La fractura de Roma

El rival del Madrid, contra el que debutó Benítez en julio, atraviesa una crisis institucional por la desconfianza con el propietario estadounidense

El Shaarawy, Totti y Manolas, durante un entrenamiento.ALBERTO PIZZOLI (AFP)

El fútbol no depara sonrisas por Roma, donde ni los más optimistas dan crédito al equipo capitalino ante el Real Madrid, al que hoy abrigarán más de mil aficionados. En la institución romana la fractura es considerable, con los radicales de la Curva Sur en pleno boicoteo al club en sus duelos como local, una plantilla de trasiego constante, llena de remiendos que le restan identidad, el ídolo Totti en el cuarto oscuro, la leyenda Bruno Conti con funciones recortadas en su labor con el vivero romanista. En definitiva, una entidad en erupció...

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El fútbol no depara sonrisas por Roma, donde ni los más optimistas dan crédito al equipo capitalino ante el Real Madrid, al que hoy abrigarán más de mil aficionados. En la institución romana la fractura es considerable, con los radicales de la Curva Sur en pleno boicoteo al club en sus duelos como local, una plantilla de trasiego constante, llena de remiendos que le restan identidad, el ídolo Totti en el cuarto oscuro, la leyenda Bruno Conti con funciones recortadas en su labor con el vivero romanista. En definitiva, una entidad en erupción. Al fondo, un malestar creciente que se expande por Europa: un propietario forastero, en este caso el estadounidense James Pallotta, que desde 2011 gobierna con el mando a distancia y sin raíces con la institución. Y menos aún con las autoridades locales, que no le han permitido una mastodóntica operación inmobiliaria alrededor de un nuevo estadio. Roma está que arde con este magnate de fondos de alto riesgo, ubicado en su Boston natal, donde ha pertenecido al Comité Ejecutivo de los Celtics de la NBA. Alrededor del club, entre sus propios seguidores, abundan mucho más las sospechas que las certidumbres.

Con Zidane, el Madrid ha encontrado un referente, ha vuelto la fe, en la hinchada y en el vestuario

Guiños del destino, en lo que va de curso Roma y Madrid han tenido vidas paralelas. El primer partido de Rafa Benítez con los blancos se celebró el pasado 18 de julio en Melbourne, con derrota española en los penaltis. Seis meses después, el 4 de enero, el técnico madrileño fue despedido. Nueve días más tarde cayó su colega romanista en aquella tarde australiana, el francés Rudi García. Para entonces, el Madrid se había clasificado con absoluta solvencia para los octavos de la Liga de Campeones, mientras que la Roma lo hizo por la gatera, con solo una victoria y el peor balance defensivo de todos los supervivientes de la fase de grupos (16 goles en contra). Eso sí, el versátil Florenzi, con la intrascendencia de Totti el último eslabón del club con su caladero junto a De Rossi, anotó el mejor gol: en el Olímpico, al Barça desde 47 metros.

Sin Benítez y García, llegaron dos hombres de la casa, uno con recorrido y otro novato, pero ambos con batallitas que contar entre madridistas y romanistas. Zinedine Zidane, el aprendiz, se enfrentó 14 veces como jugador al Roma (solo dos derrotas), y su idilio con el “calcio” desde la Juventus se resintió con dos finales ante Italia, la Italia de Totti en la final de la Eurocopa de 2000 y la Italia de Totti, De Rossi y Materazzi en la final del Mundial de 2006. Por si no fueran pocos los motivos que evocan Roma para Zizou, hoy debutará como técnico en un estadio donde no pudo hacerlo en Champions como jugador del Madrid. Y menudo día: el 11-S de 2001, con Vicente del Bosque como entrenador, sin que la UEFA aplazara la jornada, el conjunto madrileño ganó en Roma (1-2, Totti, Figo y Guti). El francés acababa de fichar por los blancos, pero no pudo alinearse porque arrastraba una sanción de su época como Juventino.

Luciano Spalletti, ya con vuelo en los banquillos (Empoli, Sampdoria, Venezia, Udinese, Ancona y Zenit), abandonó Rusia para regresar al Roma, con quien había triunfado en dos Copas. Y, además, eliminado al Madrid en los octavos de final de la Champions de febrero de 2008. Los goles de Raúl, en la ida y en la vuelta, no bastaron.

Los relevos en la pizarra han surtido efecto en ambos clubes. Con Zidane, el Madrid ha encontrado un referente, ha vuelto la fe, en la hinchada y en el vestuario. Con Spalletti, el Roma solo ha perdido uno de los últimos 13 partidos, aunque ha empatado siete de ellos. Ocurre que el entusiasmo en Madrid nada tiene que ver con los recelos en Roma, donde todos apuntan a Boston. En una institución con solo tres títulos de Liga y nueve Copas, el hilo conductor de su historia fue por lo general su estrecho vínculo con al menos media ciudad, la que no es lazial. En esta Roma, en el campo y en los despachos, poco o casi nada hay de Roma y su espíritu.

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