Boric: “Los motivos profundos del malestar chileno siguen presentes”
El presidente de Chile asegura, en una entrevista con la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, que “el rechazo a la nueva Constitución da una oportunidad” para reconectar con la sociedad
El rechazo mayoritario a la nueva Constitución chilena ha marcado un antes y un después para el Gobierno de Gabriel Boric que el presidente está dispuesto a aprovechar. “Nos dio una oportunidad y para ello hay que reconectar con la gente”, dijo este viernes en una charla con la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno. Boric (Punta Arenas, 36 años) es consciente del enorme reto que tiene por delante a la hora de cumplir las expectativa...
El rechazo mayoritario a la nueva Constitución chilena ha marcado un antes y un después para el Gobierno de Gabriel Boric que el presidente está dispuesto a aprovechar. “Nos dio una oportunidad y para ello hay que reconectar con la gente”, dijo este viernes en una charla con la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno. Boric (Punta Arenas, 36 años) es consciente del enorme reto que tiene por delante a la hora de cumplir las expectativas de quienes lo auparon al poder desencantados de la política tradicional y protagonizaron las protestas de 2019. “Los motivos profundos del malestar chileno siguen presentes”, ha reconocido en el foro El reto social de América Latina. Reformas, derechos y diálogo social en Chile y América Latina, impulsado por EL PAÍS y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), con la colaboración de PRISA Media e Ibero Americana Radio Chile, que se celebró en Santiago.
La derrota del referendo constituyente fue un jarro de agua fría para un Gobierno que aún empieza y que, en cierto modo, había atado su Ejecutivo a la suerte del proceso. Boric ha hecho una apuesta por gobernar buscando “incesantemente equilibrios”, apenas tres semanas después de los primeros cambios de su gabinete, en los que relevó a compañeros que estaban con él desde las protestas universitarias para incluir a figuras de la política tradicional. El mandatario ha admitido que le hubiese gustado un resultado positivo en la votación, pero está convencido de que “habrá nueva Constitución nacida de la democracia”.
Tampoco elude la responsabilidad del rechazo. “Nosotros como Frente Amplio fuimos parte de la Convención [Constitucional] y como proceso histórico también tenemos que hacernos responsables de lo que pasó”. El proyecto de Constitución lo redactó una Convención que en dos tercios era progresista. “Muchos pensaron, pensamos: acá está todo listo para poder avanzar todo lo lejos que queramos”.
Pepa Bueno. ¿Se sintió desautorizado?
Gabriel Boric. No, en absoluto. Yo tengo toda la legitimidad democrática que nos otorga la elección presidencial con mayor participación en la historia de Chile.
Al presidente se lo vio cómodo durante la charla, él mismo lo reconoció y en un momento incluso se levantó de su silla para hablar al público, pero en otras preguntas se recogió en un largo silencio antes de responder a la directora de EL PAÍS.
P. B. ¿Su Gobierno es más débil desde el rechazo a la nueva Constitución?
G. B. Cuando uno se vuelve errático en las convicciones que defiende, evidentemente un Gobierno se vuelve más débil porque deja de ser creíble. Me hubiese gustado que se aprobara el texto, pero creo que nuestro Gobierno ha entendido que es imperativo reconectar con las necesidades y prioridades urgentes de la gente. Desde la izquierda no podemos solamente ofrecer promesas de mundos por venir a costa del presente. No me cabe ninguna duda de que vamos a llegar a un acuerdo y que seguramente, en algunos aspectos, tendremos que ir más lentos de lo que a algunos nos gustaría.
Boric fue enormemente autocrítico con la izquierda en multitud de frentes, no solo sobre los errores que reconoció en el proceso constituyente, de los que asumió que fueron de fondo y forma. Como, por ejemplo, la interrupción del himno nacional en las primeras sesiones, que piensa que “dañó al espíritu de unidad”. También criticó las posiciones de la izquierda hacia Venezuela o Nicaragua, que le han valido discusiones con los suyos cuando él pide denunciar las violaciones de derechos humanos. O en el debate de la seguridad, en medio de un incremento de violencia en el país, que lamentó que desde la izquierda siempre se da desde el plano económico o social, dejando de lado la seguridad pública.
El encuentro se produjo un día después de la presentación de los primeros presupuestos de la era Boric. Su proyecto de reforma fiscal ha recibido el espaldarazo de la OCDE. La directora de EL PAÍS le preguntó si Chile tiene todavía margen para aumentar la presión fiscal, cuando la iniciativa presentada pretende recaudar un 4% del PIB (12.000 millones de dólares). “Piano, piano”, rio el presidente. “No olvidemos que en Chile hace tres años hubo un estallido social que expresó o dio cuenta de un malestar. Los motivos más profundos de ese malestar siguen en muchos casos plenamente vigentes. Tenemos que buscar una sociedad más cohesionada; eso requiere construir un colchón, un Estado que garantice derechos sociales universales. Ahora, eso se hace de manera progresiva”.
P. B. Tiene que vehicular políticamente un malestar que estalló en el año 2019 y tiene que hacerlo con los límites que impone la institucionalidad. ¿Cómo va a combinar esa doble responsabilidad?
G.B. En esto recogemos la tradición de parte importante de la izquierda chilena, somos muy respetuosos y valoramos mucho las instituciones. Sabemos que los cambios y las transformaciones para que se sostengan en el tiempo no pueden depender del Gobierno de turno, sino que se tienen que sustentar en instituciones. Por eso a mí me gusta mucho la idea de habitar la República. Cuando se llega a la posición en la que estoy yo, uno entra a habitar el cargo de presidente de la República. Es mucho más grande que uno mismo y eso significa reconocer que hay límites.
P. B. ¿Teme no ser comprendido, desde luego por la derecha, pero también por una parte de la izquierda?
G.B. Eso siempre pasa. He aprendido que uno no es monedita de oro. Uno nunca le va a gustar a todo el mundo. Cuando uno no incomoda a nadie, al final es porque no está logrando hacer cambios. He tenido discusiones muy fuertes al interior de mi sector, en diferentes momentos. Siempre es bueno incomodar o forzar a nuestra propia gente a reflexionar sobre nuestras propias convicciones. Yo con la derecha tengo diferencias ontológicas. Con mis compañeros de ruta tengo diferencias.
Boric, a sus 36 años y con seis meses en el Gobierno, se permite ahora mirar al joven contestatario que fue él junto a muchos de los que hoy lo acompañan en el gabinete. “La idea de que es posible tomar el cielo por asalto y darle la vuelta a todo es bonita para la poesía, y me gusta mucho la poesía, pero creo que a la hora de ser Gobierno uno tiene que hacerse cargo de la historia que tiene detrás”.
La frase “tomar el cielo por asalto” hizo que la directora de EL PAÍS recordara al partido español Podemos, donde el mandatario chileno tiene buenos amigos. Bueno le preguntó a Boric que de quién se siente más cercano, si de Pablo Iglesias o de Íñigo Errejón, dos de los fundadores del partido, convertidos hoy en adversarios políticos y con los que el presidente mantiene una buena relación. Boric, entre risas, no quiso posicionarse, pero lanzó un mensaje de apoyo para la vicepresidenta española Yolanda Díaz, que ha decidido montar su propia formación política lejos de Podemos. “No tengo dudas de que detrás de Yolanda Díaz se van a poder encontrar Pablo e Íñigo”.
El Gobierno de Boric forma parte de lo que se ha llamado la nueva izquierda latinoamericana, en la que, además del suyo, están el Gobierno de Gustavo Petro en Colombia, o el Alberto Fernández en Argentina. A ellos podría sumarse Lula si gana las próximas elecciones en Brasil, cuya primera vuelta se celebra este domingo.
P. B. ¿Ese eje de la nueva izquierda puede fortalecer un proceso de integración que coloque a Latinoamérica en el mundo?
G. B. Tengo la esperanza de que sí. Lo hemos conversado con Gustavo y tenemos muchas esperanzas puestas el domingo en Brasil. Pero cuando se dice el triángulo Petro, Lula, nosotros, yo digo: ¿por qué vamos a excluir a Guillermo Lasso [presidente de Ecuador]? Es una persona que no piensa como nosotros, no viene de la misma tradición, pero América Latina sigue siendo América Latina. No creo en los grupos en donde solo están quienes tienen afinidad ideológica. Yo quiero construir una unidad latinoamericana que vaya más allá de los gobiernos de turno.
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