Paula Rivas, la nueva reina de la cumbia romántica chilena
Ganadora del Premio Musa como artista tropical del año, y de dos Pulsar a lo mejor de la música local, alza la voz como la mujer más relevante en el género, en un escenario donde predominan los cantantes
En la peluquería de su mamá, en La Pintana, uno de los municipios más sencillos y populares de Santiago, Paula Rivas (Santiago, 40 años) pasó su infancia escuchando en la radio cientos de canciones con cuyas letras pareciera que el corazón se rompe en pedazos. En medio del ruido de las tijeras y el secador de pelo, Paula recuerda las voces de Rocío Jurado, Amanda Miguel, Valeria Lynch, Ana Gabriel y la chi...
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En la peluquería de su mamá, en La Pintana, uno de los municipios más sencillos y populares de Santiago, Paula Rivas (Santiago, 40 años) pasó su infancia escuchando en la radio cientos de canciones con cuyas letras pareciera que el corazón se rompe en pedazos. En medio del ruido de las tijeras y el secador de pelo, Paula recuerda las voces de Rocío Jurado, Amanda Miguel, Valeria Lynch, Ana Gabriel y la chilena Miriam Hernández como la banda sonora de su niñez. También se ve a ella, a los 5 o 6 años, detrás de las cortinas de su casa, lista para cantar en la sala frente a la familia, mientras su abuelo la presenta, se lo ha pedido ella, como la principal artista del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar.
De eso ha pasado más de 30 años y esa niña se ha convertido en la mujer más relevante de la música tropical chilena. Pasó de emular a las famosas cantantes que oía en la radio a componer sus propias letras, en las que el corazón sigue sufriendo, pero en ritmo de cumbia romántica. Y, como si se encomendara, cada vez que va a cantar en público parte con la frase “poder femenino presente”, y luego se larga. Así, se ha abierto lento, pero sin pausa, un lugar clave en los escenarios chilenos en los que, por décadas, priman las voces y orquestas masculinas.
Con más de 60 millones de reproducciones en las redes sociales, 13 de carrera y seis discos, el viernes fue la ganadora de los Premios Musa 2023 como Artista tropical del año. Y en junio recibió en Chile dos premios Pulsar, que condecora a lo más destacado de la música local, como Mejor artista tropical y Artista del público, por su último disco Mariposa. “Siempre escuché que este era un lugar esquivo para las mujeres, y escuché muchas veces que no. Estoy aquí por todas aquellas a las que les ha costado un poco más encontrar esos lugares amables donde poder crear”, dijo cuando la premiaron.
En septiembre, Spotify la nombró como embajadora Equal, un programa que promueve la equidad de género en distintos países y que la convirtió en la primera mujer del género tropical chileno en protagonizar esa campaña. Esa distinción implicó, además de sugerencias a sus canciones en la plataforma, que su fotografía apareciera en el Times Square de Nueva York durante ese mes, que compartía en forma intermitente con Shakira. “Desde La Pintana al Times Square de Nueva York. ¡Poder femenino presente!”, posteó Rivas en su cuenta de Instagram. “Cada lágrima, cada decepción, cada puerta cerrada, hoy las veo reflejadas en este gran hito”, agregó. Y sus seguidores le han contestado la misma frase con la que fue presentada por los animadores en la ceremonia de los premios Pulsar: la reina de la cumbia chilena.
El de Paula Rivas, quien estudió licenciatura en música, ha sido un camino largo que ha transitado a pulso e insistencia, cuenta la cantante a EL PAÍS mientras bebe un té en un asoleado día en Santiago. Mira hacia atrás y ve otras varias influencias que han sido también parte de la banda sonora de su infancia. En su barrio en La Pintana, en la Población 21 de Mayo, en una gran feria sonaban muchas radios a todo volumen con cumbias que acompañaban a los vendedores mientras vociferaban sus productos, entre ellos su papá. Por ello, era imposible, recuerda, que no se supiera todas esas canciones que oía desde la ventana de su dormitorio.
La casa de Rivas, además, estaba siempre llena de sonidos y de público, pues en un mismo lugar confluía el salón de belleza de su mamá y también la heladería casera que montó su tía y su abuela, donde sus vecinos iban y venían durante todo el día. Poco más allá, un tío, ya fallecido, a veces tocaba la guitarra en la sala. Pero, a diferencia de su sobrina, era tan tímido que nunca contó a su familia que también cantaba. Solo hace unos meses, en un canal de televisión chileno que emite antiguos programas, se sorprendieron cuando lo vieron, en una imagen en blanco y negro, concursando como imitador de Nino Bravo en los años 80.
Empoderada, invencible, mariposa
Antes de la era Internet, una enorme guía de páginas amarillas era la única forma de encontrar un teléfono. Y fue allí que Paula Rivas buscó por su cuenta el número de la academia del cantante y animador chileno Luis Jara. Tenía 12 años y pidió hora para una audición. Con su mamá atravesaron Santiago en micro, del sector sur al oriente de la capital de Chile, para llegar a la prueba. Por azar le pidieron cantar una canción, la moda en ese entonces, una de la popular Miriam Hernández —embajadora Equal en julio de 2022—que, por supuesto, ella ya había escuchado en la radio: Un hombre secreto.
Rivas pasó toda la secundaria cruzando Santiago para ensayar en esa academia, pues, dice: “Siempre supe que solo quería dedicarme a cantar”. En 2007 entró al programa de talentos de Televisión Nacional Rojo, fama contra fama, en el que un premio le permitió estudiar licenciatura en música.
Después de interpretar canciones de sus artistas favoritos y ganarse la vida sobre escenarios en pubs, fue en la universidad donde comenzó a componer sus propias letras y a intervenir en los arreglos de trompeta y trombón. En 2013 presentó su primer disco homónimo como solista, con títulos como No Voy a Llorar y Juraste. En 2015, en Tributo, cantó las canciones de las mismas artistas que escuchaba en su infancia, pero que fusionó con ritmos tropicales como cumbia, merengue y bachata.
En 2016 lanzó Empoderada, un disco que, dice, refleja su propio camino. “Yo tuve que armarme de poder para seguir adelante, porque prácticamente no había nadie en la música tropical que fuese mujer, o muy pocas en regiones. Muchas veces se me cerraron las puertas. Incluso, escuché que mejor me dedicara a otra cosa porque las mujeres en las cumbias eran mala suerte y que nunca, acá en Chile, iba a salir adelante. Ese fue un golpe muy fuerte”.
No olvida tampoco cuando, en las primeras contrataciones, antes de ficharla para un evento, la llamaban para preguntar qué tipo de canciones cantaba y si usaba minifalda. “Sentí frustración, rabia y dolor contra eso que se llama machismo, porque yo quería que me llamaran por mi talento. Pasó mucho tiempo, años, en que jamás me puse una falda, hasta que yo decidí usarlas”. Por eso, no es casualidad que su cuarto disco se llame Invencible, y menos que el siguiente sea Mariposa, el mismo que hasta ahora ha dado vuelo a su carrera.
Precisamente en Mariposa hay una canción, Sigo aquí, en la que Paula Rivas cuenta su historia y canta, justamente en el lugar donde nació, en La Pintana. Junto a una orquesta recorre la feria donde su padre aún trabaja, su escuela y la peluquería de su madre, allí, donde todo empezó. “No importa tu ropa ni forma de hablar, si no llevas dentro coraje al andar. Es tu corazón lo que importa y lo sabes, y te llevará lejos si los has de escuchar”, canta fuerte.