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La galaxia neo-reaccionaria de José Antonio Kast

Cómo no ver que la galaxia de la cual proviene Kast es, en última instancia, anti-moderna, favorable a la restauración de las jerarquías tradicionales, un conjunto de ideas afines con la garantía de seguridad física a cualquier precio

No es un insulto, tampoco es un estigma calificar de este modo el universo de ideas en el que se inscribe el líder de la derecha ultra chilena José Antonio Kast: la neo-reacción. Hay muy buenas razones para calificarlo de este modo.

Este universo de ideas, que a partir de ahora llamaré la galaxia neo-reaccionaria (NRX, así identificada por quienes se interesan en este tipo de cosas), es bien conocido por José Antonio Kast. Tal vez no de modo sofisticado, aún menos intelectual (dificulto que haya leído los textos más importantes de esta galaxia, desde Curtis Yarvin y su Manifiesto Formalista hasta Nick Land y su abstrusa Ilustración oscura), pero sí ha conectado política e intuitivamente con esas ideas neo-reaccionarias. A lo sumo se relaciona con autores de panfletos del tipo Agustín Laje y Nicolás Márquez, o autores de un gran primitivismo como Axel Kaiser, quien en cada uno de sus panfletos busca y cree —muy en serio— demostrar lo que solo él vio y describió en clave categórica (últimamente en su libro, infartante por lo mediocre, Nazi-comunismo. Por qué marxistas leninistas y nazi fascistas son gemelos ideológicos). ¿Cómo no ver, ni calibrar la importancia de que Kast haya sido presidente del muy influyente Political Network for Values, entre 2022 y 2024? No fue hace mucho tiempo, y es en esa condición que Kast pudo familiarizarse con ideas tan extravagantes como reaccionarias: es como presidente de este network que Kast pudo invitar, sin vacilaciones, al diputado keniano George Peter Kaluma (promotor entusiasta de la cadena perpetua para homosexuales) a una cumbre en la sede del Senado español en 2024. No fue hace mucho tiempo: las ideas a menudo aberrantes de esta parte de la galaxia están allí, registradas.

Es a propósito que utilizo el término ‘galaxia’ para describir a un conjunto diverso y heterogéneo de ideas ultraconservadoras y reaccionarias reunidas por una misma fuerza de gravedad. Es importante detenerse en este aspecto gravitacional: estas ideas ¿son reaccionarias en qué sentido? La respuesta es simple: son ideas que emergen en reacción a, o en contra del ‘progresismo’ aborrecido que fue instalado en distintos espacios culturales (esos espacios, Yarvin los aglutina mediante una sola palabra, la “Catedral”, esto es las agendas e instituciones que son productoras de cultura, desde las universidades hasta los medios de prensa, pasando por la función que desempeñan los intelectuales públicos y tantas otras cosas). Dicho de otro modo, la neo-reacción es una contra-energía mecánica que fue provocada por las definiciones de lo que ‘es’ políticamente correcto: definiciones que hacían ver mal al lenguaje no inclusivo, al idioma que reivindicaba la normalidad consuetudinaria de las relaciones sociales (por ejemplo, entre hombres y mujeres, o entre razas), que relevaba el carácter tradicional —y, por tanto, “aceptable”— de las ofensas y agravios de décadas y siglos hacia grupos minoritarios, lo que se tradujo en formas de cancelación a quienes se resistían a la corrección política (por ejemplo, a individuos y grupos blancos, anglosajones y protestantes, los WASP, en universidades y vecindarios, especialmente en Estados Unidos). Qué duda cabe: lo que el progresismo pudo concebir como avances en materia de relaciones entre las razas, los sexos y los géneros (eso que vino a llamarse agenda woke) se tradujo en regresiones en modalidades agresivas y, eventualmente, violentas.

¿Cómo no ver que la galaxia de la cual proviene José Antonio Kast es, en última instancia, una galaxia anti-moderna, favorable a la restauración de las jerarquías tradicionales, un conjunto de ideas afines con la garantía de seguridad física a cualquier precio (este es el aspecto más popular de la neo-reacción), no muy lejana de la aspiración de volver a modos feudales de gobierno, hostiles a formas globales de gobierno y de regulaciones mundiales de la convivencia colectiva (desde la ONU hasta la OMS, en nombre de un ideal soberanista que se funde en una concepción de la libertad radical -especialmente económica- de los individuos)?

Es cierto. Esta galaxia neo-reaccionaria es heterogénea: se inscriben en ella todo tipo de familias conservadoras, postliberales, anarquistas de derechas, libertarias y fascistas. Para decirlo en simple: desde Viktor Orban (ultraconservador) hasta Javier Milei (libertario), pasando por todo tipo de flora y fauna. Pues bien, José Antonio Kast se inscribe en cuerpo y alma en este pluriverso de ideas y sensibilidades, de pensamientos y emociones. He allí su simpleza práctica (mano dura en materia de seguridad, cierre absoluto de las fronteras y expulsiones masivas de los inmigrantes irregulares), pero también su complejidad cultural que las izquierdas chilenas siquiera sospechan.

La pregunta es: ¿en qué lugar de esta galaxia se ubica José Antonio Kast? Durante la campaña presidencial de 2025, Kast entregó una pista al visitar a Giorgia Meloni, jefa de gobierno y líder del partido post-fascista Fratelli d’Italia. Se trata de una señal importante, moderada dentro de la radicalidad de derechas: esa reunión indica una dirección ultraconservadora del eventual Gobierno de Kast. La pregunta es: ¿será un Gobierno proclive a librar batallas en las guerras culturales de nuestra época? Durante la campaña presidencial, Kast congeló la agenda de disputas valóricas: ese congelamiento, ¿será duradero? La pregunta es relevante, ya que Kast, de ser presidente, sufrirá la presión por inaugurar la guerra cultural que ya fue anunciada por el candidato presidencial de extrema derecha libertaria Johannes Kaiser (quien rozó el 14% de los votos en la primera vuelta), así como por la flamante senadora y hermana de este último: Vanessa Kaiser, quien reivindica dos doctorados (formalmente reales, aunque sin ninguna publicación siquiera interesante desde su obtención hace ya varios años) y una rabia anti-progresista en línea con la orientación afectiva de la galaxia de Kast.

Las izquierdas aún no calibran la naturaleza extremadamente conservadora de Kast: no lo leen, tampoco lo estudian, en circunstancias que toda la información que lo concierne es pública. Esta flojera intelectual retrata el problema de fondo de todas las izquierdas: su incapacidad para comprender el mundo que la rodea, partiendo por sus adversarios elementales.

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