Efecto placebo, milagro o curandería

Diego Costa se entrena y el escepticismo que había sobre los efectos de la placenta de yegua aminora al verle sus compañeros animado y con posibilidades de estar en Lisboa

Diego Costa realiza unos estiramientos en la última preparación del equipo. Getty Images

No se sabe con certeza si la placenta de yegua permitirá a Diego Costa disputar la final de mañana, pero por lo que cuentan desde la concentración de Los Ángeles de San Rafael, sí parece que, como mínimo, los métodos de Marinaja Kovacevic tienen un efecto placebo. Costa se entrenó ayer junto al resto de sus compañeros y se le vio golpear el balón durante el cuarto de hora que la sesión estuvo abierta a los medios de comunicación. Incluso intentó un gol con un golpeo lejano, aunque no empleó demasiada potencia.

Costa llegó al complejo segoviano en la madrugada del miércoles al jueves y a...

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No se sabe con certeza si la placenta de yegua permitirá a Diego Costa disputar la final de mañana, pero por lo que cuentan desde la concentración de Los Ángeles de San Rafael, sí parece que, como mínimo, los métodos de Marinaja Kovacevic tienen un efecto placebo. Costa se entrenó ayer junto al resto de sus compañeros y se le vio golpear el balón durante el cuarto de hora que la sesión estuvo abierta a los medios de comunicación. Incluso intentó un gol con un golpeo lejano, aunque no empleó demasiada potencia.

Costa llegó al complejo segoviano en la madrugada del miércoles al jueves y algunos de sus compañeros aseguran haberle visto animado e ilusionado. Un día antes, algunos seguían sorprendidos con su viaje relámpago a Belgrado. “¿Pero tú crees en los milagros?”, bromeaban en el Cerro del Espino. Ayer, más de uno había abandonado ya el escepticismo. Le vieron más cerca de poder entrar al menos en la convocatoria que de quedarse en la grada. La cuestión ahora, si llega en condiciones de ser convocado, es si Simeone le incluye en el once inicial, con el riesgo de agotar un cambio de manera prematura, como sucedió en el Camp Nou, o le reserva para darle entrada con el partido ya avanzado. En cualquier caso, Costa volverá a someter a las fibras de su bíceps femoral a una prueba de resistencia. En Barcelona solo le aguantaron un sprint a toda potencia. Tenía órdenes de pedir el cambio a la mínima que notara molestias y eso fue lo que hizo. El dolor ejerce de mecanismo de autodefensa, es el chivato que avisa de una posible rotura y ordena parar.

"¿Pero tú crees en los milagros?”, bromeaban algunos jugadores ante su viaje relámpago

Fue el propio Costa, ansioso por jugar la final, el que se empeñó en visitar a la doctora Kovacevic, una decisión no compartida por todos los componente de los servicios médicos del club. Se le concedió que viajara a Belgrado para que el ungüento de placenta de yegua sirviera como complemento a la recuperación tradicional.

El secretismo y el alejamiento de la medicina convencional de Kovacevic ha generado el estupor de muchos médicos especialistas, que hablan de ciencia frente a métodos cercanos a la curandería. “Desde mi humilde opinión, en este caso las resonancias no sirven para nada, lo que cuenta es el historial médico y en este último mes el jugador ha sufrido varias lesiones por querer jugar”, apunta el doctor Concejero, que fue jefe de los servicios médicos del Atlético.

Junto a Costa, también se entrenó Arda, que podría combatir su fuerte dolor en la cresta ilíaca con una infiltración.

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