Servel: un siglo de sufragio ‘universal’
Una de las cosas interesantes de este aniversario es que, a través del Servicio Electoral, se pueden observar los grandes hitos de la historia del sufragio universal en Chile
Este 17 de marzo de 2025, el Servicio Electoral de Chile (SERVEL) cumple 100 años de existencia, cuya primera expresión institucional fue la creación del Conservador del Registro Electoral en 1925. Se trata de un aniversario relevante, ya que Servel es una de las pocas joyas de la república de Chile que sigue gozando de buena salud institucional y, sobre todo, de una gran confianza de su pueblo, según todas las encuestas de opinión: Chile nunca ha tenido una elección en la que se desconozcan los resultados preliminares que son entregados por el órgano regulador de los comicios. Una de las cosas interesantes de este aniversario es que, a través de Servel, se pueden observar los grandes hitos de la historia del sufragio universal en Chile, en el entendido que el adjetivo ‘universal’ describió hasta la promulgación de la ley de 1934 únicamente al sufragio masculino: es solo a partir de entonces que el sufragio es plenamente universal, con la incorporación de las mujeres.
¿Qué hitos son importantes de destacar?
En primer lugar, como dijimos, el tránsito del sufragio masculino al sufragio universal que engloba a hombres y mujeres: este hito no es baladí, ya que disponemos de evidencia sobre mujeres que buscaron votar ya en el siglo XIX mediante una interpretación al pie de la letra de la primera ley de extensión del sufragio en 1874. Es así como una mujer, Paz Olivares Reyes, logró votar en las elecciones de 1876 en una mesa de la ciudad de La Serena: un caso fantástico.
En segundo lugar, el dilema de identificar correctamente a los electores, lo que se vuelve tecnológicamente posible a partir de la introducción de las huellas dactilares en la década del treinta del siglo XX.
En tercer lugar, la lucha contra la compra de votos, lo que se conoce como “cohecho”, lo que se logra a partir de la creación de la cédula única en 1958. A partir de esa fecha, comienza una historia material del sufragio universal, en la que el órgano regulador de las elecciones se encarga de fabricar el sufragio, lo que contrasta con la experiencia de otros países en donde son los candidatos y, sobre todo, los partidos quienes elaboran el voto.
En cuarto lugar, el cambio de la mayoría de edad electoral en 1970, año en el cual la definición etaria del ciudadano elector declina de los 21 a los 18 años.
En quinto lugar, la creación ex nihilo de un nuevo registro electoral a partir de 1986, en plena dictadura militar y de cara a lo que será un dramático plebiscito en 1988, en el que el dictador Augusto Pinochet es derrotado en las urnas, con un mayoritario rechazo a su continuidad como presidente de la república. Es sin duda este plebiscito el que termina por consolidar tempranamente al nuevo órgano regulador de las elecciones, Servel: en efecto, es en 1986 que el Servicio Electoral es creado por ley, con un extraordinario director, Juan Ignacio García, cuya ecuanimidad y amabilidad hacen de él epítome del funcionario público de Chile en tiempos en los que, todavía, el Estado era percibido mediante su “olor fiscal”, para retomar una bella expresión de Stefan Zweig en su magnífico libro “El mundo de ayer”.
Estos son tan solo algunos hitos de la historia del sufragio universal: todos los países han tenido que enfrentarlos, cada uno a su manera, a veces mediante políticas de importación de experiencias y otras exportando buenas prácticas. El Servicio Electoral de Chile es una institución reconocida por su capacidad para organizar eficientemente elecciones, exportando algunas de sus prácticas. En tal sentido, la organización de un plebiscito en condiciones no democráticas y de varias elecciones en pandemia son de las experiencias más difíciles que este servicio tuvo que enfrentar.
¿Cómo no ver que la organización de elecciones en los tiempos de hoy no es nada fácil, en campañas en las que proliferan noticias falsas, desinformación y el uso multimillonario del dinero cuya distribución por partidos y candidatos no tiene nada de igualitario? Esto es lo que explica que incluso en países centrales, los órganos reguladores se vean acosados por moros y cristianos, como en México bajo la presidencia de López Obrador o en el Reino Unido durante la campaña por el Brexit.
Inteligentemente, la política chilena modificó en 2012 el modo de gobernanza del Servel, transitando desde la autoridad unipersonal de un director a la autoridad colectiva de un Consejo Directivo que entrega confianza a todos los actores del sistema político. Se trata de una reforma acertada en tiempos difíciles.
La historia del sufragio universal continúa bajo nuestros ojos: estamos presenciando cosas que nunca habíamos visto, siquiera imaginado. Nos encontramos en el umbral de enfrentar elecciones mediante campañas dirigidas por la inteligencia artificial: no tenemos idea de lo que esto puede significar, y en qué pueden terminar elecciones en donde todos los candidatos utilizan esta y otras tecnologías, no siempre con buenas intenciones.
Lo fascinante de la historia del Servicio Electoral chileno es que, a través de él, es la historia general del sufragio universal la que se transforma en objeto de análisis y admiración. Ha sido una experiencia personal fascinante formar parte del Consejo Directivo de Servel desde su creación: he aprendido que en las cosas de la política, lo esencial efectivamente se encuentra en los libros, pero lo que hace la diferencia son las experiencias y situaciones prácticas. Qué duda cabe: la historia del sufragio universal no solo es cultural, tampoco únicamente material y tecnológica, es también una historia institucional, la que se encuentra tan bien narrada por el libro “Un siglo de historia fortaleciendo la democracia” (2025), cuyo autor David Home Valenzuela supo capturar brillantemente.