Chile: cuándo es el momento para hablar de aborto
Boric abre un debate sobre interrupción del embarazo y la eutanasia que, al margen de que lleguen o no a convertirse en ley, la sociedad chilena sí puede dar
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Hola queridos lectores,
Esta semana en Chile hemos vuelto a hablar de aborto y de eutanasia, tras el discurso ante la Nación y el Congreso del presidente Gabriel Boric, el sábado 1º de junio. Fue sorpresivo para el país, incluso para algunos ministros y buena parte del oficialismo, sobre todo porque, a estas alturas, el Gobierno parecía solo concentrado en las dos principales áreas que urgen a la ciudadanía: el crecimiento económico y el control de la delincuencia. No quiero detenerme esta vez ni en las chances de que una ley de aborto integral y otra sobre eutanasia lleguen a concretarse en este mandato: todos sabemos que es muy difícil. Queda poco tiempo de esta Administración, que no tiene mayorías en el Congreso, estos dos años están llenos de elecciones, etcétera, etcétera. Tampoco quiero referirme a las razones políticas de Boric para hacerlo ahora. Pero sí quiero detenerme en la posibilidad de que una sociedad puede hablar de aquellos asuntos trascendentales que afectan la vida de las personas y que no necesariamente –por desgracia– están en la agenda pública. ¿Es que hay un momento determinado para debatir de aborto y de eutanasia?¿quién lo decide?¿los grupos conservadores que defienden el statu quo? Tras dos procesos constitucionales, que fueron desechados por la mayoría de la sociedad, Chile claro que puede hablar de libertades individuales.
Chile recién en 2017 dejó de penalizar el aborto en todas sus causales. Era uno de los únicos países del mundo donde estaba totalmente prohibido. Pero la gran mayoría de las interrupciones del embarazo siguen realizándose clandestinamente y en condiciones poco seguras para nosotras las mujeres. Los cálculos del propio Ministerio de la Mujer hablan de un rango que va desde los 30.000 hasta 150.000 al año, según informó a este diario la ministra Antonia Orellana en una entrevista realizada en marzo por Antonia Laborde. ¿No es acaso el momento de hablar de ello?
En 2019, en EL PAÍS, entrevisté a Hernán Letelier, un actor chileno muy mayor, en ese entonces de 98 años, que poco a poco se deterioraba –ya ni veía– y se le había insoportable su vida en extrema soledad. Fue mi amigo. Y Hernán, aún siendo muy conservador, muy católico, clamaba porque lo dejaran morir con dignidad. Temía morir solo, como finalmente sucedió, poco antes de que estallara la pandemia, en el verano de 2020. Su cuerpo fue encontrado por vecinos varios días después del deceso, mientras su gata Martina maullaba por todo el departamento, en el centro de Santiago de Chile. ¿Por qué no pudo morir como deseaba, un hombre tan ordenado, planificado, culto?¿por qué fue condenado a fallecer como no quería y en condiciones tan poco dignas un ser humano que fue criado por Amanda, su mamá, con amor y tanta dedicación? Lo que vino después, la forma en que fue desmantelado su departamento, el intento de matar a su gata, su funeral, es otra historia...
Y otro de tantos casos: esta semana, a propósito del debate abierto por Boric, salimos a buscar la historia de Susana Moreira, la mujer de 40 años que escribió al presidente para pedirle la opción de eutanasia. Boric la citó el sábado en su discurso. Padece una distrofia muscular que progresiva y violentamente la dejó sin caminar y con dolores insufribles en todas sus articulaciones y su historia –estremecedora– la cuenta la periodista María Victoria Agouborde en esta entrevista que les recomiendo mucho. No solo habla ella (“Quiero vivir mientras pueda hacerlo con dignidad”), sino su marido, que confiesa: “Ella me ha ido preparando en esta decisión y la acepto, porque peor que ver morir a una persona es ver sufrir a una persona”.
¿No es acaso siempre el momento adecuado para hablar de eutanasia y de aborto?¿O acaso no podemos?
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Buen junio.
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