Al son de la música
Tras la segunda vuelta del próximo 14 de diciembre, para los agentes económicos que hacen decisiones de largo plazo, el calado de los retos económicos recobrará sus contornos
La exuberancia que han estado mostrando los mercados en las últimas semanas merece ser desmenuzada, no tanto por lo que parecen estar anticipando los niveles que testean el tipo de cambio y la bolsa, sino que por cómo esas expectativas pueden o no estar recogiendo adecuadamente la amplia gama de variables que afectan a la economía y los mercados en el tiempo.
Los bancos de inversión han avivado ese fuego, haciendo lecturas del momento político, definiendo escenarios, asignando probabilidades de ocurrencia y anticipando posibles evoluciones para el tipo de cambio y la bolsa según quiénes pasen a la segunda vuelta y cómo queden integradas la Cámara y el Senado.
La música que han estado interpretando los expertos, presenta escenario amplios, los que por ejemplo en el caso de la bolsa señalan al Ipsa bajando a 7.500 puntos en una combinación de resultados o subiendo dramáticamente hasta los 12.000 puntos en otro escenario. Para el precio del dólar la dispersión es igualmente amplia, con un peso que se puede apreciar cerca de 10% desde los cerca de 930 pesos del viernes 14 de noviembre o depreciar hasta los 1.200 pesos. La prensa ha hecho su trabajo, ha recogido esos análisis y, de esa forma, ayudado a catalizar las performances.
Hasta ahora las monedas de los inversionistas han ido a caer a los sombreros de quienes están anticipando un cambio sustantivo en las condiciones políticas y económicas, con una bolsa que pese a las jornadas de toma de utilidades, suma este 2025 cerca de 60 récords, con altos montos transados y con unos desempeños por sobre la media de otros mercados y con rendimientos favorables en pesos y en dólares.
Una exuberancia que tiene más de racional que de irracional, no obstante que este año hay incertidumbres asociadas al padrón electoral por el voto obligatorio.
Con todo, descontada esa consideración hay otras que probablemente adquieran mayor peso una vez que se despeje en diciembre el panorama político. Tras la segunda vuelta del próximo 14 de diciembre, para los agentes económicos que hacen decisiones de largo plazo, que van más allá del día de los mercados, el calado de los retos económicos y el ripio que pueda tener del camino de salida de la actual situación recobrarán sus contornos.
Cuestiones como los riesgos asociados a la evolución de la economía internacional, que acaba de relevar el Banco Central en su Informe de Estabilidad Financiera, recobrará protagonismo, como la hará el tema de cuál es la verdadera capacidad de la economía de ganar velocidad a corto y mediano plazo, o cuáles pueden ser los efectos del ajuste que transversalmente se estima necesario para un importante componente macro, como lo es el sector fiscal.
Eso por de pronto, por no hablar de los tiempos que todavía necesitarán los proyectos de inversión para entrar en ejecución (incluso considerando las mejores condiciones que generó la ley de permisos sectoriales) o las disrupciones asociadas a la transformación tecnológica y la inteligencia artificial sobre el mercado laboral, un fenómeno que está teniendo profundas implicancias en economías desarrolladas.
De este modo, el lunes 17 será un día de mucho movimiento. Ese día hablarán los mercados, los estados de ánimo, incididos por las emociones. Pero después será el turno de la política y la economía real: de quienes estén en el gobierno y en la oposición, y de los jugadores de peso, que son los ponen en el tablero las fichas de mayor denominación, agentes económicos que no bailan al ritmo del minuto.
No se trata de aguar la fiesta, sino sólo de señalar que la previa, que es lo que se ha estado viviendo en estas últimas semanas en los mercados, es solo eso, la previa, y que la fiesta será otra cosa. En las fiestas la música la ponen los gobiernos y los poderes legislativos, con las discusiones que inevitablemente tendrán que realizar para ajustar lo que sea necesario ajustar para salir efectivamente de una década de estancamiento. Y, por supuesto, también serán claves las personas y los grandes agentes económicos y su disposición a aceptar los ajustes y los riesgos que inevitablemente comenzarán a perfilarse con mayor nitidez, como lo ilustran países donde se han producido giros políticos relevantes que ponen a prueba a sus sociedades.
Y, ya se dijo, también será clave para los resultados del ciclo que se iniciará en marzo lo que ocurra con la evolución de la economía internacional, ojalá sin desoír lo que advirtió esta semana el Banco Central cuando instó a reforzar las defensas ante shocks que se deriven de un potencial pinchazo de la burbuja que algunos ven en los mercados externos.