Monólogo del Sevilla en Zagreb

El conjunto andaluz avanza hacia los octavos tras derrotar (0-1) a un rival inferior y muy defensivo, al que debió hacer más goles

El francés Nasri celebra su gol en Zagreb.Darko Bandic (AP)

Bajo la magnífica batuta de Nasri, cada vez más integrado, y con la sensación de que debió hacer más goles a un inferior Dinamo, el Sevilla cumplió con su objetivo en Zagreb para avanzar a los octavos de final de la Liga de Campeones. En esta estupenda carrera, los andaluces van a la par con la Juventus, que también ganó y alcanza los siete puntos, como los andaluces. El encuentro fue un mónologo del Sevilla, superior en todas las facetas del juego, con capacidad para tocar y superar a un rival acomplejado y defensivo, p...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Bajo la magnífica batuta de Nasri, cada vez más integrado, y con la sensación de que debió hacer más goles a un inferior Dinamo, el Sevilla cumplió con su objetivo en Zagreb para avanzar a los octavos de final de la Liga de Campeones. En esta estupenda carrera, los andaluces van a la par con la Juventus, que también ganó y alcanza los siete puntos, como los andaluces. El encuentro fue un mónologo del Sevilla, superior en todas las facetas del juego, con capacidad para tocar y superar a un rival acomplejado y defensivo, pero sin la mordiente necesaria para hacer más goles.

Solo se le puede poner ese pero al Sevilla, que debió evitarse algún sustillo en la segunda parte haciendo un segundo gol que certificara mucho antes la victoria. El fútbol, caprichoso, a veces guarda sorpresas desagradables. No se produjo la desgracia y el Sevilla, amo y señor del partido, culminó su monólogo en Zagreb con un estupendo triunfo. Le acompañó, además, un juego de lo más aceptable, con dominio absoluto del balón y entradas continuas por la banda gracias al buen momento de Mariano y Escudero. En el centro, el triángulo formado por Nzonzi, Nasri y Vázquez fue una auténtica delicia.

No paró de llover en Zagreb. Como no paró Sampaoli de esforzarse en buscar un once que diera entrada al recuperado Rami sin que ello supusiera la salida del equipo de Pareja, uno de los jugadores imprescindibles para el técnico argentino. Sampaoli encontró la solución alineando a tres centrales, Mercado, Rami y el propio Pareja, un esquema de moda, como demuestra el hecho de que lo emplee también en los últimos partidos el Barcelona.

La utilización de tres elementos defensivos tan evidentes no debería implicar un Sevilla reservón, por más que prescindiera de jugar con dos delanteros. Lejos de ser una caldera, la lluvia y el desánimo de su afición con el Dinamo provocaron que el viejo Maksimir registrara un ambiente impropio de la Liga de Campeones, frío y bastante desangelado. Un escenario, en definitiva, de lo más propicio para lograr una victoria que abriera a los andaluces el camino hacia los octavos de final.

También fue propicio el descarado repliegue del Dinamo, que asumió su papel de equipo inferior sin ningún tipo de tapujos. La superioridad del Sevilla fue abrumadora ante un rival que acumuló jugadores en defensa casi a la desesperada para evitar la derrota. Se gustó el Sevilla en un primer tiempo modélico, donde se comportó cómo manda cualquier reglamento elemental de fútbol. Con paciencia y toque ante un rival metido atrás, asustado, con futbolistas como Vázquez y Nasri asumiendo galones. Fue un bien Sevilla, sin apenas despistes, dominando el balón, acumulando llegadas a la portería del Dinamo. El carrusel de acercamientos se transformó en ocasiones a los 14 minutos, cuando un gran disparo de Mariano desde el borde del área lo sacó con muchos apuros el meta Livakovic. Curioso lo de Mariano. Sin hacer demasiado ruido, se ha convertido en un elemento básico para Sampaoli por sus prestaciones tanto en ataque como en defensa.

Poco después, Nasri, brillante e incisivo, estuvo a punto de llegar a un medido pase de Vitolo. En pleno dominio del Sevilla, Vázquez acumuló una doble ocasión, errada en ambas ocasiones, que provocó que Sampaoli, como siempre inquieto en la banda, se echara las manos a la cabeza. Sin desesperarse, el Sevilla siguió tocando con mucho sentido, exhibiendo una superioridad abismal. El gol llegó de manera inevitable. Nzonzi robó un balón y el conjunto andaluz trianguló con mucha rapidez. Vázquez le dejó el camino abierto a Mariano, que centró para que Nasri marcara ante la inocente defensa de su meta de Livakovic, que le dejó franco su primer palo.

El tanto marcó la lógica superioridad del Sevilla, que salió a lo grande en la segunda mitad. Su primer cuarto de hora fue primoroso, pero un fallo de Vietto con todo a favor le congeló algo los ánimos al Sevilla. Un par de escarceos del Dinamo, muy inferior, no pusieron en peligro el justo triunfo del Sevilla, al que solo le faltó más mordiente para rematar un encuentro en el que debió conseguir más goles.

Archivado En