Error y propósito
En el plano económico, la incapacidad de avanzar en acuerdos con mayor pragmatismo y realismo es quizás lo que ha terminado desaguando los ‘wishful thinkings’ de quienes han prometido un punto de inflexión
En salud, en pensiones y en impuestos las decisiones apuradas, las componendas mal habidas, los atajos y transacciones de última hora han terminado instalando la sensación de que quienes tienen en sus manos el diseño de las políticas públicas en Chile son incapaces de salirse de sus matrices ideológicas en pos de atender de mejor manera los problemas contingentes de las personas.
El problema es que en ese juego de la improvisación y el cálculo va pasando el tiempo y los ciudadanos ven cómo los debates que se presentan políticamente en blanco y negro, decantan en malas soluciones (caso devolución de las isapres), en dilaciones (la lata discusión de la reforma a las pensiones) o soluciones parche o juegos de suma cero (cambios en la arquitectura de los impuestos), todo lo cual mantiene el estado de cosas en un mediocre estatus quo.
Es cierto que no ocurre siempre ni se da así en todas las cosas. También es verdad que no son responsables todos los actores que intervienen en estas tragicomedias, pero lo que cada vez cuesta retrucar más es cómo a la luz de este espectáculo la gente no se muestra más ‘cabreada’ de lo que ya está.
Si en el encapsulado mundo de la política no se han dado cuenta aún, es bueno recordar que las expectativas frustradas, que las promesas incumplidas, que las soluciones parche que no atienden una urgencia por la incapacidad de salir del tinglado ideológico, terminan instilando en las personas un malestar mudo que presumiblemente va acumulando presión hasta que un buen día algo ocurre y los acontecimientos se salen de madre.
De ocurrir, con seguridad ese día habrá quienes intentarán lavarse las manos o endosar responsabilidades a los rivales, como si lo sucedido no fuera una responsabilidad compartida. Más aún, cuando en cada uno de estos temas (y otros que se pueden agregar al repertorio de soluciones apresuradas o mediocremente abordadas en los últimos años) estamos hablando de cuestiones que impactan la vida diaria de millones de personas.
Al inicio de su notable relato de La Crisis Mundial 1911-1918, Winston Churchill especula sobre las posibles causas de la ruina y catástrofe que asoló a buena parte del mundo hace poco más de un siglo, señalando que probablemente en todo aquello hubo, entre otras cosas, un dominio deficiente de los individuos sobre los destinos del mundo. Y quizás buscando no ponerse más allá del bien y del mal, usa para describir lo ocurrido una frase extraída de la antología de la sabiduría popular, recordando que “siempre hay más error que propósito en los asuntos humanos”.
En un contexto completamente diferente y con una connotación totalmente distinta a la que pudo inspirar a Churchill, no estaría de más preguntarse cuánto de dominio deficiente de las situaciones, cuánto de error y falta de propósito, hay detrás de este estado de cosas donde leyes cortas y largas, comisiones de trabajo, y compromisos públicos se traducen en acuerdos un tanto esperpénticos que solo logran mezquinos cambios y no siempre para mejor.
En el plano económico, esta incapacidad de avanzar en acuerdos con mayor preagmatismo y realismo es quizás lo que ha terminado desaguando los wishful thinkings de quienes desde el gobierno han prometido una y otra vez la inminencia de un punto de inflexión, del inicio de una nueva fase. Como dijo Mario Marcel alguna vez, “Chile está de vuelta”, cuando lo único que al final del día ha terminado estando de vuelta son pronósticos de crecimiento a la baja, donde el 2% y yapa de crecimiento por año parece que será la tónica por un buen rato, a todas luces cifras insuficientes para atender las deudas de arrastre y las obligaciones futuras.
Hace pocos días en su cobertura de la última encuesta de expectativas económicas que aplica el Banco Central a un número y abanico representativo de expertos, La Tercera tituló “Mercado recorta proyección de PIB para 2025 y gobierno de Boric arriesga ser el de menor crecimiento desde 1990″. Un saldo del cual es difícil enorgullecerse, máxime cuando es evidente que con un cambio en la ‘performance’ económica del país sería posible resolver tantos y tantos problemas que hoy parecieran estar siendo abordados con una pasmosa desconexión con las personas.