La crisis de cuidados en América Latina pone presión en los países más longevos: Chile y Uruguay

La Cepal advierte que la región se enfrenta a demandas de atención no resueltas y, simultáneamente, a un acelerado envejecimiento de su población

Una mujer en Valparaíso, Chile.Lighthouse Films (Getty Images)

La Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), en su informe Panorama Social 2024 ha advertido sobre una crisis de cuidados en Latinoamérica exacerbada por cambios demográficos, epidemiológicos, climáticos y hasta por las transformaciones en el mercado del trabajo. “La región se enfrenta a una demanda de cuidado de niñas y niños que no se ha resuelto, y, simultáneamente, al aumento de la población de 65 años y más, y sobre todo de la población de 80 años, y más en las próximas décadas”, refiere el documento presentado este martes en Santiago de Chile.

La población dependiente de cuidados en la región se triplicará en unos 30 años, según estimaciones del organismo multilateral. Alberto Arenas, director de desarrollo social de la comisión, explica que esto, principalmente, se deberá a un alza de los adultos mayores, especialmente de los de 80 años o más edad, y, en ese sentido, indica que los países donde se produce el mayor aumento de este grupo etario son Uruguay (16%) y Chile (14,1%), en el cono sur, y todos los localizados en el Caribe, especialmente Cuba (16,6%).

El envejecimiento de la población puede poner presión en los Estados más longevos en el mediano plazo, dice Simone Cecchini, director de la división de población de la Cepal, en una conversación telefónica con EL PAÍS. Y agrega: “Todavía tenemos una crisis de cuidados en los dos extremos etarios, porque no logramos apoyar a las familias con niños. En este particular, los países más jóvenes y con menor estado de bienestar, como Honduras y Nicaragua, son los más afectados. Pero también ya se asoma a nivel regional el envejecimiento y la carga de cuidados, que será complicada para las personas mayores de 80 años, e impacta más fuerte a las naciones más envejecidas, como Chile y Uruguay. De hecho, ambos países ya se preparan para ello, pero los recursos son limitados”.

Uno de los fenómenos que ocurre, casi en paralelo, con el envejecimiento de la población de estos países es una caída de sus tasas de natalidad. En el primer semestre de este 2024 se había registrado 70.336 nacimientos en Chile, lo que significa 20.863 menos de todos los ocurridos entre enero y junio de 2023.

Según el último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), la natalidad en el país sudamericano está entre las más bajas, con 1,5 hijos, al igual que Uruguay, Cuba y Costa Rica. “Las familias se están achicando, ya no hay suficientes personas para atender a los adultos mayores que eventualmente así lo requieran. La novedad es que el cambio demográfico está ocurriendo tan rápido y repentinamente que se debe poner atención en estos países”, acota Cecchini.

Pero, lejos de lo pensado, ni Chile ni Uruguay son los países con las mayores tasas de dependencia demográfica —un indicador demográfico que mide la relación entre la población económicamente dependiente y la productiva— en la región. De acuerdo con la Cepal, la lista está encabezada por Bolivia, Guatemala, Paraguay y Venezuela.

La desequilibrada carga

La responsabilidad en la carga de los cuidados no es balanceada en América Latina, sino que recae mayormente sobre las mujeres. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha alertado que la actual estructura social del cuidado priva a muchas mujeres de un acceso adecuado a la protección social, la cual está basada en contribuciones asociadas al mercado laboral formal, sin reconocer el trabajo no remunerado.

Para los organismos multilaterales, esto tiende a reproducir y profundizar desigualdades socioeconómicas y perpetúa la pobreza entre las mujeres. En su informe, Cepal señala que, al mismo tiempo, en América Latina, aunque con matices entre los países, los regímenes de protección social suelen familiarizar responsabilidades de cuidado, lo que supone que “gran parte de la demanda de cuidados de la población se cubre en el hogar y mediante redes familiares, vecinales o comunitarias, con las mujeres como las principales cuidadoras”.

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