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Carlos Sainz logra el podio de su vida
El español clava un domingo perfecto en Bakú para subirse al cajón por primera vez como piloto de Williams
En la Fórmula 1, al igual que ocurre en muchas otras disciplinas, los resultados tienen más o menos mérito en función de lo previsibles que sean. Precisamente por eso hay que rendirse ante la tercera plaza que Carlos Sainz logró en Azerbaiyán, donde clavó una carrera perfecta para llevarse su primer podio enfundado en el mono de Williams, que volvió a ver como uno de sus pilotos descorchaba el champán cuatro años después de la última vez. En una prueba dominada con una autoridad absoluta por parte de Max Verstappen, Sainz se quitó de encima el mal fario que parecía perseguirlo desde que comenzó a competir subido al coche de la escudería de Grove (Gran Bretaña), inmersa en un profundo proceso de refundación, mucho más exigente que reconfortante, salvo en jornadas como esta última en Bakú. Colocado el segundo en la parrilla después de maximizar el potencial de su coche en la cronometrada más accidentada de la historia del certamen –seis banderas rojas–, el español perdió una posición que fue a parar George Russell gracias a la estrategia de Mercedes, que identificó una ventana prácticamente inexistente para adelantar al madrileño en los talleres. Fernado Alonso, por su parte, fue sancionado por adelantarse en el momento de la salida –reaccionó al movimiento de Oscar Piastri, que también se anticipó, en vez de al semáforo– y cruzó la meta el 15º.
Lo de Sainz en Bakú solo puede interpretarse como una catarsis después de una primera mitad de temporada absolutamente funesta, una impresión avalada por los 54 puntos de distancia que le separaban de Alex Albon, su compañero. Entre abandonos (tres), fallos del equipo y alguno que otro de conducción, la presión comenzaba a hacerse notar sobre los hombros del corredor, a quien Williams le estuvo cortejando durante meses para tratar de convencerle de unirse al proyecto, una vez se supo que se había quedado sin hueco en Ferrari. “Este es el mejor podio de mi carrera. No os podéis imaginar lo bien que sabe”, estalló Sainz, por la radio, nada más cruzar la meta y lanzar unos cuantos puños al aire, de esos que sirven para descomprimir los nervios y la angustia acumulada.
A sus 31 años, el hijo del bicampeón del mundo de rallies (1990 y 1992) es como su padre en según qué aspectos de su carácter. No pierde los nervios con facilidad y tampoco es fácil verle emocionarse, por eso hay que poner en valor el estallido de este domingo. Hasta ahora, el chico había ganado carreras (cuatro, todas con Ferrari) y celebrado podios (28), pero probablemente ninguna de las hazañas anteriores tuvo el valor terapéutico de esta última. “Ayer [por el sábado] dijeron que el podio era probablemente pedir demasiado. Pero soñar es gratis, y algunos sueños se acaban cumpliendo”, añadió Sainz, incapaz de entender cómo podía haberse adaptado tan bien a su nueva casa, y cómo podía salir todo tan mal. “Cada día me pasaba algo, y eso ha sido muy duro a nivel mental. Este deporte va de rachas, y seguramente eso tenía que pasar para poder disfrutar de un resultado como este. No confiaba mucho en firmarlo este año, pero si ha llegado, a saber lo que puede venir en el futuro”, remachó el muchacho, quien, ironías del destino, finalmente se subió al cajón con Williams antes que Lewis Hamilton, subido al que era su Ferrari hasta el año pasado.
El fichaje de Sainz por la escudería británica fue una obsesión para James Vowles, el director de todo el tinglado, y el encargado de reflotar uno de los símbolos con más solera del Mundial. Corren tiempos nuevos para el certamen, y los equipos ya no tienen nada que ver con aquello que eran hace más de 30 años, cuando Williams ganaba. Ahora están controlados por grandes fondos de inversión, en este caso concreto Dorilton Capital, que asegura la inyección de recursos a medio y largo plazo, sin la que es imposible marcarse ningún objetivo de máximos. “Estoy muy contento por lo que significa lo que Carlos ha conseguido, porque puso mi fe en mí”, declaró Vowles, un tipo que no pone las luces cortas ni cuando las cosas van mal, y menos aún cuando salen bien. “Estamos en una fase de crecimiento. Este resultado es importante, pero lo que yo quiero es poder optar a ganar cada fin de semana”, concluyó el ejecutivo.
Cuarto triunfo y mordisco de Verstappen
Uno empieza a pensar que el Mundial de Fórmula 1 no quiere ganarle nadie. Mejor dicho, nadie que no sea Max Verstappen, que en Azerbaiyán encontró un pasadizo entre los muros que abrazan el circuito de Bakú para adjudicarse la cuarta victoria del curso y la segunda consecutiva. Entre este triunfo y el de hace dos semanas, en Monza, el actual campeón les ha dado un buen mordisco a Oscar Piastri y a Lando Norris, además de meterles el miedo en cuerpo. En los dos últimos grandes premios, el holandés les ha recortado 35 puntos (Piastro) y 24 puntos (Norris) a los dos que, con los datos en la mano, deberían jugarse el título de pilotos. Sin embargo, nadie está a salvo en un intercambio de golpes con ‘Mad Max’, y menos ahora que Red Bull puede haber encontrado el equilibrio del RB21. Ya no tanto por las exhibiciones de Verstappen como por una eventual recuperación de Yuki Tsunoda, su compañero en el taller de la marca energética, que firmó una sexta plaza que invita a la esperanza.
El sábado, el tetracampeón del mundo fue el único capaz de superar el tiempo de Carlos Sainz en la cronometrada para llevarse la ‘pole’, una ventaja capital en un trazado urbano. El trompazo de Piastri contra las barreras seguramente hizo que a Norris le entrara la tiritona, y eso colocó al británico el séptimo en la parrilla, la misma posición en la que cruzó la meta. Peor le fueron las cosas al australiano, que terminó exactamente igual que el sábado, pero todavía más cabreado: se empotró contra el muro en la primera vuelta, después de haberse adelantado en la salida. Dado que el accidente que le dejó ‘KO’ tuvo lugar antes de que Piastri pudiera cumplir con la penalización de cinco segundos correspondiente por haberse precipitado en su arranque, el corredor de Melbourne quedó exonerado con vistas a la próxima parada del calendario, en Singapur, dentro de 15 días.
Será precisamente allí, en un escenario que exige poner en pista un coche con mucha mayor carga aerodinámica, donde se podrá calibrar de forma mucho más precisa si la revitalización del Red Bull puede suponer una amenaza real para los McLaren. Dependiendo de ello, y conociendo las garras de Verstappen, a los bólidos papaya se les puede hacer muy largo el final de un campeonato que ya podrían tener prácticamente sentenciado.