España es otra con Lorenzo Brown

España comenzó su camino hacia los Juegos de París con un baile ante la débil Líbano. El conjunto de Scariolo sometió con mucha facilidad a su primer rival en el preolímpico de Valencia, sobre todo en el segundo tiempo, y este miércoles se enfrentará a Angola (20.30, Teledeporte) en busca de las semifinales del torneo. Bahamas venció por 85-96 a Finlandia en la otra parte del cuadro, la que anticipa mayores curvas para el combinado nacional de las que tuvo que afrontar contra la selección libanesa. El ensayo sirvió para acelerar el rodaje, engrasar las piezas y compartir responsabilidades. Lorenzo Brown repartió caramelos (nueve asistencias) y Aldama (17 puntos), Garuba (15) y Pradilla (14) llenaron la cesta de canastas. La cruz fue la lesión de aductor de Juancho Hernangómez, a la espera de pruebas para saber si puede continuar con el grupo.

España invirtió un par de vistazos en pillarle el punto a una selección “atípica”, como había avisado Scariolo, uno de esos conjuntos que se mueve fuera del radar. El trío exterior que plantó el técnico, con Lorenzo Brown, Llull y López-Arostegui, acertó desde el perímetro y concedió las primeras rentas a los anfitriones (8-13). Líbano intentaba agitar mucho el balón en busca de penetraciones mientras sus hombres interiores hurgaban el punto débil de Willy, el tajo defensivo. Con esa carrocería de la que está forrado, el pívot español abre grietas en la protección de su fortaleza. Cierto que en la canasta contraria se llena los bolsillos de puntos, bien asistido por Brown. La Fonteta aplaudió al base cuando fue sustituido por Núñez y Scariolo aceleró las rotaciones para cerrar el primer cuarto (18-24).

La selección es otra con Lorenzo Brown. A su alrededor todas las piezas conectan mejor. Rudy mantuvo la fiebre en el equipo español, enchufado para el último gran reto de su carrera, convertirse en el primer baloncestista de la historia en seis Juegos Olímpicos. Tampoco Llull entiende de noches de relajación. Enfrente, Líbano demostraba pocas hechuras para mantener los puños en alto (21-35), sin un plan claro de juego ni manera de morder en ataque. España jugaba a otra velocidad con el balón en las manos. La grada de Valencia celebró la entrada de un chico de la casa, Jaime Pradilla, y el equipo mantuvo las prestaciones elevadas pese al carrusel de cambios. Aldama y Garuba aprovecharon las concesiones para dar un paso al frente antes del descanso. Los deberes estaban encaminados: 31-51.

Sin el lesionado Juancho, España podía dosificar esfuerzos a la espera de paredes más elevadas. El rival dejaba hacer, aunque Scariolo no permitía que se aflojara ningún tornillo del mecano. El preolímpico es una competición que no concede la posibilidad de un desliz y la selección debe recorrer este camino con las pilas siempre cargadas. Ya no es aquel equipo rebosante de genios que podía resolver una noche a medio gas; hoy es un grupo de peones al servicio de una causa. Hombres como Brown, Llull y Rudy simbolizan ese sentimiento gremial.

España aprovechó el segundo tiempo de un cómodo estreno para engordar las rentas y esperar con tranquilidad el próximo envite. Después de dos encuentros de preparación más ajustados, Líbano fue un piedra de toque bastante suave. El zarandeo al que sometió la selección a su primer rival fue mayúsculo.

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