Griezmann y el Atlético no perdonan una migaja

Un error de Iván Villar, que acaba en penalti y expulsión, propicia la victoria de los rojiblancos ante el Celta con tres goles del francés

Griezmann celebra su tercer gol al Celta.ISABEL INFANTES (REUTERS)

El Atlético y Griezmann no perdonan una migaja. Este sábado se la concedió Iván Villar con un mal blocaje y un penalti que le costó la expulsión cuando el Celta se mostraba como ese equipo con más juego que puntos. Carnaza para el equipo de Simeone que tuvo en Griezmann a su principal ejecutor. Autor de los tres goles de su equipo, el galo representó la eficacia con la que el equipo se ha encaramado en lo alto de la tabla. Con un partido menos, está a tres puntos del liderato ...

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El Atlético y Griezmann no perdonan una migaja. Este sábado se la concedió Iván Villar con un mal blocaje y un penalti que le costó la expulsión cuando el Celta se mostraba como ese equipo con más juego que puntos. Carnaza para el equipo de Simeone que tuvo en Griezmann a su principal ejecutor. Autor de los tres goles de su equipo, el galo representó la eficacia con la que el equipo se ha encaramado en lo alto de la tabla. Con un partido menos, está a tres puntos del liderato tras el empate del Madrid en Sevilla. Ha cogido el Atlético el vuelo de los aspirantes. Es capaz de ponerse con el marcador a favor aunque el juego no le acompañe. En esa dinámica, los rojiblancos se convierten en una seria amenaza para su vecino y para el Barça.

El duelo tenía el atractivo del enfrentamiento Benítez-Simeone. De qué podían tramar el uno contra el otro siendo dos obsesos de la defensa de los espacios como son. Mientras el preparador del Atlético solo operó en el once —dio entrada a Llorente y Barrios para no cargar a Nahuel Molina y De Paul tras la ventana internacional—, el técnico madrileño se olvidó de la defensa de cinco y regresó a su molde más clásico con cuatro atrás. No se limitó Benítez solo a tocar la pizarra. La sorpresa que se guardó para Simeone fue colocar a Mingueza por delante de Kevin. Lo que en un principio pareció ser un blindaje para tapar al amenazante Lino se convirtió en una inesperada baza ofensiva. Mingueza estuvo involucrado en la mayoría de jugadas punzantes que ligó el Celta en el arranque. Hasta probó un disparo, que se fue alto. También Larsen y Aspas probaron suerte para corroborar que fue el Celta el primero en asumir el gobierno del juego. Se lo concedió el Atlético, sumido en los primeros minutos en esa versión de máquina de perder balones. Con el Celta prensado en 25 metros cuando tenía que defender, no encontraba fluidez ni precisión. Fue Barrios el que quebró esas pérdidas a granel que terminan por hundir a los futbolistas de Simeone en las inmediaciones de su área. El chico firmó un par de acciones individuales en carrera que descorcharon a su equipo. Lino, con un tiro cruzado y raso que se inventó sin ángulo y poco espacio, exigió una buena intervención de Iván Villar. La seguridad que mostró el meta local se difuminó primero en un mal blocaje en un balón manso. Después volvió a mostrar guantes aceitosos en un centro de Mario Hermoso. Desde el suelo, trabó a Morata para que este no marcara a placer. La acción le costó el penalti y la roja. Griezmann engañó al debutante Guaita, de regreso a España tras su paso por el Crystal Palace.

Orgullo

Con diez y el marcador en contra, al Celta le brotó el orgullo de intentar plantarle cara al Atlético en inferioridad numérica. Y lo hizo durante los últimos quince minutos del primer tiempo y en la reanudación. Y eso que Simeone dejó en la caseta a Lino y a Barrios para dar paso a Nahuel Molina y a Riquelme. La rotación también enseñó un recurso que no será extraño de ver a lo largo de la temporada. Azpilicueta dejó ser el central diestro para pasar al lateral izquierdo y también pasar a una defensa de cuatro. Hasta que se asentó el cambio de piezas y de dibujo, el Atlético se llevó algún susto. Bamba estrelló una pelota en el larguero. Fue el último de coletazo del orgulloso del Celta. El equipo de Benítez le penalizó el esfuerzo y quedó a merced de las carreras cimbreantes de Riquelme y los desmarques al espacio de Morata. La fortuna acompañó a Griezmann por dos veces en el gol que empezaba a cerrar el encuentro. Primero se llevó un rebote a la carrera y después, cuando pisó área y se disponía a asistir a Morata se resbaló y su golpeo se coló por el palo que había dejado descubierto Guaita.

Ya no tuvo fuerzas el Celta para resistir al Atlético, que ligó una buena combinación para matar el duelo. Molina filtró un pase que dejó pasar Correa y Morata rompió en velocidad para plantarse en el área, recortar, ceder la pelota a Molina y este regalársela a Griezmann para que marcara sin oposición. El partido fue ya un tiroteo del Atlético, que no encontró más puerta para certificar una goleada mayor.

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