajo y algunos desmarques punzantes en los que le falló el control final para poder definirlos.

En esa puesta en escena tan gremial y fina, Griezmann también desempeñó un papel fundamental como engrasador. Siempre apareció para crear superioridades por el medio y cuando recibió de cara, sacó unos cuantos pases con periscopio, escuadra y cartabón. Los mismos elementos que utilizó Koke para poner a correr a Morata en un pase de 40 metros milimétrico al borde del descanso. La maniobra volvió a destapar a un delantero en estado de gracia. Salió trastabillado de su recorte a Sedlar, pero metió el interior para poner la pelota en la escuadra más alejada de Siviera. Otro partido sublime de Morata con un golazo y la asistencia que le dio a Riquelme en el primer tanto.

Con dos goles de ventaja, el Atlético siguió mandón tras el descanso. Tuvo ocasiones para firmar una tunda e incluso le anularon un gol a Griezmann a instancias del cuarto árbitro. Este apreció falta de Llorente cuando el jugador se zafó del agarrón de Duarte. Luego, el VAR le avisó de que la falta había sido al revés, pero el gol no subió al marcador. Mantuvo el dominio el Atlético, aunque se vio apurado por un gol en el último minuto de Guevara.

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