De la Fuente contra el ruido en España
El técnico no encuentra paz en el banquillo, atosigado antes por los malos resultados y ahora por el escándalo de Rubiales
En los últimos días, en el teléfono del presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, se repetía el nombre de Luis Rubiales. Reacio de entrada a soltarle públicamente la mano al dirigente granadino —”Lo que pasó ocurrió en el Mundial fue en una competencia de la FIFA”, justificaban en el organismo europeo—, Ceferin ya no podía protegerse en el silencio. Tampoco podía protegerle a Rubiales. “Cualquier comentario que pudiera hacer sonaría como presión”, había...
En los últimos días, en el teléfono del presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, se repetía el nombre de Luis Rubiales. Reacio de entrada a soltarle públicamente la mano al dirigente granadino —”Lo que pasó ocurrió en el Mundial fue en una competencia de la FIFA”, justificaban en el organismo europeo—, Ceferin ya no podía protegerse en el silencio. Tampoco podía protegerle a Rubiales. “Cualquier comentario que pudiera hacer sonaría como presión”, había defendido el líder de la UEFA en una entrevista con L´Equipe. Pero todo cambió.
Su círculo privado le convenció de que era el momento de decirle adiós. Entonces, Rubiales (finalmente) reculó. Y el insistente “no voy a dimitir” de la rueda de prensa del pasado 25 de agosto se convirtió en una carta de renuncia dirigida al presidente interino de la RFEF, Pedro Rocha. Previo paso, eso sí, por el programa del polémico presentador inglés Piers Morgan. La internacional despedida de Rubiales trajo paz a la UEFA —”Mi marcha contribuirá a la estabilidad que permitirá traer a nuestro país el Mundial de 2030″, dijo el granadino—, un poco de tregua en la Federación, pero ruido para Luis de la Fuente. Más ruido para el técnico de España.
No hubo prácticamente preámbulos. En la previa del duelo de España ante Chipre en Granada (hoy a las 20:45 horas, La1), el nombre de Rubiales apareció en la segunda pregunta para De la Fuente. “Máximo respeto a su decisión”, regateó. Después añadió: “He dicho todo lo que tenía que decir”. Pero, como no era suficiente, insistió: “Me ocupo de lo que puedo controlar. Pienso que cuanto más tranquilos estemos los profesionales, mejor”. Cuanto más esquivas eran sus respuestas, más preguntas le hacían sobre Rubiales. Hasta que se le borró la sonrisa: “Llevo casi 12 años aquí. He vivido mucho antes de que llegara Rubiales, llevo más tiempo que él en la casa. Soy un privilegiado y nadie me ha regalado nada. Me lo he ganado yo. Estoy agradecido a todas las personas que me han ayudado en la vida”.
Y, por si no había quedado claro su distanciamiento con Rubiales, subrayó: “Y no, no he hablado con él”. Fue en aquel momento cuando el director de comunicación de la RFEF cerró el grifo: ya no se aceptarían más preguntas sobre el expresidente.
Curtido en el fútbol ajeno a los focos, casi siempre más cerca la cantera que la élite profesional, De la Fuente salta de ruido en ruido. “Es un entrenador que nunca tuvo que pasar una crisis. ¿En la cantera qué problema puedes tener? Y ahora ha tenido que pasar por una situación difícil en cada jornada FIFA”, recuerda un empleado de la Federación.
Búnker en el grupo
En su primera convocatoria lidió con el huracán Sergio Ramos. El nombre del central revoloteaba la órbita de la selección y De la Fuente se cansó: “No vamos a hablar de gente que no está. Esto quiero zanjarlo”. Superado el mal trago del central andaluz, aparecieron los malos resultados: 2-0 contra Escocia en la clasificación para la Euro2024. El foco pasaba del césped al banquillo, mientras De la Fuente se refugiaba en una frase manida que genera más dudas que certezas en el fútbol profesional. “Me siento respaldado”, subrayó. El respaldo, en cualquier caso, lo consiguió después de ganar la Nations League. Entonces, la ansiada tranquilidad.
Le duró un suspiro. Luis Rubiales besó a Jennifer Hermoso sin su consentimiento en los festejos del Mundial femenino y De la Fuente volvió a la diana. ¿Cómo? Después de aplaudir efusivamente el discurso del expresidente en la Asamblea. El técnico pidió perdón, pero no fue suficiente. Y de nuevo el ruido. “Ni una rueda de prensa tranquila”, se quejó antes de que España vapuleara a Georgia en Tbilisi por 1-7. Pero ni los goles, tampoco la relativa tranquilidad cosechada después de que la Roja sumara seis puntos en tres partidos en el grupo A (Escocia, el líder, tiene 15 tras cinco encuentros) sosiegan las comparecencias del técnico de España. “¿Cómo me preparo para el ruido?”, analizó; “llevo en esto 40 años. Algo ayudará, digo yo. He estado en el césped, en los despachos, en los banquillos... algo de experiencia creo que tendré”.
De la Fuente se cierra en banda en la sala de prensa y blinda al vestuario. El búnker de la selección se bunkerizó aún más en Granada. Nada de presencia de los medios de comunicación en el hotel. “Tenemos que cuidar a la familia”, asegura un miembro del cuerpo técnico en los pasillos del Nuevo Los Cármenes. “Luis es un admirador de Sergio Scariolo, por eso habla de la familia”, aseguran las mismas fuentes en alusión al repetido eslogan de la selección de baloncesto.
En el vestuario corroboran la teoría. “A diferencia de Luis Enrique que nos dejaba la cabeza como un bombo con mil conceptos, Luis solo nos da cuatro ideas y nos deja tranquilos”, dice un jugador de la Roja. Menos presión táctica sin Luis Enrique, menos presión mediática sin Luis Rubiales para el grupo de España. Sin embargo, no hay quien apague el ruido para Luis de la Fuente en el banquillo.
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