Lamine y Lewandowski salvan a Laporta

Los goles de los delanteros apagan el jeroglífico de la no inscripción de Olmo

Lamine Yamal y Nico Williams, durante el duelo entre el Barcelona y el Athletic.Pedro Salado (Getty Images)

El Barcelona amaneció optimista, o ese, al menos, era el mensaje del club: en la lista de convocados para el duelo frente al Athletic aparecía Dani Olmo. Sin embargo, a su lado había un asterisco en el que se aclaraba que todavía estaba pendiente de su inscripción en LaLiga. En las oficinas aseguraban que trabajan para intentar inscribir in extremis al futbolista. El afán, en cualquier caso, era en vano. “Nos pasa algo paradójico”, aseguraba un empleado del club, cuando se descartó la inscripción de Olmo contra el Athletic; “tenemos dinero en la caja, podemos fichar, pero no los podemos inscribir”.


El dinero que, según el Barcelona, tiene en el banco, Joan Laporta lo quería utilizar para fichar a Nico Williams. Pero resultó que al delantero no hubo manera de moverlo de Bilbao, según los nostálgicos porque así se lo había prometido a su hermano Iñaki, según los escépticos porque sabía que en los despachos del Barça reinaba el caos. Un caos que ya no hay manera de ocultar: “Barça, sí; Laporta, no”, cantó una y otra vez la afición del Barcelona. En un Montjuïc tomado por los turistas, los que señalaban al presidente no eran mayoría, como tampoco los eran los que se encendieron con Nico Williams por lo que interpretaron como un ninguneo al Barcelona. Sino lo hubiese hecho, ayer no hubiera saltado al campo. Así le pasó a Dani Olmo.

“Sabíamos que podía ocurrir, que estuviera o no, esta es la situación en este momento. Tengo que aceptar las cosas que no puedo cambiar”, explicó el técnico alemán. En el Barcelona, por su parte, confían en poder solucionar el jeroglífico económico. “Contamos con una oferta por Barça Vision (otra más después de que Aramark comprara una parte de la que había dejado de pagar Libero), estamos pendientes de solucionar lo de Nike y tendremos las salidas de Lenglet y de Vitor Roque”, explican. Es curiosa la estrategia de mercado del Barcelona: para inscribir a un jugador fichado, primero tienen que dejar salir a otros, cedidos en el inminente caso de Lenglet al Atlético, regalado como fue Gündogan al City. “Cuando pasas un año fuera, empiezas a apreciar aún más ese lugar. Te das cuenta de lo grande que es el club: el mejor club del mundo”, apuntó Gündogan, un dardo al Barcelona, un mimo al City, que la hinchada agradeció.

A Gündogan lo recibieron como a un héroe. La afición azulgrana, sin embargo, todavía no puede disfrutar de Olmo. Su rabia la pagaron Laporta y Nico. Hasta que aparecieron Lamine y Lewandowski y los pitos al presidente y al delantero del Athletic se convirtieron en entusiasmo con los muchachos de Flick. “He visto que venía Nico, que no es muy intenso en la defensa. Cuando he encontrado espacio, he chutado”, explicó su gol Lamine. “Jugamos muy bien”, se sumó Flick. “Pero”, añadió; “en alguna ocasión nos ha faltado algo de calma”. Calma que encontró Lewandowski. “Él entrena duro y bien y presiona. Conozco al mejor Lewandowski y lo estoy viendo aquí”, elogió el alemán a su delantero.

Al final, el optimismo del Barcelona no estaba en las cuentas de Laporta para inscribir a Olmo ni para tentar a Nico Williams. Estaba en el mismo lugar que la campaña pasada: en el fútbol de Lamine y en los goles de Lewandowski, ahora bajo el mando de Flick.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter.

Sobre la firma

Más información

Archivado En