Chile homenajea a Allende en el Estadio Nacional, el mayor centro de detención y torturas de la dictadura
Miles de personas asisten a un concierto en honor a las víctimas en el acto de cierre de la conmemoración del 50 aniversario del golpe de Estado de Pinochet
Miles de personas han llegado la noche de este lunes al Estadio Nacional de Chile, el mayor centro de detención y tortura que existió durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), para rendir homenaje a Salvador Allende y las víctimas del régimen autoritario. El acto, en el que han participado una serie de bandas emblemas de la lucha por la libertad en los setenta y ochenta, ha sellado las conmemoraciones por los 50 años desde el golpe militar cumplidos este 1...
Miles de personas han llegado la noche de este lunes al Estadio Nacional de Chile, el mayor centro de detención y tortura que existió durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), para rendir homenaje a Salvador Allende y las víctimas del régimen autoritario. El acto, en el que han participado una serie de bandas emblemas de la lucha por la libertad en los setenta y ochenta, ha sellado las conmemoraciones por los 50 años desde el golpe militar cumplidos este 11 de septiembre. La fecha dejó un ambiente político aún más tensionado y con la idea instalada de que en la última década se ha perdido el consenso sobre la lectura del pasado dictatorial.
Antes de que arrancara el acto -que se retrasó casi dos horas-, una extensa fila alrededor del estadio esperaba ingresar al vestuario donde centenares de mujeres sufrieron vejaciones y torturas durante la dictadura. En el espacio, que se mantiene intacto para preservar la memoria, algunas víctimas compartían sus testimonios con los visitantes.
El enfado del público por la extensa espera desapareció una vez que la banda Quilapayún se subió al escenario y entonó El pueblo unido jamás será vencido, una canción-himno que removió al público, puño en alto, mientras imágenes de Fidel Castro se proyectaban en el fondo. Alejados de la música a cargo de históricos como Inti Illimiani e Illapú, decenas de personas encendían velas en los muros del estadio en memoria de los que ya no están. Más de mil que aún no se sabe dónde se encuentran sus cuerpos.
Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, dio un discurso en honor a los desaparecidos y también a las mujeres campesinas que se quedaron solas y sin recursos y lograron salir adelante. Lira mostró su malestar por la recomendación del Gobierno de Gabriel Boric de evitar el centro de la ciudad el domingo y lunes, cuando estaba prevista una marcha por las víctimas de la dictadura. “El pueblo tiene que estar en la calle. Aquí estamos, los desobedientes”, sostuvo. Sí celebró que la Administración de izquierdas “sacara a la pizarra” a la derecha sobre su posición frente al golpe de Estado, que un sector continúa reivindicando.
Las primeras filas estaban reservadas para el mandatario y todos sus ministros. Casi cuatro horas después de la convocatoria solo se vio en el estadio a Camila Vallejo, portavoz del Gobierno. También asistieron compañeros suyos en el Partido Comunista, como la diputada Karol Cariola o el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue.
La conmemoración pilló a Chile en un clima de fuerte polarización política y sin consenso sobre lo ocurrido hace 50 años, cuando las Fuerzas Armadas bombardearon La Moneda. En los últimos meses, parte de la derecha más dura ha reivindicado la figura de Pinochet y ha justificado el golpe, asegurando que era “inevitable” porque la democracia ya estaba rota en el último tramo de Allende. “No es separable el golpe de Estado de lo que vino después. Desde el mismo momento del golpe se violaron los derechos humanos”, afirmó esta mañana el presidente Boric en su discurso en el palacio de Gobierno. La derecha no acudió al acto con presidentes de otros países y exmandatarios porque no querían ser parte de un homenaje a Allende y por su desconfianza con el Ejecutivo, al que acusa de dar a la efeméride un tono divisorio.
A partir de este martes, dejando atrás los actos conmemorativos del golpe -que se tomaron el debate político y mediático-, la atención se concentrará en los últimos tres meses de trabajo del Consejo Constitucional, cuyo texto se someterá a plebiscito el 17 de diciembre. Hasta ahora, el órgano a cargo de escribir una nueva Carta Magna controlado por los republicanos, de la derecha dura, no ha logrado llegar a consensos y personalidades del oficialismo ven cada vez con mayor preocupación el resultado. El Gobierno no quiere un segundo fracaso constitucional tras cuatro años de mucha incertidumbre, pero tampoco llamara a votar por una Carta Magna con un claro sello conservador.
En el acto del Estadio Nacional estuvo Elisa Loncón, presidenta de la Convención Constitucional que redactó un texto rechazado por el 62% de la población. El público se puso de pie esta noche para aplaudirla y desde el escenario le agradecieron sus esfuerzos. Entre los asistentes se encontraban consejeros del actual proceso, a los que les pidieron seguir intentándolo: “Aunque sabemos que es una tarea ardua y difícil”.