El otro equilibrio de Simeone

Un rockero, 'un profesor', un exguardameta y amigo, un antiguo compañero, tecnología punta y pasión apoyan al técnico rojiblanco

German "El Mono" Burgos (R) y Diego Simeone tras el partido del Barcelona. AFP

“Esto es una final de Champions, hay que estar atento a todo. Los detalles es lo que importa, el irnos a Los Ángeles de San Rafael, ahí se empiezan a ganar los partidos”, vociferaba el miércoles el Profesor Ortega, preparador físico del Atlético por el parking del Cerro del Espino. Ortega combina la alta tecnología con el tradicional espíritu docente para desenvolverse entre jugadores que pueden llegar a maldecirle cuando su exigente trabajo les derrenga. Él decidió junto a Simeone que el equipo se concentrara en Los Ángeles de San Rafael, donde hasta ayer afinó los futbolistas con ca...

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“Esto es una final de Champions, hay que estar atento a todo. Los detalles es lo que importa, el irnos a Los Ángeles de San Rafael, ahí se empiezan a ganar los partidos”, vociferaba el miércoles el Profesor Ortega, preparador físico del Atlético por el parking del Cerro del Espino. Ortega combina la alta tecnología con el tradicional espíritu docente para desenvolverse entre jugadores que pueden llegar a maldecirle cuando su exigente trabajo les derrenga. Él decidió junto a Simeone que el equipo se concentrara en Los Ángeles de San Rafael, donde hasta ayer afinó los futbolistas con cargas reactivas de cara a la final del sábado. Acepta que el momento histórico es para disfrutar compitiendo, pero le salta como un resorte una frase que explica a este Atlético: “Disfrutar sí, pero siempre, ganar”. Parte de su metodología, la división del campo en cuadrículas, recogida de sus tiempos como profesor de rugby en Uruguay, tiene que ver con la coordinación y la precisión que el equipo muestra en la presión alta y baja. La de Ortega es una de las cuatro patas principales del cuerpo técnico. Todos, con sus variopintas personalidades, componen “el otro equilibrio”, el profesional y el personal que Simeone considera imprescindible en los éxitos recientes.

"Con Courtois tuve que trabajar para que no pareciera que tenía 19 años”, dice Vercellone

Germán Burgos, su segundo, es un rockero obseso del fútbol que tiene como uno de sus libros de cabecera La máquina de follar de Charles Bukowski. Pablo Vercellone, ex guardameta de Estudiantes de la Plata que rozó la élite con un debut prematuro, es el preparador de porteros y por edad, el más cercano en la vida privada al Cholo, con el que llegó a convivir durante un año a su llegada a Madrid. Juan Vizcaíno, ex compañero de Simeone en el doblete es pausado, tranquilo y bonachón. Un nexo ideal entre los jugadores y también un caudal futbolístico que trata de explotar con su visión del partido desde el palco. Carlos Menéndez, también preparador físico y ayudante de Ortega, es un tipo reservado, guardián de sus métodos modernos, detectado por Carlos Aguilera, director del fútbol base, en las categorías inferiores del club.

Costa en el último entrenamiento.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

“Mi indumentaria quizá no se corresponda con mi faceta de estudioso del fútbol", bromea Germán Burgos, un tipo capaz de pedirles a sus ayudantes, cuando dirigía al Carabanchel en Primera Regional, que fueran a medirles las dimensiones de los campos de los rivales. Ahora maneja un programa puntero, Wiscouts, en el que disecciona a todos los rivales desde una tablet. “Fue Carlos Griguol, mi entrenador en Ferro el que me dijo que yo valía para entrenador. Cuando aún no había subido al primer equipo ya entrenaba a niños en un colegio”, asegura Burgos, que hace tiempo aparcó The GARB, el grupo de rock que bautizó con sus iniciales: Germán Adrián Ramón Burgos.

La música, como el fútbol, forma parte de la piel de Burgos. El domingo, en Neptuno, durante la celebración del título de Liga tronó el Thunderstruck de AC/DC cuando fue llamado a la palestra. Fue también Griguol, con su entrañable gorra de plato, el que le bautizó como el Mono “porque me vio muy alto y en vez de decirme gorila, me dijo Mono y esta cara lo aguanta todo”, ha confesado. Sentado en su todoterreno, reflexiona sobre el título de Liga, “no me gusta que se diga que es una lección, lo que hemos hecho es un ejemplo, como dice el Cholo, para la gente humilde a la que todo le cuesta mucho”.

Burgos es la alegría, el que siempre tiene una salida chisposa para amenizar entrenamientos y concentraciones, pero también puede ser un volcán macarrónico cuando se calienta. “Te arranco la cabeza, yo no soy Tito”, le llegó a decir a Mourinho en un derbi caliente. Tampoco dudó en encararse con Adrián en el último partido de Liga cuando consideró que las protestas del delantero, tras ser sustituido, pasaban de la raya. “Meterle bomba”, es una de sus gritos para pedirles intensidad a los jugadores en partidos como el del sábado.

“Mis pintas quizás no correspondan con mi faceta de estudioso del fútbol”, bromea Burgos

“Cada uno somos de una manera de ser y tratamos de aportar como equipo y como personas porque también hay amistad. Con el Profe, a la vez que se trabaja, te enseña. El Cholo le respeta mucho. Yo, quizá sea el que más en común tenga con el míster, somos casi de la misma edad, tenemos hijos y vivimos circunstancias personales similares. Germán ya saben cómo es, pero vive el fútbol”, apunta Pablo Vercellone, el hombre que ha pulido a Courtois “Thibu ya traía muchas condiciones, pero solo tenía 19 años. Se trataba de disimular su edad, de hacerle jugar como un portero de 30 años y para eso había que trabajarle mucho en los conceptos básicos, un abecé de la posición: despejes, blocajes, salidas aéreas, saques. Han sido muchas repeticiones, yo me podía aburrir, pero esos entrenamientos tenían que suplir los años de diferencia con porteros más veteranos”. Vercellone también ha modelado a Courtois en consonancia con el estilo de juego: “Necesitábamos un portero sólido, serio y efectivo, que transmita lo mismo que el equipo. No me gustan los porteros voladores”.

En las concentraciones, cuando los jugadores ya duermen, se les puede ver a todos departiendo en una mesa. “Casi siempre acabamos hablando de fútbol”, asegura Vercellone. “Para mí el cuerpo técnico es como mi segunda familia”, relata El Cholo en El efecto Simeone, la motivación como estrategia, en el que también describe la importancia vital de sus colaboradores: “Valoro mucha más que su labor. Es algo que va más allá. Es una integración al sentimiento. El no aislarnos de lo que pensamos de la vida. Es la pasión, la obsesión, la búsqueda. No siempre se trata de cuestiones futbolísticas. En ocasiones, son ideas para transmitirles una forma de vida. Gente que sin hablar y solo mirándola ya sabe lo que tiene que hacer. Todos juntos somos puro sentimiento”.

Y a todos juntos, incluido su asesor de prensa Pepe Pasqués, Simeone les homenajeó en su primera comparecencia como campeón de Liga en la sala de prensa del Camp Nou, les pidió que salieran con él “porque me han hecho mejor entrenador”.

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